jueves, 13 de enero de 2011

LA POBREZA LA GRAN DEUDA DE LA POLÍTICA CHILENA


La pobreza, es un tema. Es habitual que se hable de ella, que se hagan estudios sociales, culturales, políticos, etc. Sin embargo, nuestros políticos que al igual que muchos no conocen en rigor la dificultad que conlleva, ni están cerca de vivirla, rasgan vestiduras cotidianamente con ella, puesto que es un recurso fácil y sencillo, y no sólo para captar votos y ganar imagen, sino también para enlucirse ellos mismos o a sus actitudes. Por ello es difícil hablar de soluciones, pero sí se pueden analizar las actitudes.

Desde el regreso a la democracia que comienza la gran tarea de los sectores políticos de sacar al país del sub desarrollo. Esta fue la gran tarea de la concertación, logrando bajo su administración gestionar algunas políticas al respecto. Algunas con resultados, otras no.

Ante el nuevo escenario político, el actual gobierno pretende generar sus propias políticas frente a una pobreza que va en aumento, producto entre otros factores del reciente terremoto y la inoperancia del aparato público. Pero frente a esta realidad, el gobierno no sólo propone sus soluciones, sino que descalifica lo hecho anteriormente.

Dentro de sus soluciones, tenemos en primer lugar la creación de un ingreso ético familiar para la subsistencia básica de una familia, idea que la iglesia católica puso en la agenda junto a otros credos con el fin de disminuir la brecha de los recursos y mejorar la calidad de vida de los más pobres de la sociedad chilena. El gobierno busca realizar esta gran tarea para enfrentar el crecimiento de la pobreza que se ha denunciado últimamente.

El segundo punto, o medida, es la creación de un ministerio de desarrollo social que busque implementar y desarrollar políticas sociales para enfrentar y controlar la pobreza en aumento. Dar salidas, suponemos, de alcanzar desarrollo en los estratos más pobres, lo que en el papel es muy positivo, pero en su ejecución donde se pierde el rumbo.

Por otro lado, en general las políticas concertacionistas no fueron equivocadas para aplacar la pobreza, aunque se cometieron ciertos errores, como la concentración de las medidas en los sectores más humildes y miserables, olvidándose de los sectores más emergentes. Son los trabajadores en general, la clase media baja, clases medias tradicionales, las que poco a poco se fueron empobreciendo, creando como resultado una pobreza estructural, profesional, etc,.

Es innegable que esto es producto de los escasos recursos y de su focalización, situación social en el que la concertación priorizara su políticas y no en los sectores medios, aquellos sectores que se ven amenazados a reingresar a esta cadena de empobrecimiento.

Entonces, de lo expuesto por el gobierno acerca de la pobreza es una verdad a medias, ya que en ella influyen muchos factores, como la educación, la autosuperación, las oportunidades, etc., las que no todos tienen. Y que algunos ni siquiera conocen esos conceptos, lo que es más grave.

El ingreso ético familiar es una idea positiva, ahora debemos ver como se forja, ya que los sueldos  son relativos para vivir según  los empleos, zonas geográficas, etc.. Además, el mínimo se dictaba por el valor de la canasta básica, un mecanismo a veces muy arbitrario. Ahora, el mecanismo es ético,  ¿cómo se determina?  La ética de uno es  distinta a la de otro, hay que fijar criterios comunes para hacerlo estable, eso sin tomar encuesta las triquiñuelas empresariales para no subirlo o no pagarlo, ¿El gobierno resistirá esas presiones?, ¿La CUT negociará política o sindicalmente?.

En fin, esta idea debe sortear todas estas y más presiones, lo que disfrazará el proyecto inicial y el objetivo final se conseguirá, pero no como se crea en las expectativas.

Y con respecto al ministerio  de  desarrollo  social, la historia del país indica que estas políticas a largo plazo funcionan como es el caso de la CORFO, la CORA u otras instituciones gubernamentales organizadas y de buen funcionamiento, pero no como ministerios ya que se vuelven torpes, excesivamente burocráticas, focos indiscutibles de corrupción, ya que las maquinarias partidarias meten  muy bien su cola y para que salgan es casi imposible, por ende es una idea a madurar y crear como una especie de CORFO, CORDESO o un mecanismo parecido muy fiscalizado, con una estructura autónoma como el ministerio público y que evidentemente no sólo cuente a los pobres, sino que les ayude a salir de su condición, que además fomente el desarrollo para evitar la pobreza estructural y profesional de aquellos que no tienen trabajo. La pobreza que todos olvidan.

En general las medidas políticas deben ser más realistas y menos populistas, los políticos chilenos han olvidado aquello y por lo contrario han creado soluciones parche, nuevos tipos de pobreza, la cual no quieren enfrentar producto que no escuchan al principal actor en el problema.

Gobiernan para el pobre, pero sin el pobre,  no reconocen que es mas grave la pobreza estructural, que es el mayor descontento y frustración. Sólo para reflexionar ¿cuál  es el sueldo ético, para  el?

lunes, 3 de enero de 2011

EXCESIVO INTERES HISTORICO Y DESINTERES ABSOLUTO POR LA DIGNIDAD DEL CARGO.

Parece ser que la historia es el interés extremo de nuestro presidente, utilizando a los próceres y ex mandatarios para sus discursos, lo cual es francamente agobiante. Él no es docente. Sin embargo, si lograra controlar este vicio no sería tan aterrador, el problema está en que en su afán de acercarse a la ciudadanía utiliza una aparente autenticidad, demagogia o populismo. Esto llega a excesos tales de echarse el protocolo al bolsillo e incluso tomar actitudes folclóricas, que no son rigurosamente auténticas, tales como chistes preparados, improvisaciones, uso de materiales didácticos, etc.

Esto no significa ser tonto grave, ni pesado, sino que dosificarse, tener una actitud normal, no olvidándose nunca de que él es el presidente. Ser como él es, no ser lo que no es.


Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político

El Bicentenario: una muy buena celebración, con sus claros matices

Se ha vivido la fiesta Bicentenaria de la nación, repleta de símbolos de unidad y nacionalismo, con la alegría desbordante respectiva a la celebración, en donde se alcanza una mayor cercanía ciudadana que se manifiesta en gran medida en los excesos de comida y alcohol, matizados con uno que otro bailecito nacional.

A través de la interrelación de todos estos simbolismos vividos, tanto ideológico como populares, podemos reconocer claramente que fue una buena fiesta, histórica para muchos, ya que este acontecimiento no se vivirá nunca más por estas generaciones, lo cual lo hace todavía más significativo.

Pero a pesar de todo lo bueno vivido hay hechos que opacaron en cierto punto los festejos, ya que la ambición humana siempre es más fuerte que la alegría y las tradiciones.

Porque siempre es una nota negativa la falta de sobriedad en algunas ceremonias que a pesar de ser una ocasión extraordinaria debió mantener la elegancia y la sutileza con que estas celebridades se caracterizaban en Chile.

En la tradicional Parada Militar, el desplante de orden marcial ha sido una marca anual que todo chileno siente orgullo. Sin embargo, al ver a los civiles marchando con militares se quiebra esta tradición en la fecha más simbólica de la nación, y no porque no tengan derecho a hacerlo, sino que más bien es una buena idea no muy bien acabada.

A eso se le suma la excesiva necesidad de su excelencia el presidente de la República de comunicarse con la ciudadanía. Simplemente, para esta ceremonia, el presidente no sólo quería ser la autoridad máxima del país, sino también el principal orador, que por lo general no tiene nada de malo. Aunque, para este presidente que siente deseos incontrolables de comunicarse y de darse a conocer a toda hora, quiebra las tradiciones históricas, más aún en este Bicentenario, en donde el presidente debiese hablar a los chilenos lo justo y necesario ya que es el país el protagonista, no él, restándole protagonismo a la Parada Militar y a Las Fuerzas Armadas que son el centro de atención. Para algunos esto puede ser aceptable ya que es una ocasión especial, lo que es cierto, pero no debemos olvidar que en estos meses el presidente siempre ha tenido esta actuación, y para estos días su personalismo ha aumentado.

Don Sebastián Piñera debe aprender a dosificarse ya que está desgastando su imagen, y cansando a la ciudadanía en general, lo que unido a su exceso de protagonismo y ansiedad le quita decoro y sobriedad al cargo el cual debe cuidar.

Por su parte, los medios también hacen función. En esta ocasión transmitieron las actividades Bicentenarias solos y por su cuenta. La ANATEL* no funcionó, ya que los medios, en especial el canal trece y TVN prefirieron mantener sus mezquinas diferencias antes de pensar en el país. En fin esto es negocio, pero igual hay que decirlo.

No debe quedar aparte el tema mineros y mapuche, que fueron protagonistas en estas fiestas, usados por la autoridad a destajo, sin piedad, unos prometiéndoles una posible solución que no se cumplió, los otros siendo utilizados como factor de unidad y populismo tanto en las actividades oficiales como en discursos políticos.

Para finalizar podemos decir que el bicentenario fue bueno y tranquilo. El país celebró y se divirtió. Ahora lo que queda es reflexionar que hicimos mal y bien en doscientos años, como seguimos, tarea para el futuro, pero siempre teniendo en cuenta estos problemas, esos que un país y una autoridad no se pueden permitir.

Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Polìtico
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* ANATEL : Asociación Nacional de Televisión


domingo, 2 de enero de 2011

EL ACUERDO NACIONAL ¿Y LAS REFORMAS POLÍTICAS CUANDO?

La celebración de esta gran fecha donde los sectores políticos acordaron comenzar el retorno a la democracia después de una dictadura institucionalizada, es un motivo de mucha alegría, por ello se recuerda y se habla de profundizar la democracia que se construye con ideas, como la iniciativa popular y otras que profundicen la institucionalidad.

Pero las reformas electorales y constitucionales poco a poco desaparecen y nos van enquistando en un sistema viejo y torpe. Para “darle vigor al sistema político y a la democracia”, no sólo se necesita mayor participación como se espera, sino que se necesita educación política, competitividad, pluralismo, partidos organizados, gente honesta y calificada, etc., lo que claramente no tenemos, ya que las reformas políticas se patean a diario para adelante, no cumpliéndose, dejándonos una vez más con las manos vacías y con una expectativa que pasa a ser una clara desilusión.

Pero nos olvidamos que  toda reforma no solo tiene que ser estructural, ni de masetero, sino que debe incluir reformas políticas profundas que el país pide a gritos, como una nueva Constitución, un sistema electoral democrático participativo, leyes claras y pluralismo, con financiamientos igualitarios, con información y participación ciudadana, potenciamiento a la labor del Servel y del registro civil, con participación de los medios e instituciones del Estado, con la digitalización del proceso electoral, con el voto electrónico, con la participación de los chilenos en el exterior , más otros elementos como reformas en los números de escaños, incorporar los plebiscitos como herramienta útil en distintas materias etc., lo que en el fondo nos permita validar y dar mayor credibilidad al sistema y por consiguiente mayor participación y convivencia política.

Esto seria el inicio de cambios en los vicios de nuestra cultura política, tratando de generar ciudadanos y electores concientes y vigilantes, por consiguiente una democracia sana y joven con la capacidad de reaccionar a los cambios, creándolos en todos los agentes políticos, para tener partidos modernos, que respondan a necesidades renovadas y efectivas.

 No obstante, la tarea no es fácil y requiere de muchos sacrificios y consensos, los que debemos trabajar día a día, preguntándonos qué tipo de sistema político queremos, qué sociedad y cultura política deseamos, cómo iremos resolviendo las distintas tareas que se vienen, no todas son fáciles de resolver en tiempos cortos, pero son muchas y  muy necesarias para una sanidad social y la legitimidad política.

Sin embargo, la gran deuda que se arrastra desde la formación de este hito histórico es la concreción de las reformas políticas, debemos tener claro que las buenas intenciones mencionadas requieren una alta voluntad que aquí y apoyado por el paso de los años nos atrevemos a cuestionar, ya que las evidencias del egoísmo en la participación política nos demuestra que sin ésta , los cambios necesarios no sirve para una democracia sana y abierta, sólo con los cambios mencionados se muestran voluntades reales de madurez política, pluralismo y participación.


Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político