Las familias que dominan la política
En el presente, vivimos el dilema de que la política cada vez más se va transformando en una élite familiar, donde hijos, padres, hermanos, tíos, sobrinos de una línea genealógica dominan la política y la economía del país. Son de todas las tendencias, de derecha, izquierda o de centro, y en cuanto tienen poder se reparten y se ceden los cargos. Nada nuevo bajo el sol. Ejemplos de dinastías políticas familiares en el país tenemos a los Alessandri, Frei, Aylwin, Larraín, Edwards, Zaldívar, Chadwick, etc., donde algunos provienen desde la arcaica historia de la política nacional, mientras otros son más recientes, pero en general pocas veces han traído beneficios a los electores.
Son un símbolo del estancamiento y el escozor que sufren los distintos partidos políticos. Si bien muchas veces estas familias sirven y forman parte de la misma organización política, ofreciéndoles ciertos beneficios; otras veces no son más que mafias o agrupaciones de poder que indiscutiblemente se aprovechan del sistema y de la política, tratando de perpetuar su modus operandi de abusos.
Estas mafias buscan de cualquier manera o a cualquier costo imponer a candidatos, formas de hacer política, medios de financiamiento, implantar o quitar funcionarios públicos o jefes de la administración pública. También tratan de influir de una u otra manera en conseguir los contactos necesarios para colocar a sus parientes, transformando a los partidos políticos en bolsas de empleo que aseguran trabajo en detrimento de sus bases ideológicas, convirtiendo este proceso en un modo de vida y de subsistencia a individuos que ni siquiera tienen una militancia o algún compromiso político.
La élite familiar se convierte sólo en un camino para el abuso, un meandro que puede llevar a malas prácticas y a la falta de ética de los valores familiares, que muchas veces representan el orgullo y fundamento de su poder. Pese a lo cual, siempre prorrumpe uno u otro miembro que rompe estos, embauca y ocupa el poder de la familia para su beneficio propio bajo un paraguas ideológico familiar, buscando beneficios a toda costa.
Se ve indudablemente en las familias políticas de regiones, de los distintos partidos conformados en el país, formando clanes vinculados a la organización desde sus cimientos y con esa profundidad, ante cuotas de poder, son los primeros que están en la fila para disfrutar de los beneficios que les da el Estado. Ahí se acaba la lógica, el cuidado, la forma, se acaba el respeto, la dignidad de las personas, corrompiendo el sistema y perjudicando al ciudadano común, sobre todo afectando a las reglas y a la sanidad de la democracia, dañando la viable convivencia política.
No se puede negar esta realidad, porque constantemente se denuncia nepotismo en la administración pública, licitaciones con el Estado, contratos, en negocios pequeños o de gran escala, aprovechándose finalmente del quehacer político.
Está ocurriendo en su región, en su ciudad y es un secreto a voces, sobre todo en esta época preelectoral donde tenemos cierta cantidad de candidatos que no sabemos a qué intereses representan. Claramente estos clanes familiares se ocultan en la falta de transparencia y el desinterés de averiguar sus valores y quienes los representan.
En conclusión, invito a identificar y evaluar a este tipo de candidatos y familias detrás, sean del partido que sean, porque al hacerlo nos acostumbraremos a cuidar, proteger y fiscalizar de los intereses de la política pública y sus resultados. Porque no debemos premiar estas conductas que debilitan la credibilidad del sistema, que deslegitiman el correcto uso de poder y de la relación del Estado con la ciudadanía, de lo contrario el Estado seguirá en permanente deterioro y corrupción que puede promover al surgimiento de un populismo, o de otras formas de hacer política que más dañinas para todos.
También es bueno recordar, que indiscutiblemente también hay familias honestas que tienen más de algún actor en política y que no han cruzado hacia esa oscura vereda, aportando al beneficio de todos. A ellos, mi respeto.
Cientista Político
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