Pagando con la misma moneda
Una nueva polémica se abre al gobierno después que nuestro presidente se manifestara duramente contra aquellos que se oponen al acuerdo fiscal, tildándolos de boicoteadores. El tema es que Gabriel Boric al presente está al otro lado del mostrador por primera vez, es decir, está descifrando lo que sintió en su momento Piñera con la oposición que el Frente Amplio (FA) ejerció contra su gobierno, ya que no sabemos si la derecha, premeditadamente o en forma natural, está haciendo lo mismo.
Antes de que emergiera el FA, el artilugio entre la concertación y la derecha para hacer andar el país era: gobierna uno, gobierna el otro; se proponen leyes y como nadie tenía mayoría parlamentaria se negocia todo. Entonces, de alguna manera se crearon proyectos que muchas veces funcionaron, si bien para ello se convenía y dialogaba una solución intermedia que podría gustar o no, que podría tener un futuro o no.
Esa dinámica duró hasta el gobierno anterior. La tesis de estos nuevos jóvenes del FA, ahora al gobierno, se basa en que la democracia de los acuerdos no servía, por el contrario, se debía presionar para conseguir las reformas deseadas y prácticamente rearmar el país con sus nuevas ideas. Por esa razón ellos partieron con el borrón y cuenta nueva, arremetiendo con los estoperoles por delante.
El primer flanco fueron los partidos de la concertación, ya que para tener un lugar debían aniquilar y remplazarlos en vez de convivir. Se les negó todo tipo de apoyo en materia legislativa, entorpeciéndolos todo lo posible. Por lo mismo, con eso no se ganaron a las bases de los partidos de centro izquierda tradicional, que los ven con cierto recelo.
Tampoco se debe olvidar el mecanismo ilegítimo por el cual llegaron al poder, aprovechándose de un movimiento social legítimo bajo las reglas de la democracia, manipulándolo parar desestabilizar premeditadamente o de manera indirecta al gobierno de Sebastián Piñera. De esa manera también se ganaron la desconfianza permanente de la élite económica del país y de la derecha.
Por eso es visible que existen problemas en las relaciones de ambos sectores. Sin embargo, la situación ha sido bastante más favorable de lo que se esperaba, en virtud que todos prorrogaban que la derecha fuera aún más dura y le pagarán con la misma moneda que utilizó el FA.
Afortunadamente para ellos no ha sido así, porque han tenido un margen de error proporcionado por la ex concertación que se ha jugado su trayectoria política mediando y poniendo la cara por ellos, sirviendo de interlocutor ante esta derecha antagonista que ellos mismos se buscaron y estos otros enemigos concertacionistas trabajando al servicio de ellos, aunque no con mucho gusto.
Esta situación trae roces, porque el gobierno no siempre va a conseguir sacar adelante sus proyectos y cuando no consigue lo que quiere acusa que se les quiere boicotear, como ahora en el acuerdo fiscal. Al mismo tiempo, la derecha siempre obstaculiza algunas cosas, siempre busca sus propios intereses. Si el boicot hubiese querido empezar desde el primer día, lo hubieran hecho y este gobierno con la fragilidad política que tiene no dura una semana.
Por lo tanto no han sido saboteados, solo defienden sus propias ideas. Es decir, a la derecha no le han gustado nunca esas políticas, nunca han sido solidarios con el resto. A ella le interesa que los ricos no paguen más impuestos, pero esas contramedidas también se las hacían a la concertación.
Para salir de esta posición deben buscar una solución intermedia y como no tienen la mayoría parlamentaria para hacer una negociación para lograrla, lo único que le queda es reclamar, porque tampoco tiene la habilidad política de los gobiernos de la concertación para negociar. Están descubriendo una realidad que es evidente, no existe boicot alguno. Su problema es que son una minoría política, además de ser arrogantes, ególatras e ineficientes. Lo peor es que son otros los que están gobernando por ellos.
En este caso la derecha se va a seguir comportando así, de alguna manera injusta o ilegítima, o como muchos lo quieran ver. Les están pagando con la misma moneda. Es injusto, inadecuada, antiético, así es ya que desgraciadamente en la política la ética hace mucho que no existe. Esto que sirva de reflexión, se puede hacer oposición, más aún, se puede ser de oposición, aunque los parlamentarios y grupos opositores no pueden negarle la sal y el agua a un gobierno, aunque les caiga mal porque después viene la vuelta de mano.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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