jueves, 20 de febrero de 2025

Amarillos y Demócratas no se fusionan

 

Amarillos y Demócratas no se fusionan 

Amarillos por Chile surge como un movimiento de centro político en el proceso de constituyentes del 2022, con el objetivo de defender una visión más moderada de la carta magna, para convertirse en un nuevo partido político aglutinando a exmilitantes de la Democracia Cristiana (DC), del Partido por la Democracia (PPD) y del Partido Radical (PR). 

Por su parte, el Partido Demócratas por Chile o Demócratas (D), es un partido político que se sitúa en la centro derecha, formado también por ex militantes de la DC, del PPD y del PR, cansados de la izquierdización continua de sus antiguos compañeros. 

En teoría comparten un espacio en el centro político, donde los Amarillos se definen como de tendencia conservadora, neoliberal, de derecha política, liberal y Laguistas; mientras que los Demócratas, como democráticos, humanistas, pluralistas, regionalistas y no confesionales. 

Pese a esta cierta ubicación en el centro, es un hecho que no tienen muchos puntos en común, más bien están funcionando como partidos de autor que buscan intereses personales de ciertos militantes. Como resultado, o se posicionan de frente a la derecha, o cumplen con lo que supuestamente le están prometiendo al electorado, “un camino real de fortalecimiento del centro”. 

Desgraciadamente por tendencia histórica nadie se atreve a construir un camino propio o a generar una alianza de centro propiamente tal. En consecuencia, por obligación deben colgarse de alguna posición ya sea al centro, a la derecha o a la izquierda, olvidándose del espíritu de moderación que les dio vida y renunciando a sus ideas de centro. 

De esta manera, Amarillos y Demócratas, conformados en una mayoría por militantes provenientes de la Democracia Cristiana, del Partido Radical o ex concertacionista, de cierto modo renuncian a su compromiso con el centro político, conciliando y acordando permanentemente con los intereses de la izquierda, con la ultraizquierda, la derecha o de la ultraderecha, decepcionando a gran parte de la población que se sentían representados por los partidos de centro en las décadas anteriores. 

Mejor dicho, han privilegiado los acomodos, han escogido las negociaciones, han favorecido “la estabilidad del sistema” renunciando a su particularidad. Está bien creer en la solidez del sistema, pero eso no significa que se renuncie a la esencia partidaria, en virtud que son los partidos de centro los llamados a generar una alternativa distinta al egoísmo y al excesivo capitalismo que plantea la derecha, y una alternativa concreta a las soluciones rápidas, populistas, con discurso añejo que sigue exteriorizando la izquierda o la centro izquierda. 

Esta continua capitulación, esta renuncia permanente en los distintos partidos que dicen representar al centro, lo están haciendo por dividendos particulares, beneficios a los bolsillos de algunos de sus dirigentes, o más bien por cálculos electorales, que no se puede desmentir a veces son favorables. No obstante, a largo plazo son erróneos, porque como decía la canción de Soda estéreo, están “al borde del abismo casi a punto de caer o de desaparecer”. 

La vida de estos partidos peligra, porque inconcusamente no han sido capaces de leer la realidad y esto se ha transformado en una renuncia permanente a sus bases ideológicas, a excepción de sus intelectuales que no pueden compartirlas abiertamente en los foros y en las reuniones partidarias porque ya pasaron de moda, ideas añejas que se acusan con mala cara. 

La gran mayoría tiene un interés o están vinculados a dividendos que ya no van con las preocupaciones esenciales del partido. Ya se olvidaron de la esencia del radicalismo, borraron de la memoria la acción cristina de la Democracia Cristiana, echaron por tierra el espíritu de los partidos de centro, sean cuales sean, solamente quieren colgarse al que tiene poder para tener ocupación promoviendo que estas ideas desaparezcan. 

Quién sabe, tal vez desaparezcan en unas elecciones más, pero las ideas, la filosofía no desaparecerán nunca y seguiremos unos pocos de esta tendencia publicando las cosas como las hemos pensado siempre, sin un dirigente que perseguirte, apocarte o que intenten impedir decir las cosas como son. 

En otras palabras, hay mucho que transitar para que esta fusión de Amarillos y Demócratas se produzca, hasta el momento son más las cosas que los separan de los que los unen, proyectos distintos. Al mismo tiempo, en Amarillos muchos piensan que fusionarse por una necesidad ocasional podrían hacerlos desaparecer como partido. En conclusión, hay pocas posibilidades de que esto ocurra.    

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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