Las autoridades de gobierno y políticas en general han demostrado, una vez más, su total desagrado, abuso con
los más débiles y su absoluta falta de criterio reflejadas con los golpes, o más bien palizas, que les
produjo a los pascuenses quienes luchan para que se les tome en cuenta y no se
abuse de su territorio.
Estos hechos evidencian al Chile desigual en el que vivimos, dominado por la intolerancia y el sectarismo que se hace presente transversalmente en la sociedad, en sus aspectos culturales y sociales. Las víctimas, frente a estos ataques, suelen reaccionar con más violencia y desencanto cuando lo único que esperan es la simple integración y tolerancia como gestos naturales de una sociedad moderna y civilizada, sin embargo, como la cultura de la discriminación se ha instalado esto no se respeta y se provocan los conflictos. De no ser solucionado no sólo los Rapanui, sino que también otras etnias como las Mapuches, así como cualquier grupo social que se vea pasado a llevar, reaccionará de manera violenta frente a este tipo de ataques.
Sin ir más lejos, aún más grave es el abuso y
la discriminación acaecida por la misma autoridad, ya que el orden publico debe
cumplirse y se debe disuadir. Podemos estar de acuerdo en sus criterios legales, salvo que no al nivel de represión alcanzada, ya que esos golpes dados amedrentan y fomentan más violencia, originando una cultura de agresiones físicas que se imparten por ambos sectores. No obstante, el mayor daño se provoca al caer en la mera discriminación, causando el daño al alma y a la dignidad de quienes luchan por sus valores.
Estamos de acuerdo que la forma en que lo hicieron no fue la más adecuada y que perjudica a muchas personas e intereses, pero de qué otra manera se puede manifestar el descontento cuando no se tiene voz ante la ciudadanía, y más cuando se es subvalorado por la sociedad en su conjunto. Es por ello que debemos preguntarnos si queremos una segunda CAM, con los disturbios y conflictos que esta ha provocado; y si estamos dispuestos a resolver los problemas sociales de este tipo, respetando culturas distintas y antiguas.
¿Qué es lo que pudimos observar con estos hechos? Que sin duda en nuestro país hay ciudadanos de primera y segunda categoría donde no se les respeta su cultura y tradiciones; que tampoco se puede reaccionar de manera violenta puesto que la autoridad los tratará como cualquier barra brava; y finalmente, que al gobernante no le interesa de ningún modo respetar tradiciones, buscando imponer nuestra visión cultural y social en una raza y cultura distinta.
¿Por qué no se dialoga y se busca una solución? Quizás, es porque simplemente nadie quiere transar sus visiones sociales y ponerse en lugar del otro, uno para acogerlo y entenderlo y el otro para dialogar y buscar acuerdos e integrarse al país y a la sociedad, aunque sea a la fuerza.
Este choque de culturas no tiene mayor solución
sino es con la ayuda y solidaridad de todos, lo que de un modo u otro los
chilenos carecemos por nuestro clasismo y egoísmo, reflejado en la
golpiza de carabineros, la forma de actuar del gobierno y la actitud de los Rapanui que origino el conflicto. Una vez más, Chile demuestra que no sólo
que hay chilenos de primera, segunda o tercera categoría, si no que no se
aceptan las diferencias que hay en nuestra sociedad y vivimos en un constante
mal trato entre unos y otros. Lo peor, es que nadie hace nada para evitarlo.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
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