viernes, 13 de enero de 2023

Defender las minorías sociales

 

Defender las minorías sociales

 

Las minorías sociales podríamos definirlas como grupos que poseen ciertas características específicas, con ideologías, actividades o condiciones particulares, pero que no están en una posición dominante. Estas conviven con el Estado como grupos cordiales, muy condescendientes y de larga relación con el mismo. Y como consecuencia de estas características, estas minorías siempre están expuestas a la marginalización o a la discriminación, fortaleciéndose como grupos solo en la exigencia permanente del respeto por sus derechos. 

Estos derechos, consiguen recibir fuertes apoyos de sectores políticos para brindarles protección, tanto ideológica como material. No obstante, queda siempre entredicho cuánto de ello es política real o cuánto es populismo. Frente a esto, se distinguen quienes objetivamente sienten estos principios como propios y defienden efectivamente todo lo que se conoce como minorías, de quienes lo utilizan simplemente como bandera de lucha para obtener el mezquino, pero tan codiciado voto electoral. 

En otras palabras, estas propuestas políticas que apelan al beneficio de las minorías sociales, se caracterizan por ser de difícil aplicación, irreales para la mayoría, buscan persuadir como un canto de sirena, sobre todo apelar a los sentimientos y necesidades del elector específico para conseguir su voto, para después decir “usted vote por mí, que yo lo defiendo como un león”. 

Por el contrario, hay que saber aguisar esta sopa, darle veracidad, fluidez, consistencia al debate que va más allá que conseguir el voto por el voto. Para ganarlo se requiere evidentemente de un trabajo político, ideológico, de un análisis de discurso, de estudiar el lenguaje más allá de las palabras, sobre todo de propuestas realizables que se mantengan a largo plazo. Entonces, si lo que mueven estas causas es el populismo, cuál es el límite permisible de este y de las ideas sociales progresistas (más bien ideales integristas o humanistas, porque se persiguen desde una perspectiva más amplia de la sociedad, con el fin de integrar a todos lo que no son integrados). 

En pocas palabras, los límites son las ideas viables, lógicas y permitidas. Al mismo tiempo, tenemos que entender que no sirven de nada las ideas si solamente quedan como un discurso político, sino que pretendemos ver políticas concretas, medidas implementadas que marquen la diferencia. 

Qué es lo que hacen los partidos políticos, los antiguos, los tradicionales, los modernos, inclusive los que están en el gobierno, ante estas minorías, ¿aplican políticas como se esperan?. Y por qué no decirlo, qué hacen los partidos del Frente Amplio (FA), ¿en realidad interpretan a todos los sectores, grupos y electores que dicen representar? Sin profundizar mucho, objetivamente no lo hacen.

Ahora bien, como convertir este ideal de defender las minorías sociales en una política concreta. Según la Realpolitik, (frecuentemente utilizados para distinguir las políticas realistas de las políticas exageradas), tal vez es menos idílico de lo que pensamos y sin duda complejiza mucho el escenario político actual. El populismo nunca asume que algunas cosas se pueden hacer y otras que no. El problema radica en el electorado, muchos de los ciudadanos y ciudadanas que conforman el electoralismo de una democracia representativa votan por ellos por lo prometido en campaña, esperando un cambio.

 

Sin embargo, los partidos políticos no te cumplen, y en teoría son los que deberían captar los problemas de la ciudadanía. Según la teoría de sistemas y la teoría de partidos políticos, estos son los que deben captar las inquietudes, necesidades, los problemas de la gente y servir de retroalimentación positiva para llevarlo al sistema político, a los gobiernos y al congreso para que den las soluciones, entregando respuestas.

 

Pero la falta de credibilidad, la demagogia, el populismo, por no cumplir con las tareas asociadas al quehacer político, las minorías les está concediendo cada vez menos validez y deja de verlos como interlocutores válidos. Porque estos individuos no van a cumplir con nuestras necesidades, sino las propias. Terminaremos como siempre esperando, y si no hay cambios, seguirá aumentando la crisis de gobernabilidad.

 

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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