Chile es elegido miembro del Consejo de Derechos Humanos
El día 11 de octubre del presente año la Asamblea General de las Naciones Unidas eligió a Chile como miembro del Consejo de Derechos Humanos, correspondiente al grupo de América y el Caribe, por el periodo comprendido entre 2023 al 2025. Elección ganada con amplia mayoría, con una votación de 144 representantes de los 193 que la constituyen.
Sin lugar a dudas, es un hecho que nos hace sentir muy orgullosos ya que pone a Chile en un lugar privilegiado dentro de la comunidad internacional, dándole la responsabilidad a nuestro representante de ser un instrumento eficaz para hacer respetar los principios que guían esta organización.
Para muchos este es un reconocimiento a la participación activa del país a la defensa de los derechos humanos, prevención de la tortura, de la promoción del derecho a la verdad, justicia y reparación. En tanto, el presidente Gabriel Boric ha posicionado estos valores y derechos como principios primordiales de su gobierno, mencionándolos habitualmente en sus alocuciones públicas. Por esta misma razón, este reconocimiento también es un gran triunfo diplomático para el actual gobierno y sus lineamientos progresistas.
Sin embargo, en su discurso del 20 de septiembre en las Organización Naciones Unidas (ONU) no mencionó, o evitó criticar como corresponde, a los regímenes de Miguel Díaz-Canel de Cuba, Nicolás Maduro de Venezuela y Xi Jinping de China, reconocidos ampliamente por las violaciones a sus tan mencionados derechos humanos. Es más, dado el eco de relevancia de la ex presidenta Michelle Bachelet, sumado a su rol como alta comisionada de la ONU y su comentado reporte sobre posibles crímenes de lesa humanidad cometidos por Beijing con las minorías Musulmanas tras su visita a China, se esperaría algún pronunciamiento oficial por la cancillería nacional. Un evento que a claras luces no ocurrió.
Ser parte del consejo de derechos humanos es una gran responsabilidad que conlleva más que solo su disposición en un asiento de la asamblea. Para ser un instrumento eficaz que haga respetar los principios que guían a esta organización, que promuevan el correcto uso, no solo debe criticar a algunos y a otros no, como lo ha hecho hasta ahora la cancillería. No pueden ocurrir cosas como la negación de recibir las cartas credenciales del embajador de Israel en protesta por la muerte de un joven palestino por el ejército israelí, mientras que el presidente no tuvo la misma objeción de recibir al embajador de Arabia Saudita, régimen claramente opresor a los derechos de las mujeres. Se critica el comportamiento israelí que es tremendamente pernicioso con los palestinos, pero por el contrario, no se critica el comportamiento contraproducente y terrorista de los palestinos.
Tampoco se debe aplicar un doble discurso a conveniencia, que luego retire sus acciones por sentir que no beneficia directamente a su gobierno. Como reclamar activamente contra los informes del INDH que no consideran abuso a los derechos humanos del estado chileno, pero no reconocer exactamente la misma acción en países que son convenientes económicamente para el país, u ideológicamente cercanos a ciertas tendencias del gobierno.
En política internacional no se puede expresar que vamos a defender los derechos humanos, mientras se tiene este privilegio en la asamblea de las Naciones Unidas, si vamos a asumir un falso discurso. Acá se debe tener un único discurso, no sólo para la galería o para las campañas políticas u para la exaltación del neo socialismo del siglo XXI, o a estos nuevos líderes reformistas. Se debe hablar con hechos políticos concretos y que no justifican ninguna autocracia.
Considerando
que el pasado mes de abril la Asamblea General de la ONU decidió expulsar a
Rusia del Consejo de Derechos Humanos en respuesta a las atrocidades cometidas
durante su invasión de Ucrania, nuestro país deberá también tomar decisiones
concretas contra aquellos que atenten contra la defensa de los derechos
humanos. Aunque dado a la actual política de doble discurso, veremos el
verdadero interés que tienen. A juicio personal, si el gobierno quiere hacer
hechos concretos debería romper relaciones diplomáticas con Venezuela, con
Cuba, con China, con Ortega (Nicaragua). O sea, con toda clase de dictaduras
efectivamente reconocidas como tales. No obstante, no lo van hacer porque con
muchos países de estos hay compromisos económicos que priman más que las
convicciones políticas internas.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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