El mal que hace el clasismo a las minorías
El clasismo es un fenómeno global que consiste principalmente en una actitud adoptada por una persona o un grupo, que discrimina a otra persona o grupo, por pertenecer a una clase social más baja, por no ser parte de su cultura o por no tener las mismas condiciones base, generando una condición de clase. Desgraciadamente, este comportamiento se ha arraigado profundamente en nuestro país y la vivimos en distintos ámbitos de nuestra vida.
Una de ellas se evidencia en las agrupaciones que luchan por constituirse en un espacio de apoyo e integración para quienes viven con una orientación sexual diferente a la heterosexual. Estas se han dividido en dos agrupaciones que luchan por los mismos intereses, los derechos de las personas de condición sexual distinta, pero no se mezclan entre sí. Quizás de cierta manera indirecta por su tiempo de formación, o bien directamente por la influencia que tienen quienes los representan, distanciándolos entre aquellos de los sectores homosexuales más humildes y los de clase social media-alta.
Así mismo existen otras agrupaciones que también resguardan a una minoría, que también experimentan segregaciones internas como son los grupos que viven la discapacidad, que ajeno a todo pensamiento también se discriminan. En la perspicacia vivida, al interior de los grupos de discapacitados cuando no te ven tan limitado, surgen sesgos de discriminación al identificar a la persona como más normal.
En general, todos los grupos de minoría experimentan algo parecido, a pesar que estas diferencias siempre existen a un nivel país, donde algunos son más pobres que otros y por ende de clases distintas, donde unos están en una agrupación donde se luchan contra la discriminación de la élite mientras se forman élite en la misma, siempre serán necesarios ambos grupos para progresar.
Sin embargo, es inevitable que se acabe por crear una animadversión entre integrantes por ese clasismo, que nace por el arribismo y la profunda visión discriminatoria que existe de presumir ser mejor, por pertenecer a una clase social superior, o tener una mejor condición mejor frente al resto, siendo que ambas partes son una minoría en sí mismas.
En consecuencia, se genera un ambiente todo lo contrario a lo que persiguen estas agrupaciones. Se gestan quiebres en sus nobles propósitos que en vez de defender intereses e ideas generales notoriamente útiles y necesarias para el país, como son la inclusión, la igualdad, etc., se transforman en vigilantes y protectores de los privilegios de los sectores que siguen estas banderas, mientras a su vez se discrimina y sectariza dentro del mismo valor que supuestamente defienden.
Estas acciones son cosas absolutamente lamentables, puesto que viven los mismos prejuicios, las mismas postergaciones y los mismos modos operandi. Por lo tanto, por estas vicisitudes el mundo de la discriminación en general no alcanza el objetivo que quieren, porque en vez de estar todos unidos se dividen y este fraccionamiento produce notoriamente intereses individuales. A raíz de ello, la gente fuera del problema percibe esas diferencias como incongruencias que acaban con su lucha ideológica mal evaluada por la opinión pública.
Al mismo tiempo este es un fenómeno que hay que profundizar porque se da tanto en las minorías sexuales, en las minorías de la discapacidad y otras donde no hay un globalismo, ni tampoco donde hay una necesidad de integrarse y de entender que todos están luchando por un mismo objetivo.
Es válido que existan distintos enfoques por un bien común, por supuesto y es totalmente legítimo, pero la idea esencial que persiguen es luchar todos por lo mismo, siempre y cuando exista un solo ente que los agrupe a todos. En caso contrario, tendrán menos fuerza, escasez de visibilidad y cuando estén dentro vivirán una fuerte dosis de clasismo, racismo, arribismo, dejando al objetivo esencial manchado y perjudicado.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
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