Se le está acabando la fiesta a la ministra Orellana.
A la Ministra Antonia Orellana se le está acabando la fiesta. No es solo por su fanatismo e intransigencia en la defensa de sus ideas, sino por su conveniente posicionamiento según sea el caso.
Es decir, se ha inmiscuido de forma indirecta en temáticas que no le corresponden, con sus discursos arrolladores en donde mezcla a hombres abusadores con los que no lo son, dividiendo sin duda alguna el país entre hombres y mujeres. Es más, no solamente ha generado una guerra de heterodoxia artificial, sino que comete errores políticos que van mucho más allá.
De partida, como Jefa de la cartera de la Mujer y Equidad Género del gobierno del Frente Amplio no solo representa a aquellas mujeres que piensan como ella, gente de su agrupación y partido, sino que debería representar el interés de todas las chilenas. Por otra parte, como integrante de una coalición de gobierno debe relacionarse transversalmente con todos los participantes de la misma, pero mantiene diferencias con ciertos partidos.
Estos motivos exponen a la ministra como alguien sin autocontrol respecto a sus convicciones. Aquí un ministro debe cumplir la función que le reclama su presidente, que es cumplir con la función constitucional. Puede dirigirse por sus criterios personales, siempre que estos no interfieran con su cargo y obligaciones.
La manera de proceder de Orellana es muy a fin a como se está
conduciendo el Frente Amplio, en modo fanático e intransigente de sus ideas.
Una coalición con una ideología que es bastante misérrima y vehemente de lo que
tienen que hacer para conseguir sus objetivos, sin llegar a concretarlos
finalmente.
Al mismo tiempo Antonia Orellana no ha cumplido con todas las expectativas que se les ofreció a las mujeres y al feminismo radical. En particular, al no pronunciarse ante las acusaciones del subsecretario Monsalve, encubrió la verdad desde un principio, no actuando con transparencia ante la ciudadanía y contradiciendo de esta manera todo su sermón feminista.
Pese que por ella ha sido criticada duramente, no solamente ahí no actuó en consecuencia, sino que en otros casos de violencia contra las mujeres ha actuado de forma solapada, guardando hermetismo y absoluto silencio, mientras que, en otras situaciones como en los casos involucrados con futbolistas, ha sido implacable al respecto. Sin lugar a dudas, las feministas también se dan cuenta.
En otras palabras, el comportamiento de Orellana y sus decisiones han servido directamente para dividir el país entre hombres y mujeres, para establecer una guerra de los sexos y generar conflictos. Entonces, qué beneficios le trae al país estar en una constante tensión, en una permanente persecución, una cacería de brujas sobre quien es abusador y quien no, esperando a lo que determine Orellana con toda la cobertura de los medios sobre estas situaciones y sobre otras polémicas que puedan surgir.
El gobierno ha perdido el tiempo en esto por su sectarismo más que proteger los derechos de la mujer. Lo único que nos demuestra es que aquí se administró políticamente un ministerio en el cual el gobierno prometió y generó muchas expectativas sola y exclusivamente para generar puntos de conflictos en el sistema político, artificiales o reales, para que el gobierno pueda gobernar. Y si un gobierno persigue generar conflictos para gobernar, ¡perdónenme! no es un gobierno maduro y menos uno confiable.
Al final quieren hacer lo mismo que Javier Milei de una manera más suave, más tenue. Se quiere generar conflictos con la sociedad sin producir cambios, solo crear complejidades que no se solucionan y no logran transformaciones significativas, a cambio de cierta gobernabilidad.
Ya terminando, se le está acabando la fiesta a la Ministra Antonia Orellana ya que el próximo 11 de marzo del 2026 se acaba el mandato del Presidente Gabriel Boric y por tanto su Ministerio, suponiendo que a esta fecha no le hayan pedido su renuncia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político.
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