jueves, 11 de agosto de 2022

El apruebo y el rechazo

  El apruebo y el rechazo

Se acerca la fecha para el plebiscito de salida con los partidarios del apruebo y el rechazo enfrascados en fieras campañas de difusión sobre la opción a escoger. El apruebo representando a la nueva redacción, distanciada a la impuesta en dictadura, asegurando mayores derechos sociales y plurinacionalidad, pero de alguna manera incompleta y recriminando a los poderes del Estado que no fueron capaces de responder en 30 años a sus demandas; mientras el rechazo, por un modelo ideológico que resistió adaptarse a la situación actual del país, pero que ataca a esos flancos dejados por la redactada propuesta, debido a su poca coherencia y de los muchos vacíos legales y jurídicos. 

Sin embargo, ¡qué el apruebo y el rechazo no celebren tanto! porque cualquiera de los dos opciones que gane deberá llegar a un acuerdo político al final. 

Por lo tanto, es inminente que si gana el apruebo la elección como nueva constitución, el gobierno esté en la tarea de modificar aquellos elementos más cuestionables, como la justicia, el contenido de anuencia indígena y todos los otros elementos que han ido creando indecisión en la opinión pública. Se deberán llenar los vacíos que deja, y obviamente para ello se tendrá que llegar a un acuerdo político, mismo que está ratificado por la aprobación de la constituyente en el plebiscito. Es un hecho que deberá haber reformas. En resumen, como lo planteó de manera simbólica la ex presidenta Bachelet “no es perfecta, pero es lo que siempre yo soñé”. 

Por otro lado, si se rechaza la propuesta constitucional también se abrirá otro proceso. El día 25 de octubre el 2021 una mayoría votó por la redacción de una nueva constitución, más aún, asentada en ser redactada por representantes electos. Esto es un mandato que impide la continuación simbólica de la constitución de 1980, o al menos ya no puede permanecer tal cual como está. Por lo tanto, al ser rechazada la propuesta habría que reformar la actual. Y en este aspecto ya hay ideas y posibles acuerdos políticos como tentativas. 

En este aspecto, gane el apruebo o el rechazo y sin que lo pretendan muchos se ha ido transformando en algo que francamente da lo mismo. Evidentemente ya la representación ciudadana que se quería ha ido perdiendo el prestigio y sumado demasiada oposición. Mejor dicho, los ciudadanos comunes y corrientes que fueron elegidos como nuestros representantes constituyentes, por sus declaraciones, por querer ser actores políticos, por las medidas extremas, por ser algunos por ser obstruccionistas, por no tener nociones jurídicas otros, han ido generado todos los problemas presentes y venideros. 

Por eso, esto ha ido llevando el proceso apruebo o rechazo a una situación que no es sólo mediática, sino que es real. Da lo mismo una opción que votar, porque entendemos que ganando una u otra opción tendrá que haber un acuerdo político para que esto funcione. Desgraciadamente, querámoslo o no, quienes administran el territorio son los poderes del estado y los políticos sus representantes. 

Si se rechazará, bajo la estructura demandada por el plebiscito, se tendría que discutir todo nuevamente a partir de cero. Entonces es repetir el proceso, o prolongarlo inevitablemente por un buen tiempo hasta consensuar un nuevo procedimiento de cómo mejorar la constitución que nos rige. Y lógicamente, que también llegarán a un acuerdo político si se aprueba. 

Concluyendo, cualquiera que sea elección augusta este 4 de septiembre nos espera un extenso sendero de conversaciones y acuerdos políticos entre los partidos de gobierno, derecha, centro, centro izquierda y también el parlamento, para encontrar la tan esperada constitución que no represente a todos, que de confianza, credibilidad, esperanza. Sobre todo como instituyeron algunos teóricos, el justo medio, la voluntad general, el acuerdo primordial para que una sociedad tengan principios y cimientos democráticos profundos y coherentes. 

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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