La
vitalidad de la democracia
La vitalidad o verdor de una democracia se ve
de acuerdo a los propósitos, saber leer las etapas en que estamos viviendo en
nuestra democracia. Saber enfrentar las crisis que desafían nuestra democracia,
percibir cómo enfrentar las reformas y los cambios que hay que hacer en nuestra
democracia, no forzarlos, no obligarlos, no someterlos, no acelerarlos, no apurarlos,
no demorarlos y eso es lo que estamos viviendo en la actualidad con la
democracia chilena.
Nuestra democracia gozó de una gran vitalidad
y, que el a partir de este año o el año anterior, si usted quiere, producto de
los césares de octubre, se ha ido fosilizando esta vitalidad y se requieren nuevos
cambios, pero desgraciadamente hay algunos que todavía no entienden que estos
cambios son necesarios, hay otros que pretenden hacer los cambios demasiado rápidos
y radical.
Indudablemente, la democracia para que tenga
vitalidad y se vaya rejuveneciendo tiene que hacerse estos cambios. Ahora los
cambios convienen hacerlos, ni lentos, ni rápidos, tienen que conllevar
distintas velocidades igual que el ritmo de un partido de futbol. En circunstancias, hay
que acelerar el ritmo de juego, en otras bajarlo, otras veces hay que tenerla y
tocar la pelota, en otras laterizar, profundizar. Eso mismo hay que hacer en la
política.
Decididamente, aquí no estamos hablando de
aprobar por aprobar y hacer reformas porque hay que reformar, o porque se le
antojo a una colectividad de personas porque son necesarios, pero estas reformas
no son a tontas y a locas.
A pesar de todo, no podemos determinar un yo
apruebo la constitución desde cero, sin pensar bien cómo se hace, ni tampoco decir
mantengamos todo como está y esperemos que se caiga sola la constitución.
Decididamente, aquí hay que pensar con raciocinio, porque está en juego la fortaleza
de la democracia y los cambios constitucionales que son requeridos, porque la
misma sociedad, los mismos chilenos, han proclamado que ya es hora de vitalizar
la democracia, conmutar las instituciones que están vetustas,
porque ya después de 40 años, una constitución que no es tan legítima en su
origen, siga siendo un obstáculo para vitalizar y profundizar la democracia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político.
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