El éxito o el fracaso de las políticas públicas
Los mecanismos de la política y sus resultados, lo que vendría siendo las políticas públicas, en general siempre están puestos a evaluación su éxito o fracaso. Sin duda, se exige que cualquier cosa que los gobiernos decidan hacer o no hacer, tengan la efectividad suficiente para cada uno de los miembros de la sociedad a las que pretende alcanzar.
Dentro de las características que se desea mantengan estas políticas gubernamentales, siempre aspiramos a que sean modeladas de manera convincente, a modo de asegurar la subsistencia, los medios de vida y las oportunidades de los individuos. Es importante que estas políticas se planteen desde el inicio con los argumentos suficientes para la toma de decisiones de los administradores de turno, de manera que puedan confrontar, discutir y debatir de manera tal que aborden las necesidades de la manera más efectiva, es decir, que funcionen.
Las decisiones políticas que se asuman deberían ser estudiadas concienzudamente basada en resultados significativos, considerando las opiniones variadas de expertos y partes interesadas, definiendo los asuntos, consultando las alternativas, decidiendo como serán implementadas y los procedimientos de evaluación de las mismas. No se deben diseñar estas políticas pensando que ya ha dado resultado otras veces, porque la próxima vez puede ser lo contrario.
Lo que se hace como solución a un problema en específico puede acabar en otro resultado en diferentes circunstancias, esas políticas empleadas no pueden funcionar de la misma manera para ambas situaciones. Siempre hay más de una solución, y estas pueden ser el éxito o el fracaso del gobernante, según las políticas que asuma. Aun así, las políticas públicas más exitosas algunas veces terminan en verdaderos desastres.
Entonces si las políticas marcan el éxito de un gobierno, existe una relación directa entre la política y sus representantes políticos. Más aún, entre los agentes políticos y los partidos políticos. Ya sabemos que los partidos tienen la representación de colectivos sociales, por lo que sus visiones internas dirigen la agenda hacia el beneficio de ellos, en teoría. No obstante, muchos mecanismos los desconocemos. ¿Cómo prosperan los compatriotas más necesitados económica y socialmente bajo su visionado?, ¿cómo se cumplen las promesas propuestas en campañas?, ¿qué piensan los líderes dentro de sus partidos políticos de gobierno, o los opositores, para concebir estas inquietudes?. Son reflexiones importantes para entender como se modela el panorama.
Otro problema concreto a la hora del diseño, es que la política actual se piensa desde la capital. A nivel local no se distinguen estructuras y líderes que opinen y reflexionen sobre las decisiones. A la sazón, no tienen una respuesta autónoma a estos problemas, salvo las tincadas de uno u otro dirigente de partidos específicos. En su haber no hay medidas sistematizadas de decisión, lo cual hace totalmente inocuo la capacidad creativa, pensativa y trasgresora de innovación que deben tener los partidos políticos, que últimamente de relevantes ya les va quedando bien poco.
Efectivamente, los partidos políticos están viviendo un fenómeno mundial de debilitamiento, a causa de que no han renovado sus plataformas programáticas y no se han adaptado a las nuevas coyunturas. No se han fijado nuevas formas de satisfacer al electorado, ni buscan las maneras de aproximarse a la ciudadanía. No detectan sus señales y no actúan en consecuencia en la naturaleza de la política y la política.
Por otro lado, la definición del rol de los partidos políticos es sobre la institucionalidad y representatividad, no está en su haber abordar las políticas públicas. Entonces, si la relación entre partidos y política va de la mano ¿cómo se resuelve esto? Una manera simple es permitiendo que los partidos participen activamente en la creación de estas políticas públicas, modificando las plataformas programáticas, debatiendo, deliberando escuchando y dando participación a los electores, atendiendo a los militantes, fortaleciendo la democracia interna, sobre todo generando una democracia más horizontal y menos vertical, con mecanismos de transparencias constante. Si no existe esta ordenación, lo más probable es que los partidos políticos a nivel mundial y a nivel nacional continúen en lo mismo.
Para que las políticas funcionen, es primordial que los partidos
tengan más espacios para su protagonismo. Porque al final son ellos quienes
mantienen la representación institucional. Su debilitamiento auspicia el
fracaso de la aplicación de sus medidas.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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