sábado, 30 de noviembre de 2024
viernes, 29 de noviembre de 2024
jueves, 28 de noviembre de 2024
La peligrosa utilización del Estado
La peligrosa utilización del Estado
Para nadie es un misterio que el gobierno que triunfa en una elección se reserva el derecho de elegir y poner a quien quiera en los organismos del Estado. Aun así, no entendemos por qué en la práctica, se comportan como si tuviera poderes ilimitados para que el gobernante disponga de sus incondicionales en los cargos del Estado sin el mínimo respeto por la ética en la función pública.
Una relación que ocurre de igual manera para todos los movimientos políticos cuando llegan al poder, sea de izquierda, derecha, centro, etc. ya que, con los copamientos de los organismos del Estado, lo que se ven y aquellos que no, los gobiernos concentran más autoridad en la utilización del poder público a su servicio para así llevar a cabo sus proyectos. Y como queda claro, esto sucede cualquiera sea la ideología.
Sin embargo, afianzar esa autoridad no significa necesariamente sobre poner nuevos funcionarios para manejar o dirigir las políticas públicas en desmedro de los empleados de carrera.
Llegada la oportunidad, las llamadas bolsas de empleo hacen presencia con todos sus comisionados de importancia y relevancia, buenos sueldos de por medio, usufructuando muchas veces del poder del Estado para beneficio de la organización, afectando directamente a los organismos públicos a los que ingresan. No quedan aparte las agrupaciones políticas nuevas como el Frente Amplio (FA), que con poca experiencia de por medio no dejo de acomodarse.
Pero principalmente, el tema del perjurio de estas prácticas recae en la incapacidad de no concentrar toda la eficiencia necesaria en las materias que son de interés para la comunidad. Es decir, no se mantiene centrada la atención en lo que quiere la gente, sino en lo que quiere el partido. Lo que evidentemente es la forma característica y criolla de hacer política, la manera en que el país entiende cómo se concibe. Una manera bastante sui generis e inadecuada, en virtud que se rompe la lógica de la meritocracia, se desmigaja la lógica de la capacidad, de la inteligencia, del esfuerzo y al final todo se transforma es una repartición distributiva entre muchos; los famosos cueteo políticos.
Por consiguiente, qué pasa con la meritocracia, la profesionalidad de quienes sirven en la Administración Pública, con el fin de lograr transparencia y calidad en la atención a los ciudadanos. Dónde queda todo el discurso que da la derecha sobre el mérito propio, de construir en base a las capacidades para mejorar la función. La verdad se hace gárgaras con la meritocracia, ahora el FA en gobierno más aún. No ha cambiado este esquema en lo absoluto, tan solo se exigió que coloquen otro sitial en el prorrateo del poder, lo certificamos en la Corte Suprema donde ya han elegido ministros visados por el FA.
En otras palabras, esto señala que en nuestros partidos políticos pueden existir diferencias ideológicas, pero a la hora de copar el Estado, son todos ambiciosos, quieren tenerlo todo, pagan favores políticos e instalan mecanismos perniciosos y viciosos, aprovechándose de la falta de fiscalización y de control de los sistemas políticos, más aún valiéndose de la cultura política que se lo permite.
Sólo se disminuyó este proceder tras los casos de corrupción; el caso coimas, con el acuerdo entre en el gobierno de Ricardo Lagos y Pablo Longueira. No obstante, a pesar de estos acuerdos aun así no se han terminado las malas prácticas. Y me temo que seguirán produciéndose, ya que son inherentes a la política, al final de todo se deben pagar los favores prestados en campañas, a la deuda electoral contraída.
Se supone que la política es por una convicción ideológica, por el deseo de prosperar tu país y no por querer aprovecharse de la situación. Acá peca el FA, quien tras tanto criticar en su momento, ahora igual usufructúan y se comportan como se han comportado todos.
Entonces, el
copamiento de los funcionarios públicos es una realidad, muchos nombrados
ocupan sus cargos. No obstante, no saben utilizar ese poder que se les confiere
generando la crisis de la actualidad. Es preciso que los funcionarios públicos
mantengan su independencia e influencia, que en lo concreto se vea lo correcto
de las políticas públicas. Eso es lo que debemos cambiar, que esta mala
costumbre se vaya erradicando en Chile y en el resto del mundo.
Nelson Leiva
Lerzundi
Cientista
Político
sábado, 23 de noviembre de 2024
viernes, 22 de noviembre de 2024
jueves, 21 de noviembre de 2024
El hombre que no conoce su historia
El hombre que no conoce su historia
La frase “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, es una de esas condenas acreditadas por el tiempo que no deja de repetirse en la historia de los pueblos y de nuestra propia humanidad. Muchos capítulos se han escrito y reconocidos son los errores que se reiteran una y otra vez sin evitar que sigamos tropezando con la misma piedra.
Nos queda la incógnita si existe alguna forma de poder evitarlos. Infortunadamente, los países nos olvidamos muy rápido de nuestro pasado. En eso, Chile ha tenido en sus 200 años de historia varios gobiernos autoritarios y unos cuantos periodos dictatoriales. En 1990 salimos del último y dejamos atrás sus consecuencias trágicas, la mayor la violación a los derechos humanos de nuestra soberanía.
Recuperada una vez más la democracia, nos hemos propuesto no volver a tropezar con esto. Sin embargo, lentamente volvemos a aspirar lo mismo, ya que vemos en todos los sectores políticos que se olvidan del razonamiento, del diálogo, encaminándose a cometer idénticos vicios anteriores, acercándonos a zancadas a un nuevo vestigio dictatorial. No se aprende de la historia.
Dicho de manera más profunda, también en nuestra corta historia hemos tenido períodos de gobiernos populistas que nos ofrecen soluciones rápidas, alcanzando salidas ineficientes que conducen a situaciones en que las constituciones y los organismos políticos comienzan a desgastarse, las cuales, al no cambiar su proceder a tiempo, vuelven a forzar la llegada de intervenciones autoritarias y a repetir la historia.
De qué nos sirve ilustrarnos con Francisco Encina, Frías Valenzuela, Gonzalo Vial, Barros Arana, entre otros. De qué nos aprovecha los trabajos realizados por nuestros grandes historiadores además de aprendernos de memoria sus fechas y los hechos, dónde queda adquirir nuestra cultura, profundizar en la historia de nuestro pueblo y en su política. Recapacitar de lo que no se tiene que hacer y comprender que se debe hacer también.
En este país caemos permanentemente en estos vicios, remendamos nuestras acciones como una conducta permanente y después alegamos que la pobreza, el populismo, que la inestabilidad social, que la falta de acuerdos, que la constitución ya no nos representa. Excusas y más excusas, pero no somos capaces de responder a estas necesidades porque no aprendemos de nuestra historia.
En parte, no la queremos aprender, no la citamos, no la conocemos al dedillo. Si la conociéramos y entendiéramos, nos daríamos cuenta de que hay cosas que no pueden repetirse, como la guerra civil del 1891 que inició por una dificultad que hubo entre el parlamento, hoy Congreso Nacional, y el poder ejecutivo Balmaceda. La marina apoyaba al parlamento; el ejército se mantuvo leal al presidente Balmaceda. El presidente Manuel Balmaceda era un progresista para su época, quiso hacer algunas reformas, la oposición se negó a ellas produciendo un quiebre y el inicio de una guerra civil que duraría seis meses.
Otra muestra de algo parecido, el gobierno de Salvador Allende y el golpe de Estado de 1973. Con una edición extremadamente ideologizada de ambas partes, el gobierno y la oposición, sin tener diálogo terminó con la tragedia de la muerte de Salvador Allende en la Moneda. Este líder cometió algunos errores políticos al albergar ciertos grupos subversivos e ilegales, de fomentar el extremismo y además de establecer una agenda de cambios sociales sin tener una mayoría política en el congreso, algo muy similar a lo que le pasó a Balmaceda. La diferencia radica en que Balmaceda quería hacer cambios mucho más lógicos y racionales. Balmaceda quería nacionalizar el salitre; mientras Allende nacionalizó el cobre y se fue al extremo al expropiar empresas y estatizarlas.
En conclusión, hay hechos que son muy parecidos entre sí, que cuando hay pugna entre grupos políticos siempre se llega a los extremos. No debemos olvidarnos que la creación de los radicales nace de la separación de los liberales, los conservadores tuvieron su ruptura con la falange. En el fondo si usted estudia la historia aprende de los errores, de las virtudes y de los defectos para que no vuelvan a repetirse.
Por lo tanto, el estudio y entendimiento de la
historia son necesarios, porque es el ADN, la huella digital de un país y de
sus principales problemas. Los habitantes de Chile, muchas veces no conocemos
nuestra historia y repetimos los mismos hechos una y otra vez, demostrando que
no aprendemos absolutamente nada, condenándonos a tropezar una y otra vez.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista político
viernes, 8 de noviembre de 2024
Se puede hacer una campaña con poco dinero.
Se puede hacer una campaña con poco dinero.
Ha concluido una campaña electoral más, en la cual sin duda han circulado enormes y disímiles cantidades de dinero entre los candidatos participantes, mostrándonos una vez más la desigualdad existente de recursos en las campañas políticas.
Es qué, acaso se puede hacer campaña con poco dinero. La respuesta es efectiva, se puede hacer una campaña de tal manera, pero esa campaña sólo puede ser testimonial. Desgraciadamente el sistema político es tan pérfido que elecciones como las que logró Carlos Bianchi Chelech de forma independiente en nuestra región, son excepcionales por la circunstancia de salir electo con recursos monetarios personales.
Al presente, los Bianchi en sus respectivas reelecciones, ya siendo parlamentarios, tras aumentar su poder adquisitivo dejan de contar como excepciones, porque ya han pasado a ser parte del Statu Quo. Por consiguiente, al ser independiente se necesita mucho más aporte para financiar la campaña y asegurarse de salir electo.
Si bien en una elección el factor dinero no es el más relevante, sigue siendo determinante sobre todo para que los candidatos transmitan su mensaje y alcancen a todos los sectores. Para ello se utilizan los medios tradicionales de comunicación, la radio, la televisión, también los medios digitales como las redes sociales y usar publicidad política, las gigantografías, folleterías, que se suman a participar en discursos, debates, eventos, “puerta a puerta”, etc.. Para la gran mayoría de esas actividades se requiere una cantidad onerosa de dinero, que muchas veces obliga al aporte de dinero personal mediante préstamos bancarios.
En consecuencia, invertir en la campaña es lo que muchos candidatos hacen, porque mientras más dinero tengas mayor publicidad obtienes y con eso la opción de ser más reconocido. En comparación, hacer una buena campaña territorial, con un “puerta a puerta” bien planificada puede equiparar algo esta situación, solo que requiere del apoyo de un equipo de trabajo y un partido que respalde. Y en ese caso, hay ciertos partidos políticos que tienen mayores recursos, con enorme caudal de votos y capacidad territorial que otros, que también aportan dinero a sus candidatos.
Por otro lado, si un candidato va a una reelección este tiene un electorado cautivo y va a buscarlo, por lo tanto, no necesita mucho caudal para ser reelegido de alcalde, concejal, gobernador o consejero regional. Ciertamente ahí el factor monetario disminuye.
Para regular estos montos, se estableció la ley electoral que regula y deja de lado los excesivos gastos de dinero y el inmoderado consumo de campaña que se daba anteriormente, donde la diferencia de gastos en las distintas campañas entre los partidos políticos era abismal. Al momento se ha mesurado un poco, pese a lo cual, nítidamente se ha demostrado que la cancha aun no esta pareja y por más ley que exista esta situación va a ser muy difícil de equiparar. Solamente la notoriedad de un candidato y una fuerza territorial armada puede equilibrar en algo la distribución de recursos monetarios de por medio.
En otras palabras, esto es parte de las reglas del juego político, detalle de las reglas de la democracia que en materia de financiamiento no es igual para todos, porque también dentro de los partidos existen diferencias en la financiación entre los mismos candidatos. En algunos casos se calcula que opciones tiene de salir electo directa o indirectamente y según ello se apoya, cuando esperaríamos por regla general, no escrita, que quien tiene más recursos debe apoyar económicamente a los que tienen menos. Muchos lo hacen con un sentido solidario, otros lo hacen para ganarse un aliado en campaña, distintos inclusive hacen daño a los mismos compañeros de lista.
Estos son los vicios que tiene la política, que evidentemente no mucha gente conoce, sólo ve la fachada, las palomas, letreros. Se desconoce la mecánica de las campañas electorales, de los sacrificios que diariamente realiza un candidato en una campaña electoral para poder persuadir a los electores modernos, un elector que es distinto, con mucha información y conocimiento de los procesos políticos, con mayor cognición sobre su rol en los procesos democráticos, disconforme e intransigente, capaz de interpretar entre las diferentes opciones, alternativas y estratagemas que se le presenten en tiempos electorales.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista político
sábado, 2 de noviembre de 2024
viernes, 1 de noviembre de 2024
Se requiere urgentemente retomar la Educación Cívica
Se requiere urgentemente retomar la Educación Cívica
La política de edulcorantes que se utiliza para cautivar con palabras agradables y convincentes, si bien, en el fondo es para intentar seducir o engañar, es la que siempre aparece en épocas de elecciones y resulta efectiva. Es la política que expresa lo conveniente a decir para convencer, pero que acaba haciendo las cosas a su antojo. Esa ha sido la actitud permanente de muchos gobiernos y muchas autoridades.
Ahí está el error, así le facilitamos el paso a la demagogia, al populismo, a la irresponsabilidad y a las consecuencias que trae, como tener un electorado incapaz, una sociedad menos crítica, un país más permeable a las mentiras, un pueblo que busca soluciones fáciles, un Estado que sugiere acciones sin sentido, la disminución en la calidad del debate y de la discusión, la pérdida de libertades de expresión, de movimiento, y la incapacidad de defender nuestras posiciones.
Aguardamos por lograr ciudadanos comprometidos y civilizados, que se den cuenta de los errores cometidos por las autoridades y al mismo tiempo les exijan responsabilidades. No queremos expertos en política, ni en temas de actualidad, pero sí ciudadanos que sean mejores, que asuman un dictamen y que puedan defender ese pensamiento, alcanzando una formación cívica adecuada.
No obstante, no podremos conseguir este ciudadano si seguimos siendo atraídos y seducidos por las promesas al oído, engañándonos a nosotros mismos con las expectativas de lo ofrecido.
Para Platón, los políticos debían no solo convencer, sino a forzar a sus ciudadanos a ser mejores, para que así le tomen interés a los que ocurre a su alrededor, de lo contrario entramos en la discusión rápida de culpar a los políticos, al sistema o a cualquier otra cosa, menos al compromiso ciudadano.
El Estado, la política y su estructura, las hace el hombre y es el compromiso de los ciudadanos lo que lleva a las sociedades a evolucionar. Grecia, Roma, Egipto, fueron grandes civilizaciones que transformaron sus ideas de democracia absoluta a la de una democracia elitista, regida por pocos, dejando la lección que la ciudadanía es la que logra generar los cambios.
Tras las protestas o disturbios de los plebeyos u clase media de la época lograron obtener participación, aunque elitista, ya se formaba un sistema que es la base de la democracia occidental, las bases de la política, de la participación ciudadana y de las instituciones que acabaron llegando a nosotros con los españoles: el municipio, las gobernaciones, los edictos, los pretores de la justicia, los asentamientos, el ayuntamiento y otras organizaciones creadas en el sistema influidas por los germanos y otras culturas donde Roma logró su dominación.
Dicho esto, es necesario que nuestros ciudadanos tengan una educación cívica para desarrollar su compromiso con la democracia, el respeto por el otro y la conciencia de la vida en comunidad.
Que a través de esta formación se obtengan las habilidades, conocimientos, valores, entendimiento de los derechos y de los principios básicos de las instituciones del Estado, para saber cómo funcionan y que eso permita a los ciudadanos tomar una postura y opinión al respecto. Que, a la hora de votar, tengan una elección clara, que no se repita escoger al menos malo, como en el último proceso, o ir a votar porque es obligatorio.
Además, conociendo las distintas necesidades, usted puede participar en su comunidad a través de las organizaciones sociales respectivas: junta de vecinos, centro de madres, clubes deportivos, con el fin de mejorar su entorno. Esto es un modo de hacer política, ocupar su pasatiempo para mejorar la calidad de vida. No es necesario ser militante de un partido para eso, todos hacemos política y viene de épocas antiguas.
De la misma forma la participación política tiene que ser constante y necesaria para que en los próximos años este país tenga ciudadanos comprometidos, con conocimiento para hacer los cambios sociales necesarios responsablemente. Esto es, se requiere urgentemente retomar la Educación Cívica, volver a tener conciencia que nuestros jóvenes de hoy, mañana serán ciudadanos que tendrán los derechos que ejercer y deberes que cumplir con el país.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político