jueves, 21 de noviembre de 2024

El hombre que no conoce su historia

 

El hombre que no conoce su historia 

La frase “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, es una de esas condenas acreditadas por el tiempo que no deja de repetirse en la historia de los pueblos y de nuestra propia humanidad. Muchos capítulos se han escrito y reconocidos son los errores que se reiteran una y otra vez sin evitar que sigamos tropezando con la misma piedra. 

Nos queda la incógnita si existe alguna forma de poder evitarlos. Infortunadamente, los países nos olvidamos muy rápido de nuestro pasado. En eso, Chile ha tenido en sus 200 años de historia varios gobiernos autoritarios y unos cuantos periodos dictatoriales. En 1990 salimos del último y dejamos atrás sus consecuencias trágicas, la mayor la violación a los derechos humanos de nuestra soberanía. 

Recuperada una vez más la democracia, nos hemos propuesto no volver a tropezar con esto. Sin embargo, lentamente volvemos a aspirar lo mismo, ya que vemos en todos los sectores políticos que se olvidan del razonamiento, del diálogo, encaminándose a cometer idénticos vicios anteriores, acercándonos a zancadas a un nuevo vestigio dictatorial. No se aprende de la historia. 

Dicho de manera más profunda, también en nuestra corta historia hemos tenido períodos de gobiernos populistas que nos ofrecen soluciones rápidas, alcanzando salidas ineficientes que conducen a situaciones en que las constituciones y los organismos políticos comienzan a desgastarse, las cuales, al no cambiar su proceder a tiempo, vuelven a forzar la llegada de intervenciones autoritarias y a repetir la historia. 

De qué nos sirve ilustrarnos con Francisco Encina, Frías Valenzuela, Gonzalo Vial, Barros Arana, entre otros. De qué nos aprovecha los trabajos realizados por nuestros grandes historiadores además de aprendernos de memoria sus fechas y los hechos, dónde queda adquirir nuestra cultura, profundizar en la historia de nuestro pueblo y en su política. Recapacitar de lo que no se tiene que hacer y comprender que se debe hacer también. 

En este país caemos permanentemente en estos vicios, remendamos nuestras acciones como una conducta permanente y después alegamos que la pobreza, el populismo, que la inestabilidad social, que la falta de acuerdos, que la constitución ya no nos representa. Excusas y más excusas, pero no somos capaces de responder a estas necesidades porque no aprendemos de nuestra historia. 

En parte, no la queremos aprender, no la citamos, no la conocemos al dedillo. Si la conociéramos y entendiéramos, nos daríamos cuenta de que hay cosas que no pueden repetirse, como la guerra civil del 1891 que inició por una dificultad que hubo entre el parlamento, hoy Congreso Nacional, y el poder ejecutivo Balmaceda. La marina apoyaba al parlamento; el ejército se mantuvo leal al presidente Balmaceda. El presidente Manuel Balmaceda era un progresista para su época, quiso hacer algunas reformas, la oposición se negó a ellas produciendo un quiebre y el inicio de una guerra civil que duraría seis meses. 

Otra muestra de algo parecido, el gobierno de Salvador Allende y el golpe de Estado de 1973. Con una edición extremadamente ideologizada de ambas partes, el gobierno y la oposición, sin tener diálogo terminó con la tragedia de la muerte de Salvador Allende en la Moneda. Este líder cometió algunos errores políticos al albergar ciertos grupos subversivos e ilegales, de fomentar el extremismo y además de establecer una agenda de cambios sociales sin tener una mayoría política en el congreso, algo muy similar a lo que le pasó a Balmaceda. La diferencia radica en que Balmaceda quería hacer cambios mucho más lógicos y racionales. Balmaceda quería nacionalizar el salitre; mientras Allende nacionalizó el cobre y se fue al extremo al expropiar empresas y estatizarlas. 

En conclusión, hay hechos que son muy parecidos entre sí, que cuando hay pugna entre grupos políticos siempre se llega a los extremos. No debemos olvidarnos que la creación de los radicales nace de la separación de los liberales, los conservadores tuvieron su ruptura con la falange. En el fondo si usted estudia la historia aprende de los errores, de las virtudes y de los defectos para que no vuelvan a repetirse. 

Por lo tanto, el estudio y entendimiento de la historia son necesarios, porque es el ADN, la huella digital de un país y de sus principales problemas. Los habitantes de Chile, muchas veces no conocemos nuestra historia y repetimos los mismos hechos una y otra vez, demostrando que no aprendemos absolutamente nada, condenándonos a tropezar una y otra vez.

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista político

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