El otro lado del conflicto mapuche
De acuerdo a los últimos ataques incendiarios acaecidos en la provincia de Arauco, el subsecretario de Interior Manuel Monsalve vinculó estos hechos a bandas dedicadas al robo de madera, vehículos y narcotráfico. Más aún, destacó que este robo de madera está organizado por delincuentes que cometen el ilícito a plena luz del día, y presume que el fin de ellos está dirigido al financiamiento de las actividades terroristas que se están dando a lugar en el sector.
Qué duda cabe que este es el otro lado del conflicto mapuche, que no solo se queda en la reivindicación territorial, el término del abuso y la discriminación. El conflicto principal existe, y la legitimidad para solucionar y terminar con este problema ancestral de 140 años que tiene con el Estado de Chile, es de lo más válido y necesario. Las soluciones parten por lo mínimo con su reconocimiento como una nación con ciertas regalías, tomando acciones como las que algunos países del orbe tienen hacia sus pueblos originarios, sin llegar a ser independientes. Por sobre todo, devolverles los territorios en demanda como se ha dicho, aunque reconociendo que no se puede dar la totalidad de los aspirados.
En esta lucha no todos los mapuches están involucrados, se ve que principalmente son los sectores más jóvenes los que no están abiertos al diálogo, quizás por su situación actual, la expropiación de sus tierras, las desarticulaciones de sus comunidades, de su religión, de sus tradiciones y de su lengua. Motivos que los involucran a los grupos de resistencia armada: CAM, WAM, RAM, RMM y otros organismos, los que hacen y deshacen en la araucaria.
Estos grupos, dedicados a la violencia, mantienen una escalada de atentados que han afectado a víctimas inocentes, familias que han perdido sus viviendas, algunos la vida en atentados, e inclusive atacando a sus propios congéneres mapuches. Acciones que acaban deslegitimando a cualquier arreglo histórico que pueda hacer el Estado de Chile con sus pueblos mapuches. Es decir, esto tiene que detenerse.
Además, de ser ciertas estas vinculaciones con el robo de madera, las que financiarían las mismas actividades terroristas mencionadas, en los poblados de Malleco, Bío Bío y Cautín (macro zona sur), transformándola cada cierto tiempo en la crónica roja de los noticieros nacionales e internacionales, es que el gobierno de turno debe tomar acciones y erradicarlos, por el riesgo que representa a la hegemonía y a la seguridad de la nación.
Muchos tenemos simpatía por la causa mapuche, entendemos el origen y entendemos las necesidades de solucionar el problema. Sin embargo, estos contrastes entre el reconocimiento del conflicto y la violencia de por medio para conseguirla, hace que la solución real parezca ser irreal en muchos aspectos y en muchas causas. Recuperar tierras ancestrales es muy difícil. Reconocerlos como nación es posible, pero darles autonomía se complica más. Porque el conflicto va mucho más allá que eso, se suma la rabia, odio, peleas internas, le sumamos rivalidades, e inclusive podemos pensar que hay hasta intervención políticas de uno u otro lado. No lo sé, en este momento podemos imaginarnos cualquier cosa ante la falta de información e inteligencia de los responsables de mitigar la violencia. Todo esto genera que sea una situación compleja en conjunto.
La real y más sensata solución es buscar una convivencia, debemos tener una lógica de dialogo y hay que tomar el hilo del tema. Aunque los grupos más radicales no han mostrado interés de diálogo, inclusive han forzado el tablero al atacar a la Ministra del Interior Iskia Siches en su primera visita a Temucucui. Entonces, cuando estos grupos de radicales no les interesa el diálogo, tampoco le interesa las nuevas propuestas para el problema. Han tirado la mesa antes de sentarse, y se acabó el juego.
¿Qué hacemos cuando
se acaba el juego? Bueno, nos ajusticiamos. Entonces, a eso estamos llegando,
violencia genera más violencia. Con esto no va ganar nadie, y el único que va a
perder es Chile, y eso lo que realmente importa.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
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