El absurdo
en la política está en todas partes
Que duda nos cabe, estamos viviendo la política del absurdo, un humor negro permanente presente en las actividades de quienes nos representan y dirigen, que se ejemplifica en la acusación constitucional al ministro de Educación Marco Antonio Ávila. Y muy a pesar que se ha hablado bastante del tema, es bueno ser porfiado e insistir, pues representa los niveles a lo que puede llegar.
Al ministro se lo acusa de siete irregularidades, hechas públicas por el libelo acusatorio, como una lista de faltas relacionadas con el derecho preferente de los padres a decidir donde educar a sus hijos, con la ley de educación pública y otro por incumplimiento del rol de supervigilancia.
Cuando se dan a conocer estas demandas, son acompañadas con declaraciones de abierta homofobia y conservadurismo al acusar de “poner su inclinación sexual en la agenda del despacho de educación”, por parte del diputado Bobadilla; y de “estar poniendo por sobre una educación sexual para todos los niños, su propia orientación”, por su homónimo Benavente. Estas denuncias dejan claro el problema, el ministro les cae mal a los opositores.
Paralelamente, el Frente Amplio se suma al rechazo de gran parte de los actores políticos y defensores de los derechos humanos, argumentando que el ministro está siendo acusado por su condición sexual, la que efectivamente no sería heterosexual. Visto lo cual, a estas alturas y tiempos que vivimos no sería una complicación, pero ellos escudándose en la ideología de género aseguran que tal sería la justificación de la imputación. En contra posición, como es natural en una comedia de absurdos, uno de los acusadores asegura abiertamente el desconocimiento, hasta claro, la confirmación del mismo gobierno.
Por lo pronto, creo ser parte de los muchos ciudadanos que no sabíamos que el ministro no fuera heterosexual. Aquello no es de importancia para el ejercicio del cargo, ni mucho menos era su deber andar con un cartel en la espalda para aclararlo. Sin embargo, aquella privacidad del ministro ahora es de conocimiento público, está en los diarios, revistas, televisión y no fueron estos medios quienes sacaron al ministro del closet. Esa forzada acción es causa de su propio sector político al defenderlo.
Sin lugar a dudas esto lo ponemos como ejemplo de lo absurdo. Este tipo de situaciones se han propiciado porque en la política ya no hay una lealtad, no hay códigos, no hay principios, tampoco razonamientos, los cuales se hacen escasos en el parlamento o en los sectores oficiales. Dónde se ha visto en la historia, y en el sentido común, que la sexualidad de un ministro, o de una ministra, o los problemas personales de un político cualesquiera, puedan imponer una causa cuantificable de responsabilidad política. En ninguna parte, salvo en esta situación y por una chiquillada, por una improvisación de los mismos parlamentarios del gobierno que salieron a defenderlo y que al intentarlo, no lo ayudaron tanto, puesto que entregaron información que no era necesaria.
Entonces, el gran tema detrás es la dignidad del jefe de la cartera de educación. No sabemos si el libelo acusatorio o los argumentos presentados son suficientes para la acción tomada, o simplemente tal como especifican algunos analistas, si lo quieren destituir lo van a retirar a causa de que les cae mal. Pero la acción no tiene que involucrar privacidad que no interviene en su cargo.
El daño colateral ya está hecho. No obstante, siempre quedan rodando cuestionamientos sobre si se puede hacer una buena política sin lealtad o sin confianza, o bien, sin un mínimo de respeto por la persona. Esto no solo ha tocado a ministros, también lo hemos visto en falsas acusaciones contra honorables de la república, de igual o mayor magnitud en lo absurdo, como la acusación de ceguera de la Senadora Fabiola Campillay.
Ahí está lo absurdo y lo irónico de lo que se está dando en
la política últimamente, porque el daño proviene de donde menos se espera. Para
el ministro en cuestión fue por su orientación sexual, a manos de sus aliados.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político.
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