Los conceptos que no ha podido entender el gobierno
El gobierno ya lleva más de un año en gestión y el gran problema que presenta en la actualidad, es su falta de entendimiento de ciertos conceptos políticos sobre la dirección del Estado que le hacen trastabillar constantemente.
Sin duda no ha estado a la altura, da la impresión de estar satisfecho con su accionar, pero no ha tenido la capacidad de administrar bien el poder y que la gente se sienta representada por ellos. En esta dinámica, han descuidado el trabajo en su agenda y con ello cumplir sus promesas electorales. Tampoco han sido capaces de dar credibilidad a su gestión, tanto a sus partidarios como a sus oponentes. De esta manera, no han establecido las pautas mínimas de dirección política que asegure confianza en su accionar, quitándole respaldo ciudadano.
Mejorar su desempeño requiere de profundizar sobre ciertos factores políticos que todo gobierno debe afrontar.
El primer factor es la gobernabilidad. Al carecer de la aceptación y la legitimación de sus representantes por parte de las organizaciones políticas y de la sociedad civil, quienes en conjunto viabilizan las obligaciones de un gobierno, se ven desprovistos del equilibrio necesario para ejercer el poder y de la capacidad de responder eficazmente sobre las demandas sociales. Su ejercicio se ve afectado por conflictos internos y desencuentros por falta de comunicación. No obstante, la gobernabilidad no puede estar sujeta a discusiones y peleas permanentes, consistentes vueltas de carneros, metidas de patas y posicionamientos individuales endémicos.
Son estos errores de comportamiento, sumados al de un sistema político poco responsable que no toma en cuenta las acciones de los sectores opositores, muchas veces saboteándolos para su propio beneficio, que la sensación de ingobernabilidad empeora.
En cambio, la manera de hacerlo bien implica tener fija una hoja de ruta política que nos indique la dirección de trabajo, un objetivo como gobierno que motive el apoyo de las fuerzas políticas. Esto exige que exista un programa definido, ejecutado preferentemente por sus partidos sin el apoyo de socios o alianzas políticas, validando su legitimidad como representantes de la sociedad civil.
El segundo factor es la humildad, porque todo gobierno debe actuar con la suficiente mesura. Los gobernantes no son los dueños de la verdad, y en este periodo particularmente están aprendiendo a ejercer el poder político. Al ser una coalición primeriza, van a cometer tantos o más errores como cualquier otro gobierno. Entonces, les conviene aprender y ejercer la humildad como elemento básico del accionar político.
Una dirección ideal reconoce el valor de los demás, se abre a nuevas ideas, entabla diálogos enriquecedores y de confianza con sus opositores, escucha a los otros, se expresa con condescendencia y actúa con modestia y sencillez. En otras palabras, deben tomar conciencia de sus propias limitaciones, debilidades y actuar en consecuencia.
El tercer factor es la selectividad, que las perspectivas de sus compromisos legislativos y proyectos presentados en campaña deben estar al corriente. Sobre todo, discernir cuáles proyectos son más viables o factibles de realizar, que tengan preponderancia para ser aprobados por sobre otros.
Un cuarto elemento que se relaciona con el anterior, es la realidad del ideal aspirado, y este tema es el más difícil. Tiene que existir la capacidad de proyectar un equilibrio entre lo que se elija como materia de desarrollo y la viabilidad de hacerlo, el resultado debe ser efectivo para que causen los efectos políticos positivos a la ciudadanía. Sin embargo, puesto que a veces se eligen materias o vicisitudes que no están dentro de sus límites de acción, los resultados naturales llevan a la frustración y el descontento total de parte de la ciudadanía, que al no ver cumplidas las promesas rompe su relación con el gobierno de turno.
Es claro que cada decisión del gobierno afecta a la sociedad civil, por lo que la imagen que proyectan así como sus elecciones, los acercarán o alejarán según los resultados obtenidos. La mejor manera de ganarse a la ciudadanía, es elegir batallas que se condigan con los intereses ciudadanos y que sean factibles de encausarlas bajo su dirección, con una cohesión interna como fuerza política. De otro modo, continuarán sin estas nociones básicas, a la deriva.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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