Hay lobby bueno y del malo
Esta es una discusión que siempre se ha tratado en el tiempo, si existe lobby bueno o malo, ya que por muchos gobiernos estas gestiones propias de intereses privados se han mantenido en Chile ocultas de la opinión pública, originando la desconfianza de las materias tratadas y del alcance sobre las decisiones tomadas al respecto. Sigue viva en la memoria el caso de la ley de Pesca, donde el ex ministro Longueira presentó el texto tal cual habían indicado los lobistas de la industria pesquera.
Evidentemente, la discusión en la actualidad sigue siendo igual de relevante, más aún por los acontecimientos ocurridos, en donde ciertos parlamentarios y ministros de gobierno asistieron a reuniones en la casa de Pablo Zalaquett, con la omisión de notificarlas bajo la ley del Lobby, el mismo que nació tras los escándalos de Longueira.
Hay que aclarar que el Lobby no es un concepto moderno que habite la política. Por el contrario, es un tema fundamental de la misma, ya que el lobista es la persona que representa a otra para llegar a los sectores del Estado y servir de nexo para conferenciar un tema e instalar distintas inquietudes. Su objetivo es obtener una resolución o acuerdo favorable a los intereses propios o de terceros en temas relacionados lo profesional, laboral o sobre negocios. Aquí el lobista intentará convencer a toda persona que tenga autoridad o influencia sobre la implementación de leyes, acuerdos del Congreso, políticas o contratos públicos, los que usualmente acaban siendo ministros, gobernadores, asesores, parlamentarios, contralores y otros similares.
Sin embargo, pese a ser una práctica necesaria para unir dos grupos contrarios de la política, existen grupo de disidentes que opinan que el lobby ensimismo es innoble porque buscan interceder para conseguir actos de conveniencia para políticos o sectores de influencias, en donde muchas veces empresas tratan de beneficiarse, en situaciones donde la comunidad o vecinos están en contra por las consecuencias que traen.
Y en las cenas en la casa de Zalaquett, las dudas afloran por las reuniones secretas con la titular del Medio Ambiente con empresas salmoneras que buscan ampliar sus centros de cultivos. Entonces, es necesario discutir sobre los límites que deben existir para estas intervenciones, establecer el tope entre conversar y el de implantar presión para influir. Acordamos que el primero es una forma positiva para beneficio de todos y el otro ya entre en el delito de coacción o tráfico de influencia.
Una manera es la misma ley del lobby pese que al final el límite impuesto es difuso, es poco claro y siempre tendrá zonas grises. Obviamente, que exista la ley no implica que se cumpla en su totalidad, ya que siempre van a quedar vacíos legales que después no se pueden concretar ni llenar con prontitud, como es el caso de las cenas fuera de hora de trabajo.
En tal caso, la mejor manera de regular es materia de la ética social. Hay que volverla una cultura, lo que implica tomar conciencia de que todos y cada uno de nuestros actos tienen consecuencias sociales sobre los demás y el medio ambiente. Sin embargo, la política nos ha demostrado que depende mucho de la ética individual, en donde prima lo personal a lo común, lo individual sobre lo solidario y obviamente no es una materia en que los políticos manejen con mucho tino.
Lamentablemente la ética individual en algún momento acaba por transformarse en una conveniencia, en el uso ilegal de tráfico de influencia al utilizar los contactos personales para tratar de influir y sacar provecho. Luego se transforma en coimas, a sobornos y otros mecanismos de coacción para que se defiendan sus intereses. El límite al inicio se mantiene difuso y eso hay que reconocerlo, y en ese espacio puede pasar a la ilegalidad.
En qué situación quedamos con las cenas de Zalaquette. Pese a la existencia de la ley N°20.730 que busca cumplir con los mayores estándares éticos para fortalecer la transparencia y probidad, no fueron informadas, nos enteramos como siempre, “por la prensa” violando el principio de transparencia de entregar la información a los medios de comunicación y público en general. Lo que surja luego, es materia de esperar.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista
político
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