viernes, 28 de febrero de 2025
sábado, 22 de febrero de 2025
viernes, 21 de febrero de 2025
jueves, 20 de febrero de 2025
Amarillos y Demócratas no se fusionan
Amarillos y Demócratas no se fusionan
Amarillos por Chile surge como un movimiento de centro político en el proceso de constituyentes del 2022, con el objetivo de defender una visión más moderada de la carta magna, para convertirse en un nuevo partido político aglutinando a exmilitantes de la Democracia Cristiana (DC), del Partido por la Democracia (PPD) y del Partido Radical (PR).
Por su parte, el Partido Demócratas por Chile o Demócratas (D), es un partido político que se sitúa en la centro derecha, formado también por ex militantes de la DC, del PPD y del PR, cansados de la izquierdización continua de sus antiguos compañeros.
En teoría comparten un espacio en el centro político, donde los Amarillos se definen como de tendencia conservadora, neoliberal, de derecha política, liberal y Laguistas; mientras que los Demócratas, como democráticos, humanistas, pluralistas, regionalistas y no confesionales.
Pese a esta cierta ubicación en el centro, es un hecho que no tienen muchos puntos en común, más bien están funcionando como partidos de autor que buscan intereses personales de ciertos militantes. Como resultado, o se posicionan de frente a la derecha, o cumplen con lo que supuestamente le están prometiendo al electorado, “un camino real de fortalecimiento del centro”.
Desgraciadamente por tendencia histórica nadie se atreve a construir un camino propio o a generar una alianza de centro propiamente tal. En consecuencia, por obligación deben colgarse de alguna posición ya sea al centro, a la derecha o a la izquierda, olvidándose del espíritu de moderación que les dio vida y renunciando a sus ideas de centro.
De esta manera, Amarillos y Demócratas, conformados en una mayoría por militantes provenientes de la Democracia Cristiana, del Partido Radical o ex concertacionista, de cierto modo renuncian a su compromiso con el centro político, conciliando y acordando permanentemente con los intereses de la izquierda, con la ultraizquierda, la derecha o de la ultraderecha, decepcionando a gran parte de la población que se sentían representados por los partidos de centro en las décadas anteriores.
Mejor dicho, han privilegiado los acomodos, han escogido las negociaciones, han favorecido “la estabilidad del sistema” renunciando a su particularidad. Está bien creer en la solidez del sistema, pero eso no significa que se renuncie a la esencia partidaria, en virtud que son los partidos de centro los llamados a generar una alternativa distinta al egoísmo y al excesivo capitalismo que plantea la derecha, y una alternativa concreta a las soluciones rápidas, populistas, con discurso añejo que sigue exteriorizando la izquierda o la centro izquierda.
Esta continua capitulación, esta renuncia permanente en los distintos partidos que dicen representar al centro, lo están haciendo por dividendos particulares, beneficios a los bolsillos de algunos de sus dirigentes, o más bien por cálculos electorales, que no se puede desmentir a veces son favorables. No obstante, a largo plazo son erróneos, porque como decía la canción de Soda estéreo, están “al borde del abismo casi a punto de caer o de desaparecer”.
La vida de estos partidos peligra, porque inconcusamente no han sido capaces de leer la realidad y esto se ha transformado en una renuncia permanente a sus bases ideológicas, a excepción de sus intelectuales que no pueden compartirlas abiertamente en los foros y en las reuniones partidarias porque ya pasaron de moda, ideas añejas que se acusan con mala cara.
La gran mayoría tiene un interés o están vinculados a dividendos que ya no van con las preocupaciones esenciales del partido. Ya se olvidaron de la esencia del radicalismo, borraron de la memoria la acción cristina de la Democracia Cristiana, echaron por tierra el espíritu de los partidos de centro, sean cuales sean, solamente quieren colgarse al que tiene poder para tener ocupación promoviendo que estas ideas desaparezcan.
Quién sabe, tal vez desaparezcan en unas elecciones más, pero las ideas, la filosofía no desaparecerán nunca y seguiremos unos pocos de esta tendencia publicando las cosas como las hemos pensado siempre, sin un dirigente que perseguirte, apocarte o que intenten impedir decir las cosas como son.
En otras palabras, hay mucho que transitar para que esta fusión de Amarillos y Demócratas se produzca, hasta el momento son más las cosas que los separan de los que los unen, proyectos distintos. Al mismo tiempo, en Amarillos muchos piensan que fusionarse por una necesidad ocasional podrían hacerlos desaparecer como partido. En conclusión, hay pocas posibilidades de que esto ocurra.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 15 de febrero de 2025
viernes, 14 de febrero de 2025
Se le está acabando la fiesta a la ministra Orellana.
Se le está acabando la fiesta a la ministra Orellana.
A la Ministra Antonia Orellana se le está acabando la fiesta. No es solo por su fanatismo e intransigencia en la defensa de sus ideas, sino por su conveniente posicionamiento según sea el caso.
Es decir, se ha inmiscuido de forma indirecta en temáticas que no le corresponden, con sus discursos arrolladores en donde mezcla a hombres abusadores con los que no lo son, dividiendo sin duda alguna el país entre hombres y mujeres. Es más, no solamente ha generado una guerra de heterodoxia artificial, sino que comete errores políticos que van mucho más allá.
De partida, como Jefa de la cartera de la Mujer y Equidad Género del gobierno del Frente Amplio no solo representa a aquellas mujeres que piensan como ella, gente de su agrupación y partido, sino que debería representar el interés de todas las chilenas. Por otra parte, como integrante de una coalición de gobierno debe relacionarse transversalmente con todos los participantes de la misma, pero mantiene diferencias con ciertos partidos.
Estos motivos exponen a la ministra como alguien sin autocontrol respecto a sus convicciones. Aquí un ministro debe cumplir la función que le reclama su presidente, que es cumplir con la función constitucional. Puede dirigirse por sus criterios personales, siempre que estos no interfieran con su cargo y obligaciones.
La manera de proceder de Orellana es muy a fin a como se está
conduciendo el Frente Amplio, en modo fanático e intransigente de sus ideas.
Una coalición con una ideología que es bastante misérrima y vehemente de lo que
tienen que hacer para conseguir sus objetivos, sin llegar a concretarlos
finalmente.
Al mismo tiempo Antonia Orellana no ha cumplido con todas las expectativas que se les ofreció a las mujeres y al feminismo radical. En particular, al no pronunciarse ante las acusaciones del subsecretario Monsalve, encubrió la verdad desde un principio, no actuando con transparencia ante la ciudadanía y contradiciendo de esta manera todo su sermón feminista.
Pese que por ella ha sido criticada duramente, no solamente ahí no actuó en consecuencia, sino que en otros casos de violencia contra las mujeres ha actuado de forma solapada, guardando hermetismo y absoluto silencio, mientras que, en otras situaciones como en los casos involucrados con futbolistas, ha sido implacable al respecto. Sin lugar a dudas, las feministas también se dan cuenta.
En otras palabras, el comportamiento de Orellana y sus decisiones han servido directamente para dividir el país entre hombres y mujeres, para establecer una guerra de los sexos y generar conflictos. Entonces, qué beneficios le trae al país estar en una constante tensión, en una permanente persecución, una cacería de brujas sobre quien es abusador y quien no, esperando a lo que determine Orellana con toda la cobertura de los medios sobre estas situaciones y sobre otras polémicas que puedan surgir.
El gobierno ha perdido el tiempo en esto por su sectarismo más que proteger los derechos de la mujer. Lo único que nos demuestra es que aquí se administró políticamente un ministerio en el cual el gobierno prometió y generó muchas expectativas sola y exclusivamente para generar puntos de conflictos en el sistema político, artificiales o reales, para que el gobierno pueda gobernar. Y si un gobierno persigue generar conflictos para gobernar, ¡perdónenme! no es un gobierno maduro y menos uno confiable.
Al final quieren hacer lo mismo que Javier Milei de una manera más suave, más tenue. Se quiere generar conflictos con la sociedad sin producir cambios, solo crear complejidades que no se solucionan y no logran transformaciones significativas, a cambio de cierta gobernabilidad.
Ya terminando, se le está acabando la fiesta a la Ministra Antonia Orellana ya que el próximo 11 de marzo del 2026 se acaba el mandato del Presidente Gabriel Boric y por tanto su Ministerio, suponiendo que a esta fecha no le hayan pedido su renuncia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político.