jueves, 25 de septiembre de 2025

¿Queda algún liderazgo para conducir el país?

 ¿Queda algún liderazgo para conducir el país?

Gobernar en Chile hoy implica enfrentar desafíos complejos, desde temas esenciales como la seguridad, migración, desigualdad, crisis climática, deuda pública; a otros de credibilidad con la ciudadanía, la cual cada vez es más exigente y crítica.

En ese escenario, ya hemos sido administrados por casi todas las coaliciones políticas, con distintas visiones y soluciones a esos problemas, aunque sin alcanzar un consenso que las dé por zanjadas. Como alternativas quedan los partidos nuevos: Partido de la gente (PDG), Partido Republicano, Partido Nacional Libertario y el Partido Social Cristiano, los cuales proceden de los mismos antiguos partidos y sus estructuras.

Está de manifiesto que la voluntad de gobernar existe ante tantos grupos, pero queda en duda si esa voluntad viene acompañada de capacidad, ética y conexión real con las necesidades de la gente. Y ahí es donde el ciudadano tiene un rol clave: exigir, cuestionar, y votar con conciencia.

Desde allí hay que cuestionarnos si el sistema político, formado por los partidos y las nuevas coaliciones emergentes, tiene las condiciones para gobernar el país o se ha perdido la credibilidad en todos los sectores políticos.

Será que se puede confiar en que los gobernantes y las autoridades respondan por las necesidades de la nación y que luego los partidos generen soluciones. O necesitamos un cambio de reglas, cambios de partidos, nuevas formas de hacer política y un arreglo en el modelo democrático.

Lo que es seguro es que la legitimidad queda en entredicho y el sistema democrático representativo parece no ofrecer garantías suficientes. Por lo tanto, las modificaciones que se necesitan requieren de una transformación profunda, principalmente del sistema político, porque el actual no garantiza transparencia, eficacia ni responsabilidad pública.

Mucho menos se debe permitir extenderlo en el estado en el que está más tiempo. De continuar se teme una nueva crisis institucional, la que no necesariamente se manifestará con un golpe de Estado, sino con la descomposición funcional de las instituciones o de la eficacia de estas.

A consecuencia, el desgaste del sistema político genera ingobernabilidad en el Estado, de modo que nada parece responder a las demandas de la ciudadanía. Además la política se vuelve ineficaz, arrogante y marcada por el “juego de la sillita musical” en los cargos públicos. El poder queda en quienes priorizan el beneficio personal, apoyándose de los oportunistas que de un lado se pasan al otro o en el cuadernillo de nombres y amigotes que trae el gobernante.

Cuando se llega a este punto, hasta que no cambie el sistema político y el sistema democrático representativo como lo vivimos ahora, hasta que no se barra con las prácticas de dirección y favoritismos, no se puede reparar nada.

El camino al final de esta ruta de fallas es el auge de los populismos, los que ofrecen soluciones imposibles que suenan bien, que dan respuestas inmediatas a temas de

años de discusión, pero sin capacidad de mejora. Son los mismos que acercan a dictaduras manejadas por quienes propusieron esas soluciones.

Desgraciadamente no es lo que todos esperamos como electores. Siempre se espera más responsabilidad política, que quienes son partes de este sistema reconozcan la condición actual por el bien del país y que construyan desde allí proyectos de bien común, transversales y efectivos. Sobre todo que dejen de enriquecerse los bolsillos.

Lamentablemente, en ese paso las nuevas generaciones están mal preparadas para asumir responsabilidades. No se percibe ningún liderazgo en ellos, ni capacidad real para gobernar con eficacia y legitimidad.

Porque en esencia hoy no basta con tener el poder, se necesita demostrar competencia, visión y compromiso con el país. Es así, quien pueda gobernar o pueda dar un relativo ejemplo de confianza, de autoridad, respeto y que mejore el funcionamiento del Estado, tendrá una carrera y apoyo asegurado por años.

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Politico

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