El
humor político y gráfico
El humor como instrumento político en Chile está muy arraigado en la cultura de nuestro país, desde los inicios de la independencia a través de la sátira política. Con el humor gráfico se busca señalar las costumbres y defectos, sobre todo satirizar aquello que se manifiesta ridículo, para procurar su corrección por medio de la burla, porque la caricatura y el chiste no es una forma que se utilice para desacreditar a ninguno.
Y este tipo de humor, después de la muerte de la revista Topaze y de Manolo González, junto al exilio voluntario del humorista Juan Carlos Meléndez (el Palta) a España, el humor político ha desaparecido de la arena televisiva y de los medios de comunicación. Disculpándome por la expresión, pero “puta que hacen falta”.
El humor permitía acercarse a los políticos, verlos más terrenales, burlarse con ellos y no de ellos, tomar el pelo de las situaciones. Implícitamente sus chistes ayudaban a distender el ambiente, inclusive para llegar a un acuerdo. Sin embargo, esto se llevó al extremo cuando llegó la política de trinchera y quienes hacían humor político se prestaron o participaron en la disputa política ideológica, mientras otros se mantuvieron al margen. Al final, Manolo González, el Palta Meléndez y algunos otros lograron mantener esta tradición, traspasando generaciones.
Ahora, el humor político nos hace falta, porque nos ayuda a reflexionar y a entender la sociedad en la que vivimos. Es el papel del bufón del rey, el único que dice la verdad y el único que puede reflejárnosla. Y como muy bien nos dice Coco Legrand uno no se puede reír de algo que es fantasioso, de algo que no existe, uno se ríe de la realidad.
Tal es el aporte que hace el humor político. Toma uno de los temas más complejo de la sociedad, se enfrenta a ellos y los interpela con la visión que tiene el ciudadano, con la contemplación de su día a día. Juegan con la sátira y la verdad de lo que realmente piensan, con respeto, pero con la ironía suficiente para que al final de reírnos podamos tener un proceso de reflexión.
Quien no recuerda a Manolo González en el festival de Viña gritando “He llegado hasta Taltal”, imitando al General Pinochet para luego caerse la señal televisiva. O a su sucesor, el Palta Menéndez, con sus muñequitos ironizaba a Pinochet y a la contingencia política del momento, imitando a todos los lados políticos, y por supuesto no exento de golpes e intolerancias de sus adherentes y detractores que siempre están cuando se hace humor político.
Sin embargo, en la actualidad los políticos y un gran grupo de ciudadanos no tienen esa misma paciencia ni humildad para recibir la misma dosis que superponían estos humoristas. Por eso ya no se puede hacer un humor político serio en Chile y en razón de que los humoristas políticos están teniendo miedo a la reacción intolerante de los políticos jóvenes, estando más censurados que en la misma dictadura. Estos políticos y ciudadanos nuevos ya no se pueden reír de ellos mismos, de nada ni de nadie, ni tampoco se pueden reír con la comparsa, que de ningún modo se le pueden decir sus verdades en forma irónica, en razón de que ya lo están ofendiendo. Tienen la pera de cristal.
En su tiempo, Manolo González actuó en los mejores locales nocturnos con su humor político, características que lo hicieron reconocido e influyente entre los humoristas siguientes. Imitaba con frecuencia a Jorge Alessandri, pero este le regaló su bufanda como premio a su actuación. En vez de haber sido censurado e inclusive exiliado del país, fue premiado y reconocido por su valentía y talento. Un humorista que detrás de su disfraz de bufón, estaba dispuesto a sacrificar su vida por desafiar a la Dictadura.
Él es una demostración que de alguna manera el buen humorista en la política ridiculiza la realidad. Enseña las circunstancias a plena cara, simplemente ante mencionar irónicamente que las personas están desapareciendo, que algunos saben, otros no tienen ni idea y otros se hacen los giles. Manolo estaba dando a conocer un hecho sin reírse, estaba dando a conocer una situación real y terrible. Por lo tanto, el humor bien hecho puede llevar a denunciar de manera sutil y sin censura.
Sin embargo, ahora el humor político está coartado, porque no se puede reír uno de nadie sin recibir funa, y mucho menos de algunas autoridades. Por lo que, el bufón del rey se quedó sin pega, y la sociedad sin su espejo de la verdad.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
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