Como vimos durante el
punto anterior y la visión general de cada etapa, los militantes tienen maneras
y formas de actuar muy diferentes, las que han sido confirmadas por todos, o
por no decirlo la mayoría de los consultados, pero aún así existen diferencias,
las que a raíz de los perfiles ya hechos, son importantes en el comportamiento
e influencia del partido en estos años, ya que los militantes no son los
mismos, no pueden serlo por el paso de la historia, y es por ello que es
interesante analizarlo y poner este tema a discusión.
Estas dos etapas son
las más cercanas y afines, lo que genera un alto grado de compatibilidad entre
ellas, ya que la primera formó y guió a la otra entregándole herramientas
importantes.
Para continuar es bueno
aclarar el termino brecha generacional como: El espacio de diferencia, dentro
de un determinado contexto político, entre diferentes generaciones de
militantes que genera una distinta manera de enfrentar, interpretar y actuar
ante la toma de ciertas decisiones en un tiempo o espacio político determinado
por la coyuntura social y política de un lugar en particular .
Como decíamos, este
espacio de diferencia al actuar de una generación a otra pone a estas etapas en
un grado de continua relación ya que los hombres y mujeres del sesenta son los fundadores de la historia política y
el emerger de este partido, lo que trae consigo entregar las pautas y maneras
de conductas a seguir.
Los miembros del 60,
son reconocidos por su consecuencia política, su sacrificio, disciplina y
organización, dentro de otras características mencionadas en su momento, las
cuales en general son reconocidas por todos los consultados.
Estas características
son traspasadas a los miembros de los setenta, pero ellos además de romper el
equilibrio existente y cuestionar lo entregado le pusieron su sello propio,
agregándole consecuencia, sacrificio,
mentalidad, cohesión a la organización después del cisma producido a principios
de la década, pero sobre todo el de lucha política, allí esta generación pone
un quiebre, una brecha o sello con la generación formadora ya que deben formar
oposición a la dictadura y a la
U.P ., lo que los obliga a mantener las enseñanzas políticas e
ideológicas como primordiales. No obstante, el posicionamiento político
producto de la coyuntura los obliga a operar con otros mecanismos para
enfrentar la realidad de la lucha político-ideológica con la social, es por
este motivo que se produce la diferencia.
Sin embargo, a pesar de
aquellas diferencias, la compatibilidad y entendimiento entre ambas
generaciones es relativamente buena, ya que se complementan bien, se ayudan, se
integran en la historia, las loas, alabanzas de uno y de otro son constantes,
como lo hace Víctor Low, donde expresa que “producto de la madurez de la vida he
logrado comprender los logros realizados por Eduardo Frei M.”. Y así
podemos seguir poniendo ejemplos de alabanzas, ya que el nivel de aprendizaje y
relación entre ellos fue muy profundo con la diferencia que las visiones y
errores de la generación del 60 han sido tapados por el idealismo, o eran más
controladas por sus protagonistas. En el caso de los del 70 se notan más, eso
se vio, como ya lo tratamos acá, en el análisis de las otras corrientes que
veían a la D.C.
y a sus militantes del sesenta más comprometidos, con ansias de lograr cambios
sociales, visión de todos sus adversarios, salvo la derecha. No obstante,
existe un cambio cuando la generación del 70 pasa a ser oposición, es más dura
contra la U.P .,
provocando que se mantenga el reconocimiento, pero se critique la postura dura
de “alguna
parte de la militancia” según los adversarios, lo cual sin duda cambia
la imagen y la futura acción política.
La relación y la brecha
es corta, pero como vemos hay diferencias, la generación del setenta no sólo
tiene que usar la ideología heredada por sus profesores y guías del 60, sino
que también, en una o en otra forma debe usar la fuerza, para influir políticamente,
y la violencia de ser necesario. Junta el realismo y el idealismo, lo que le
permite ser protagonista contra los dos gobiernos que vienen, posicionarse como
fuerza importante y necesaria para la región y el país.
Por este motivo ambas
generaciones han logrado mantener el control y el poder interno, ya que por un
lado no han dejado su herencia, por otro no han encontrado a quien
entregársela.
No han dejado, ya que
muchos siguen vigentes, tienen relevancia en las decisiones actuales, y no
están dispuestos a perder ese poder, que les permite manejar y proyectar el
futuro político de la máquina partidaria regional, lo que sin duda es muy
importante para obtener influencia y tomar decisiones vinculantes hoy en día.
Y no han encontrado ya
que no están interesados en formar nuevos líderes, salvo que estén bajo su
control y que cumplan sus intenciones y decisiones, lo que en si no trae una
renovación adecuada y ello no significa que no exista sabia nueva, sino que
deben cumplir con el perfil deseado e impuesto por la máquina de poder creada
por la elite dominante.
El espacio político o
la distinta manera de actuar en política son fundamentales al comparar estas
dos generaciones, que son muy distintas y su distancia es grande al comparar e
interpretar la política.
Como hemos visto a lo
largo de todos estos puntos la generación del sesenta es la fundadora, la que
solventó y emergió con este partido como opción política, y para la mayoría de
los entrevistados, la que más pudo concretar los valores e ideas que este
partido quiere trasmitir.
A lo largo de este
estudio, podemos ver que se podría indicar una tendencia hacia ese sentido,
pero como hay un cierto grado de idealismo de los consultados podríamos decir y
calificar las épocas no como la mejor o peor, sino la que presentó más
facilidades para la influencia y esa sin duda es transversal, ya que abarca
tanto el gobierno de Frei, de Allende, y parte del régimen militar. No
obstante, el idealismo, el fuerte sentido anímico y sentimental de los
entrevistados, se prefiere indicar este lapsus de tiempo ya que su percepción
es muy ambigua. Esta generación, marcó pautas y controla el funcionamiento
político en algún grado con la del setenta por ser muy cercana y a fin.
Por esto la relación
que existe entre ambas es de confianza, hay diálogo y guía, pero es lejana, ya
que la generación del sesenta no es la formadora directa, sino que lo es
indirectamente. Esta situación produjo que no se trasmitiera toda la formación
política ideológica de manera adecuada, ya que como vimos anteriormente la
generación formadora, la del 70, se dedicó a crear soldados de pelea anti
dictadura ante la venia y aceptación de los lideres del sesenta, los cuales lo
vieron como una decisión acertada ya que el tema ni siquiera les preocupó. Por
conclusión, aquellos protagonistas formadores no manifiestan interés más que
admirar y agradecer el sacrificio de esta generación.
Sin embargo, aquellos
que se forman por interés individual de alguna manera son guiados por los
integrantes de esta generación del 80, profundamente criticados por los “formadores”
del 70, quienes al parecer no se dan cuenta de la necesidad no satisfecha por
sus pupilos, los cuales no sólo buscan la formación que no tuvieron, sino la
opción de poder que nunca han controlado y que de alguna manera los líderes del
sesenta quieren ceder a goterones, pero los del setenta no lo quieren soltar
por ningún motivo.
Se aprecia una relación
de admiración y de respeto, con un diálogo fluido, con peticiones de
participación y mayor intervención política no satisfecha, “los nietecitos lindos que creen
saber de política Jugamos un rato con ellos, le enseñamos, pero no le damos
nada”
La brecha entre las
generaciones es muy grande y difícil de acercar ya que para los de la
generación menor los fundadores merecen un respeto sagrado y por ende las
formas de interpretar y ver la política son diversas, no de tú a tú, sino del
maestro al estudiante, ya que como vimos sus maestros enfatizaron en la lucha
política, la admiración e idealización ideológica era inevitable.
Finalmente, si esto lo
llevamos a la opinión de los entrevistados la gran mayoría recalca la
importancia de los militantes del ochenta como fuerza política y convicción de
lucha, pero reconoce como líderes políticos a las generaciones anteriores,
especialmente a la del sesenta.
La generación del
sesenta tiene un alejamiento mucho más amplio con la generación del noventa.
Como se ha podido
apreciar, ésta última tiene a sus militantes mucho más interesados en el poder
y en la administración de ventajas políticas, es decir, está a años luz de la
posición altruista, ideológica e idealista de la generación del sesenta, lo que
hace de una manera o de otra una posición compleja y difícil en todo aspecto,
tanto en la convivencia como en la relación política.
La convivencia se ve
plasmada por distintos estilos y formas de aplicar lo conocido, ya que la generación más antigua
tiene el conocimiento y la preparación, sea esta buena o mala, pero poseen esa
ventaja la cual la generación del noventa, por su afán de obtener el control
político, sin el contenido de antes, ve a la generación del sesenta como una
molestia que no entrega el poder, y a su vez, la generación más antigua critica
muy duramente a esta nueva generación mucho más egoísta y poco comprometida por
su baja capacidad política e incapacidad absoluta.
El problema está en que
las generaciones más antiguas controlan el poder de la institución y tampoco
hacen nada para gestar el cambio que requieren o que exigen a las nuevas
generaciones.
Por este motivo, en
base a los testimonios recolectados, se puede afirmar que la relación es
bastante lejana, de exigencia y de continua recriminación por parte de la
generación más antigua a la nueva, y por parte de ésta última existe admiración
y respeto. No obstante, producto de la investigación se puede inferir que
también existe una molestia por la forma despectiva en que son tratados. Un
ejemplo de ello es la frase de Roque Tomas S., quien dice: “La D.C. pasó
de ser un partido nacional y popular, a ser populista y populachero”,
aunque no es una crítica directa, es el pensamiento fiscalizador del actuar de
las nuevas generaciones.
Como vemos, la relación
de estas generaciones no es fácil ya que no es mirada de igual a igual. La
generación del noventa es más criticada y constantemente sancionada, pero sin
que la generación del sesenta comparta la responsabilidad de su nula
cooperación, ya que los militantes no se forman ni deforman solos. ¿Por qué no
asumen la responsabilidad que les compete como generación emergente?
Difícil de responder,
pero la posible respuesta que daremos es que no les interesa, es más fácil
mantener el rol de militante sacrosanto y criticar, que formar, reinventar,
pues hay mucho prestigio que al parecer no están dispuesto a arriesgar.
En pocas palabras, en
la generación del noventa existe admiración por la del sesenta, pero también
permanecen en un estado de constantes o eventuales conflictos producto de sus
diferencias ideológicas, las cuales se agravan aún más por sus actitudes. Por
un lado se tiene la suficiencia de la generación del sesenta y de su intención
de imponerse siempre por provecho de mantener el control del poder, mientras
que por el otro lado está la arrogancia de la generación del noventa, que busca
el poder por el poder, creyendo que están en lo correcto. Esta última
generación choca y recibe las críticas de la generación más ideológica, pero
ante el tono de suficiencia y altanería “todo
lo hicimos bien”, “Uds. lo hacen mal” se generan conflictos o podrían
generarse.
Por este motivo la
brecha existente es demasiado grande e irreconciliable. Aunque no se odian, el
enfoque materialista del poder se ha impuesto y ha variado en lo real el
accionar político, dejando la soberbia de la generación del sesenta como
personas que están hablando de un pasado anacrónico, así como ellos miran
despectivamente a estas generaciones nuevas por su poca preparación y mar de
falencias, las generaciones nuevas cada vez les obedecen menos, al ir
obteniendo mayor poder. De este modo los del sesenta van quedando o sintiéndose
muchos como reliquias abandonadas y que sólo se utilizan para la conveniencia
propia del que la usa.
Por lo tanto, el
espacio entre ambas generaciones es enorme e irreconciliable, donde ni siquiera
últimamente se respeta la experiencia de los fundadores.
Para finalizar este
perfil, apoyándose por la visión de los otros partidos que observan al militante
de este periodo más egoísta e interesado en sí mismo, lo que sin duda nos
complementa y comprueba nuestro análisis y determina que son sin duda
generaciones muy lejanas.
La generación del
sesenta tiene una relación más lejana y mucho más crítica con la generación
actual. Les reclaman por un mayor compromiso, su poca formación, etc., pues la
mirada de la generación del sesenta es mucho más dura y despectiva. Si se
pudiera graficar la situación se parecería a la de un profesor universitario
con su alumno de primer año, un tanto paternalista, corrigiéndolo
constantemente y mirándolo desde arriba, ya que en cada entrevista dictaban
cátedra al referirse a ellos, sin mirarlos como un militante par, sino que
inferior. Queda la sensación de que se sienten superiores a ellos.
Producto de la
soberbia, la suficiencia de la dirigencia política, la mala formación basada en
el poder, junto al poco compromiso, el escepticismo e impavidez, además de las
otras características mencionadas al describir la generación del 2000 y su
antecesora, generan una arrogancia que produce que los militantes sientan que
lo hacen lo mejor posible, mientras que la generación del 60 los critica por lo
mismo. De este modo se genera la pugna política sin solución debido a que sus
diferencias son muchas, pero aún así concuerdan en los puntos básicos más
importantes que los mantienen unidos, en donde los líderes antiguos llaman a
usarlos, y las generaciones nuevas las usan si es que les conviene, un cambio
radical del idealismo a la conveniencia que provoca un desentendido.
En este escenario nos
encontramos con una brecha abismante, difícil de zanjar y de resolver, ya que
esta generación quiere poder, pelea por los espacios que no posee y que
quisiera, debido a que tiene cuatro generaciones más arriba. Además para los
miembros de la generación del sesenta el poder era para conseguir cambios, en
cambio para la generación de ahora, según los entrevistados, es para atesorarlo.
Una notable e importante diferencia.
La visión de los
representantes de otras corrientes es muy parecida ya que ven a este militante,
y al partido en general, muy lejos de la gente. Lejos de aquella
representatividad que le daba la esencia al milititante, y en reemplazo busca
el poder, confirmando una vez más lo analizado.
Ya se vio la relación
de esta generación con la del 60, pues ahora esta generación como la más
cercana a la del sesenta tuvo que interactuar con las demás.
Los integrantes de esta
generación, además de la buena formación que heredaron, aprendieron a luchar
políticamente producto de la coyuntura del país, lo cual los obliga a crear sus
futuros militantes, en aquella lógica, siguiendo esta mentalidad, este
militante privilegia sin ninguna duda a la lucha política, creando de algún
modo una relación dependiente, casi de cliente con la del ochenta, puesto que
ellos son los cerebros, los del ochenta sus soldados, su mano de obra si
queremos ser despectivos.
Como consecuencia de
esta relación, existe mucha cercanía y cordialidad, pero con la labor de pelea
casi definida y predeterminada, sin indicios de una profunda amistad. Es una
relación que no es de tú a tú ya que en cada entrevista se considera importante
esta referencia, pero con los protagonistas del ochenta no hay motivos de
ensalzamiento, hasta se les baja el perfil, de algún modo se consideraban a
estos poseedores de un rol inferior. Por ejemplo, con la frase que dice: “Ruiz De Giorgio, fue el secretario
ejecutivo del comando de campaña, Roque Tomás Scarpa, Joaquín Courtze, Cosme
Crema, Juan Morano, dirigentes vecinales, etc., las mujeres del partido un gran
trabajo, la juventud muy comprometidos. El partido se revitalizó, todos los días
40 ó 50 personas entraban y salían, había un trabajo político muy fuerte”
Esto permite
interpretar que el “gran trabajo” de
la juventud no fue el que ellos esperaban y tampoco fue compensado con la
formación adecuada, lo que origina que los miembros de la generación del
ochenta se sientan postergados e utilizados. Aunque en las entrevistas el
discurso oficial lo entiendan como su rol en ese momento, es cierto y no menor
que también buscan una identidad que no han podido completar, además desean
obtener poder y participación como lo esperaban, lo cual no se ha completado
hasta hoy.
En este escenario la
brecha y el espacio entre ambos es de un respeto, pero con una rivalidad y
rencor muy ocultos. Ambas generaciones comparten espacio, y aunque no se reconozca
la importancia y diferencia de una con otra, mantienen una disputa ya que unos
son la base de la lucha política y reclaman su importancia, mientras los otros
la ven despectivamente y no le dan espacio para desarrollarse.
Por lo tanto, en esta
arena de lucha soterrada entre ambas, su espacio de diferencias que era de una
generación formadora a generación formada, se diferencia aún más por las
disputas de poder, las cuales buscan no sólo derrotar al contrincante, sino que
ganar espacios generacionales. A pesar de la afinidad, el deseo de poder de los
militantes del ochenta, como modo de reivindicación justa a sus sacrificios,
los ha ido alejando.
La relación entre estas
dos generaciones es lejana, con continuas críticas acerca de la posición de
interés político individual por sobre las bases ideológicas, y la poca lucha y
compromiso político-social de estas generaciones que buscan su interés personal
por sobre cualquier otra cosa.
Su interacción es muy
especial ya que la generación del 70 busca entregar recetas y constantemente
intenta entregar lecciones de cómo se deben hacer las cosas para encausar la
nueva actividad política de “otra forma”
ya que consideran que esta generación apática no está interesada. Por esta
razón, la mirada que tienen los miembros de la generación del noventa es de
tristeza y resignación, ya que son vistos como militantes incapaces, y como
consecuencia no se les entregan grandes espacios de acción política, generando
indiferencia e ineficacia de las actuales generaciones ya que su sub valoración
que desde cierto punto como hemos visto es real ya que carecen y adolecen de
muchas cosas, también no existe ninguna voluntad de roles guía y formadores lo
que genera desaliento e indolencia de las nuevas generaciones.
Por ello podemos ver
que la indolencia y la poca preparación le han dado a la generación de los
noventa pocas oportunidades, por otro lado la generación del 70 no confía en
ellos, lo que hace difícil una relación fluida que se transforme en buenos
resultados.
Se puede sacar por conclusión de la generación
del noventa que es muy critica, pide espacios, pero no aporta ni desarrolla
nada, sólo la acumulación de poder y intereses personales, se comprometen con
quienes se los den, sólo cumplen un rol logístico a diferencia de la de los
ochenta que lucharon, esta ultima
generación no fue creada para ello, ni
para otra cosa que no sea la disputa de poder interno, formando parte de uno y
otro sector, buscando sus propios intereses, es por ello que se sienten sub
valorados, quieren su espacio, pero no saben como lograrlo, reciben las
cantantes criticas de los del setenta, pero ellos tampoco guían ni se acercan,
sólo toman una actitud de molestia y desapruebo hacia ellos, les dan pocos
espacios de acción política para operar, sólo labores logísticas por nombrar
algunas.
La brecha que hay entre
las dos es grande, sus estilos son muy distintos, las vivencias del pasado
también, para muchos militantes actuales son indiferentes, además no manejan
los mismos códigos, ya que su interés por el poder es más fundamental que los
de la década del setenta que aún están vigentes.
Los entrevistados nos
dan una visión pesimista de esta etapa, de la falta de compromiso, etc.,
mientras que el militante de este periodo la ve como algo normal, de lo que se
vive en estos tiempos, donde el poder y sus intereses están primando, ya que
este militante actual ve eso como lo mas importante, no es orientado hacia
otros caminos, así se generara un espacio abismante, esta generación no esta
orientada, sólo criticada, los de la década del setenta no asumen su
responsabilidad, disfrutan del poder, que igual los afecto, por ello no tienen
credibilidad, tampoco han sido capaces de compartir sus conocimientos, ambos no
logran entendimiento.
En este caso la
relación es compleja, por la sensación de los entrevistados, sería la etapa más
mala ya que no es solamente el problema del interés por el poder, sino que
también la poca iniciativa y desorientación, sobre todo criticas al rol de las
generaciones anteriores.
El militante del 70
cree de alguna forma que heredo la
manera de hacer política y de alguna
forma podemos concluir en sus testimonios que la generación actual no sólo no
es como ellos, sino que da la impresión
que a dilapidado, mas bien destruido lo anterior, les traspasan la
responsabilidad a ellos, cuando es bueno decir aquí con toda responsabilidad
que todos son responsables de las actuaciones políticas, sobre todo los lideres
que pertenecen a las etapas anteriores, ellos son los que se han lavado un
poco las manos con sus opiniones ya que
la pregunta atingente es ¿Qué hacen para cambiar la situación?, por lo visto no
mucho.
La generación actual
por lo dicho en las entrevistas al parecer no le preocuparía lo que piensen de
ella, esta mas interesada en como sacar a sus antecesores que estarían
enquistados, o simplemente se conformarían con lo que les toca, pero en si esta
diferencia sólo hace que la militancia se confunda, sobre todo en esta etapa
del 2000, donde no hay identidad definida, por lógica agrava mucho mas las
diferencias, a esta altura el militante de esta generación tiene ideas años luz
de los anteriores, que hace que esta brecha sea abismal, que el poder y sus
dividendos son lo único importante para ellos, generando muy pocos puntos de
acuerdo, que para que esta generación
los tenga debe eliminar a las anteriores y eso es casi imposible.
Estas generaciones son
muy cercanas y están ligadas estrechamente, la primera debía formar a la
segunda, pero dentro de su lógica no pudo entregar una formación ideológica, si
de trabajo, que de alguna manera creo no sólo una generación sin contenido,
sino dos, ya que de formación política no se hizo mucho, es mas el interés por
el poder que de la generación alumna, pero aun así la generación del ochenta
trata de entregar su contenido social y de masas, pero sin mucha ideología.
Lo que a la generación
del noventa toma, pero no aceptando sus continuas soberbias y desagravios, opta
por tomar su formación política “a su pinta” se lo denominamos coloquialmente,
lo cual se ve en la frase “existe poco
compromiso” dicho hasta la saciedad por las otras generaciones.
Esta es la parte mas
grave ya que quizás la brecha con las otras generaciones puede ser entendible,
pero entre estas dos generaciones es muy amplia
para la cercanía que tienen, y en un lapsus de diez años la gente cambia, pero las mentalidades no evolucionan tan bruscamente,
por ello que estas dos generaciones están o deberían estar por lo expuesto en
las entrevistas en continuos roces, básicamente por intereses de poder y
espacios, donde unos no son capaces de darle la oportunidad a otros y no querer
demostrarse capaces de hacer cambios por el contrario se aprovechan y denigran
el sistema aún más.
La posición de estas
dos generaciones es muy confrontacional , por un lado la generación que ganó la
democracia tiene espacios de poder, pero no ha llegado al poder completamente,
en los puntos anteriores explicamos el porque, lo cual los hace mirar no sólo
como inferiores, sino como competencia a esta generación, la que a su vez busca plantearse,
desarrollarse para alcanzar importancia y poder, pero no puede, ya que no tiene
tampoco las herramientas adecuadas ni la preparación para hacerlo como ya se digo anteriormente al describirla.
Pero a pesar de ello
esta generación tiene la intención de enfrentar la autoridad de sus
antecesores, en especial a la del ochenta, criticándola, no obedeciéndola e
incluso desafiándola, lo que en sí molesta sobre manera a esta generación.
Sin duda a pesar de que
los entrevistados no lo dicen abiertamente y al ser muchos de las generaciones
más antiguas, podemos interpretar que este desafió de autoridad es el que tensa
la relación, ya que no se hacen las cosas como ellos esperan, además las nuevas
generaciones cuidan intereses personales, que hace muy difícil la relación, ya
que estos militantes nuevos no los escuchan, toman sus propias decisiones, por
lo tanto su dialogo no es tan fluido como en periodos anteriores.
También sería muy
arriesgado decir que los nuevos usan como espejo a estas generaciones, pues son
tan autosuficientes que solos se bastan así mismos, es la impresión que tienen
muchos de los entrevistados.
La brecha entre estas
generaciones es alta por lo manifestado por los consultados, las opiniones de las generaciones posteriores es
muy negativa, unos quieren que estos actúen más políticamente, que estén mejor
preparados, pero los ven de manera inferior y despectiva, por esta razón los
del dos mil buscan sus intereses particulares, construir su propio camino en la
política basado en los intereses personales, los cálculos etc., alegándose,
dejando de lado consejos, desiciones de generaciones anteriores simplemente no
los toman en cuenta, o según lo expresado por los encuestados no se sienten
tomados en cuenta, lo que genera una
ruptura difícil de solucionar.
Estas generaciones son
una línea muy conectada a la otra, no tienen gran formación política, comparten
características que describimos anteriormente, buscan ambas el poder, pero la
primera esta mejor posicionada que la segunda, que requiere de una orientación
que la generación del noventa no puede darle, como es cuestionada, pero no
guiada por las anteriores generaciones, opta por seguir su camino hacia el
poder, lo mismo que su generación predecesora, como ellos entra en una
competencia por los espacios, por la administración del poder político del
partido, por los pocos espacios que tienen a disposición, estando muy lejos del
poder controlado por las generaciones del 60-70
y los ochentenos, que a golpes se han posicionado en la disputa interna,
lo que los deja con muy poco margen de
acción política.
Por lo tanto, la brecha
que existe entre ellos es muy corta, lo que los hace a fines, los más cercanos
en teoría y esa cercanía se quiebra cuando ambos disputan los mismos espacios y
se transforman en rivales, lo cual tensiona el accionar político interno.
Para finalizar esta
parte es bueno entender la relación entre las generaciones ocupando la
descripción de la visión de los demás partidos políticos, que de alguna forma
entregaron indirectamente la visión de los militantes y sus generaciones, donde
claramente se podía reconocer una estructura piramidal por la relación y
brechas entre ellos.
Los militantes del 60 y
70 son los más preparados, con vocación política, especialmente estos últimos
que lograron combinar su formación política con el movimiento de masas y la
lucha política, que es reconocida, criticada por su rol en contra de la U.P ., pero que son la base de
las estructura política de este partido, estas generaciones son muy distintas,
lejanas a la generación de lucha de los ochenta y los intereses de poder de los
90 y 2000, unida a su desorientación, escasa formación, lo que provoca que la
base fuerte no concuerde con los demás baches y desconexiones de la
construcción, lo que genera una pirámide endeble, frágil en la parte superior,
si fuera edificio, sus cimientos serian
buenos, pero los pisos de arriba habría que modificarlos.
Esto se concreta al
exigir mas a los D.C. actuales, que
retomen su rol para que arreglen estas falencias, que en el futuro sean más
homogéneos los militantes, que como lo dijeron los entrevistados, concordando
con nuestra opinión el militante no es homogéneo, ni tendría que serlo, sólo
pedimos seguir ciertos principios básicos de funcionamiento, determinados por
los inicios de este partido, que en palabras de
todos los entrevistados no se
están cumpliendo, por esto esta desigualdad interna que es obvia, en vez de
solucionarse, empeora. Por falta del dialogo, flexibilidad, vocación política,
en la cual todos concuerdan, que en los ultimas generaciones prácticamente no
existen.
Nelson Leiva
Lerzundi
Cientista Político
Celular: 982839785
Celular: 982839785
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