viernes, 4 de marzo de 2022

La vitalidad de la democracia

 

La vitalidad de la democracia

 

La vitalidad o verdor de una democracia se ve de acuerdo a los propósitos, saber leer las etapas que está viviendo la República. Saber enfrentar las crisis que desafían nuestro liberalismo, también percibir cómo enfrentar las reformas y los cambios que hay que hacer en nuestro pueblo. No forzarlos, ni obligarlos, sin  someterlos, ni acelerarlos. Sin obstaculizarlos. Y este proceso de adaptarse al momento y de responder lo que se necesita es lo que estamos viviendo en la actualidad con la democracia chilena. 

Una democracia tiene que ser participativa, para que todos nos sintamos parte del proceso democrático, no sólo en las elecciones, sino en el día a día. Por sobre todo, que existan consultas, plebiscitos comunales, regionales, que florezca una iniciativa popular y de la misma manera que exista una retroalimentación entre las autoridades regionales y los ciudadanos. Más aún, crear un vínculo más horizontal y menos vertical con las potestades, para que comparezca más cercanía y más vigilancia del poder político.

Decididamente, una democracia abierta, participativa, que no prescinda temas, no cierre puertas de participación ideológica, que no tema a la difusión y que obviamente no sea polarizada y que tengamos una madurez política.

 

No obstante, nuestra democracia ha ido perdiendo su vitalidad y, que a partir del año 2019 producto de los pesares de octubre, se requiere de intervención, de nuevos cambios. Indudablemente, la democracia para que tenga vitalidad y se vaya rejuveneciendo tiene que hacer estas modificaciones para renovarse. Desgraciadamente, hay algunos pese a que entienden esta necesidad, pretenden hacerlo a través de radicalismos demasiado rápidos. Ahora los cambios convienen hacerlos, ni lentos, ni rápidos, tienen que conllevar distintas velocidades igual que el ritmo de un partido de fútbol. Eso mismo hay que hacer en la política.

 

Aquí no estamos hablando de aprobar por aprobar y hacer reformas porque hay que reformar debido a que se le antojo a una colectividad de personas, o a causa de que son necesarios. Por el contario, estas reformas no se hacen de manera desordenada, impulsivamente y sin razonar. No podemos acordar un yo apruebo la constitución desde cero como desean algunos, ni de ningún modo tampoco decir conservemos todo tal cual como está, como quieren otros. A viva fuerza, aquí hay que pensar con raciocinio, porque está en juego la fortaleza de la democracia y los cambios constitucionales que son requeridos, porque la misma sociedad, los mismos chilenos, hemos proclamado que ya es hora de vitalizarla. Trasformar las instituciones que están vetustas, ya que después de 40 años una constitución que no es tan legítima en su origen, sigue siendo un obstáculo para vivificar y profundizar nuestra democracia. 

En otras palabras, quisiéramos que en la nueva constitución se establezca un mecanismo de proporcionalidad para que se puedan formar gobiernos y mayorías estables, en donde todos se vean con la capacidad de participar. Más aún, que el voto sea obligatorio. Por el contario, que no haya una dispersión que haga ingobernable el sistema y que se vean representado con plena validez todas las fuerzas políticas, para que de esta manera den gobernabilidad y sean dialogantes con el gobierno de turno. Más aún, es fundamental que también se fomenten principios democráticos, se impulse la educación cívica y se profundicen las bases republicanas, para entender que la política en sí misma es una manera de generar reglas, de vivir en comunidad, dar estabilidad y tranquilidad a los ciudadanos. Sin duda, algunos pilares esenciales que esperamos puedan plasmarse en la nueva carta magna. 

Por tanto, se debe potenciar la idea de una democracia reflexionada, en donde, no apliquemos la lógica del ensayo y error que hemos tenido durante estos años, sino que tengamos una democracia con altura de miras, una democracia madurada, con diálogo y sobre todo, con formaciones políticas.

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político.

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