viernes, 5 de mayo de 2023

Los deberes y los derechos humanos de los ciudadanos

 

Los deberes y los derechos humanos de los ciudadanos

 

Chile tiene una historia con los derechos humanos. Desde el conocimiento público de las actividades perpetuadas por la dictadura militar sobre ciudadanos del país, que la línea de cada gobierno posterior ha sido proteger y defender esta materia. Siguiendo con esta tradición, el actual presidente se ha vuelto representante de los mismos, en un momento donde se discute los límites que deben establecerse por las fuerzas públicas para frenar una ola de delincuencia, post el estallido social, que es sinónimo de la trasgresión y abuso. 

El tema es que el ejercicio de los Derechos Humanos de cada persona necesariamente debe coexistir y respetar los derechos de las demás personas. Por consiguiente, una limitación al ejercicio de los derechos de la persona nace del respeto y reconocimiento de los derechos de cada uno de los otros miembros de la comunidad. 

Esto se establece en el artículo N° 29 de la Declaración Universal, donde toda persona tiene deberes para con la comunidad y reconoce, además, limitaciones en el ejercicio de los derechos que emanan de la ley, que establece la regulación de los derechos de unos y otros. Satisfacer las justas exigencias de la moral, el orden público y el bienestar general en una sociedad democrática. 

Sin embargo, más allá de la ley que rige el comportamiento, el fundamento de los derechos humanos son transcendentales, es decir, se deben respetar a toda costa. Tanto el gobierno y las organizaciones estatales deben honrarlos para todos, del que protesta, del dueño del negocio, de los policías, de los ciudadanos, del estudiante, de los políticos, de la sociedad en su conjunto. Y ninguno puede justificar una violación sistemática o no, sea del tipo que sea. 

Tampoco hay que confundir el concepto de protesta con desorden público o con un proceso de proto desobediencia civil, las dimensiones cambian. Esta confusión invita a atentar contra los principios propuestos, porque el que quiere marchar pacíficamente tiene derecho a politizar sus problemas, mientras el que pretende hacerlo violentamente no tiene el derecho porque atenta contra la libertad de otros. Al final la limitación están de acuerdo al respeto de los demás. Justamente el ejercicio de los derechos humanos está acotado por el cumplimiento de estas normas. 

Por otro lado, recuerdo que había un grito en la época del gobierno militar en donde los activistas políticos de oposición salían a marchar y gritaban “a la calle los mirones”, puesto que alguna concurrencia solamente contemplaba y no se sumaba a la marcha, no protestaba contra el régimen. Quizás muchos de ellos no estaban de acuerdo, pero ese gentío también tenía su derecho a disentir. Allí nace cierta superioridad moral de los que salen a protestar, a hacer activismo político. 

Hay que reconocer que el activista sale voluntariamente porque así lo desea, pero acaba utilizando como excusa la lucha por otros, de nacer con alguna aureola de santidad y representación para criticar al resto, de impugnarlos. Desgraciadamente aquí no existe eso, sólo hay determinaciones valóricas propias. Quienes quieren inmiscuirse tienen derecho a salir a protestar y a dar una opinión política, así como los que no, tienen el mismo derecho de no presentarse. El problema, es que al parecer esta conducta se ha vuelto el símbolo epítome de la intolerancia que dicen ellos combatir, pero también hay que tenerlo cuenta porque es parte de violar ciertos derechos. 

En general, así como se condenó el abuso de los derechos humanos de la dictadura, condenamos el abuso de los derechos humanos del gobierno cuando existe el abuso de la autoridad policial. Del mismo modo, tenemos que condenar aquellos que ocupan el derecho a la protesta para politizar problemas para conseguir sus objetivos políticos, y en su defecto, no respetar los derechos de quienes no quieren participar y ven como destrozan sus bienes, sus iglesias, sus medios de transporte y muchos otros recursos que les atañe. 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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