sábado, 6 de diciembre de 2025
viernes, 5 de diciembre de 2025
La victoria que parece derrota: Boric frente al espejo
La victoria que parece derrota: Boric frente al espejo
Evidentemente, toda crítica al gobierno y al Frente Amplio no se percibirán al instante, como resultado de su moderada representación electoral en las elecciones pasadas. Mucho menos esperar que el resultado sea tomado como derrota, pese a que tampoco es una victoria.
El triunfo en primera vuelta de Jeanette Jara no se interpreta como continuidad segura, solo es un triunfo pírrico. El hecho de que los tres principales candidatos de derecha hayan sumado buenas cifras, y si logran consolidar ese apoyo, le dejen abierta la posibilidad a José Antonio Kast de triunfar en la elección. Eso significa que algo está fallando en el gobierno.
De inicio, la candidata oficialista no representó al gobierno como tal, por algo el ejecutivo no se involucró activamente en su campaña. En parte, porque Gabriel Boric quiere regresar y le sirve de manera maquiavélica que Kast gane la elección. Como dicen algunos miembros del gobierno: esto es política, y se hace según las necesidades del momento.
Pero esta situación demuestra que es un cálculo erróneo. ¿Qué pasa si Kast gana el gobierno y Boric, como principal líder de oposición empieza a “atornillar al revés”, como lo hizo con Sebastián Piñera? ¿Quién va a quedar mal? Con eso Kast tendrá más fuero y más impulso para hacer sus cambios radicales.
Con eso el escenario de polarización aumenta preocupantemente, con el gobierno interviniendo todo lo posible desde el Estado para derrotar a Kast. Mientras el electorado moderado, el que puede inclinar la balanza, no está convencido por ningún candidato.
Si se interpretaran estas elecciones como un plebiscito, no podemos confundirnos: demuestran una censura al personalismo del gobierno y a la forma de hacer política del presidente, y por otro lado, el hecho de que Jara haya obtenido la primera mayoría se debe básicamente a su carisma. El mérito es de Jara, no del gobierno.
El tema pasa por los errores de forma y fondo del presidente. Incluso hay señales complejas en su lenguaje no verbal. Una figura del Frente Amplio que llama a la unidad, que cita continuamente al expresidente Allende y a otros líderes de izquierda, aparece con una boina gauchesca y como estanciero magallánico. Es una imagen contradictoria para un líder de izquierda social y popular, cercano a la gente y a los más humildes. Un error en el mensaje que cuestiona la lógica y veracidad del discurso frenteamplista y del propio presidente.
Gabriel Boric pierde hoy. Pierde porque su candidata tiene un margen corto para crecer y no está moldeando el escenario a su favor. Pierde porque la ambición por proyectarse hacia una futura reelección, obstruye la oportunidad de consolidar un gobierno. Es una mezquindad que rápidamente aprendió de la clase política que tanto criticaba.
En definitiva, lo que estamos presenciando es un momento de inflexión. El gobierno de Gabriel Boric, que alguna vez encarnó la esperanza de una nueva forma de hacer política, hoy enfrenta una crisis de legitimidad, de coherencia y de conexión con la ciudadanía. Las victorias obtenidas en las elecciones, lejos de ser un espaldarazo al oficialismo parece más bien una expresión de la desconexión entre las cúpulas políticas y las verdaderas preocupaciones de la gente. Es una victoria que no entusiasma, que no moviliza, que no proyecta futuro.
Además, la estrategia de desmarcarse de su propia candidata, de jugar al cálculo político con miras a una eventual reelección, revela una lógica que contradice los principios fundacionales del Frente Amplio. Si Boric realmente aspira a volver al poder, debería preocuparse primero de consolidar un legado que valga la pena defender. Porque si el gobierno fracasa, no habrá retorno posible. Y si Kast gana, no será solo una derrota electoral: será una derrota cultural, simbólica y política de proporciones históricas.
El electorado chileno ha demostrado estar cansado de los personalismos, de los discursos vacíos y de los símbolos contradictorios. La imagen de una izquierda que se disfraza de estanciero, que cita a Allende mientras reproduce prácticas de la vieja política, no convence. La ciudadanía exige coherencia, consecuencia y, sobre todo, resultados. No basta con apelar a la épica del pasado si el presente está marcado por la ineficiencia, la improvisación y la falta de rumbo.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político