El fracaso del proceso constituyente
El proceso constituyente surge como una herramienta, como la solución del sistema de partidos políticos a los problemas demandados por los movimientos ciudadanos en el estallido social, herramienta que finalmente se vuelve inútil tras ser rechazados los proyectos presentados por los organismos constituyentes, desechados por la misma mayoría que anhelaba la modificación del actual. Con esto se pone fin al proceso y con ello a esta vía como respuesta.
Según el analista político Pepe Auth, este último proceso constitucional no logró el consentimiento tan ambicionado para instituir las medidas de coyuntura comunes entre la política y la sociedad en su conjunto.
Lo que es a ciencia cierta ninguna novedad, porque nunca en el proceso constitucional la totalidad de las fracciones condescendieron parte de su libertad para crear la voluntad general. Ninguna de las partes pretendió elaborar un contrato social como dicta el concepto Roussoniano. Es más, en ambos procesos una mayoría que integraba el órgano constituyente quería una constitución a su imagen y semejanza, olvidándose por completo que hay sectores que piensan distinto y de las demandas expresadas por el estallido social.
Dicho de otra manera, reanudamos a la lógica del año setenta y tres, de quienes son amigos y quienes enemigos. Volvemos a tropezar porque una mayoría, por no decir todos, quieren mantener su Status Quo, en la política, en la economía o en la sociedad.
Es decir, los que creen que en este país todos somos progresistas, les digo que desgraciadamente hay concurrencia que es conservadora y que no está de acuerdo con sus valores. Existen mujeres que no son feministas y que obviamente del mismo modo tienen derecho a preexistir en el país. Hay más de dos millones de personas discapacitadas, de las cuales hay una mayoría que no se preocupa por ellos. A los ultraconservadores les digo que hay semejantes que son progresistas que buscan una igualdad social, que inquieren el bien común. También hay otros grupos que somos comunitarios, que creemos lo comunidad pese a que parte de la población no lo acepte. Existen diversidad de pensamientos, todos buscando una mejor sociedad que no se han visto representados en este último proceso.
Los extremos pusieron la música con la que todos bailaron, pese a que no se consigue absolutamente nada con ello, ni siquiera un contrato social, un acuerdo de dirección país mínimo, de un proceso que tendría que haber resultado mucho más simple.
Por consiguiente, todo lo que señalan algunos analistas políticos es incuestionable. Es que no se puede no concebir una aprobación constitucional en una sociedad cohesionada. Sucede únicamente porque nos desconocemos en las ideas, en los principios o pensamientos existentes en nuestro país. No nos hemos escuchado en estos últimos años y tampoco nos hemos tomado el tiempo para conferenciar.
Se ha perdido el tejido intelectual. Los partidos y organizaciones sociales acaban existiendo sólo en el papel, con lo cual es imposible conseguir un encuentro y así generar un consenso entre esos dos núcleos importantes, que es de lo que habla Pepe Auth. Evidentemente no quisieron un encuentro porque no les convenía, quieren el todo o nada, aunque con eso no se haga mucho.
Al final, las nuevas generaciones políticas no son partidos ideológicos destinados a escuchar al otro y tener grandes discusiones políticas; mientras los antiguos partidos, se quedan en sus antiguas discusiones de antaño, apartándolos prácticamente al baúl de los recuerdos frente a los demás.
En conclusión, este fracaso fue únicamente posible por los 2/3 de una mayoría excesiva y de la polarización de nuestro sistema político. Culpa del abandono de los líderes políticos, por las faltas de prioridades o la poca lectura del acontecer de la ciudadanía. Tampoco podemos dejar de lado la falta de educación cívica de los electores, que sin duda por el resentimiento presente a la falta de cambios radicalizaron sus decisiones a la hora de escoger representantes, apoyando a quien sonaba mejor a sus intereses. Por todo eso la convivencia social sigue fracturada, y estamos a la espera de cómo solucionarlo.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
político
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