jueves, 17 de abril de 2025

Legitimación de la constitución de 1980

 

Legitimación de la constitución de 1980 

Dicen al respecto los entendidos, abogados y analistas, que la constitución del año 1980 se ha legitimado por uso, por el tiempo transcurrido, por las veces que ha sido reformada. Y muchos creen que han sido los gobiernos en democracia quienes han terminado legitimando a la misma. 

Sin embargo, quienes piensan que es así están en un grave error. Finalmente aquella constitución no la legitimó ningún político, ni los distintos gobiernos en democracia de la concertación (cuatro gobiernos seguidos), ni el paso de Piñera, ni menos el Frente Amplio (FA). Lo peor del caso es que la legitimamos nosotros mismos al no lograr ponernos de acuerdo en los dos procesos constitucionales para cambiarla. 

Por nuestras diferencias ideológicas y por nuestras anteojeras políticas que nos impidieron ver el bien común, y conseguir así una constitución jurídicamente mejor desarrollada, ahí se produce el proceso real de legitimación de la constitución de 1980, la que merecemos. 

Es necesario recordar que la primera “Convención Constitucional” fracasó por la falta de transversalidad, de acuerdos más amplios, por los egoísmos, por el fanatismo y deseos ideológicos de una mayoría. Además, de la falta de conocimientos e ignorancia de los representantes, cargados de la arrogancia típica de ciertos sectores los cuales no daban pie con bola, y que desconocían su falta de preparación y la necesidad de asesoramiento. Todo esto trajo consigo lo que estamos viendo, que la constitución del 80, tan odiada por algunos y querida por otros, se perpetuó. 

Consiguientemente, aquí no hay que echarle la culpa solamente a Ricardo Lagos por firmar y blanquearla por medio de reformas constitucionales que eliminaron la existencia de senadores designados o vitalicios, entre otras modificaciones. En parte, construyó un piso institucional compartido desde donde se pudo continuar avanzando en nuestra frágil democracia. Como se ha dicho, tampoco han tenido responsabilidad los gobiernos anteriores, ni los que siguieron, todos han gobernado con el sistema actual, porque no les quedó de otra. 

Considerando que la clase política tardó en ponerse de acuerdo y en estar a la altura de las circunstancias para instaurar una nueva constitución, en ambos procesos constituyente la responsabilidad cayó en la ciudadanía, quienes quisieron hacer ciertas apologías, al orden en la primera; en la otra a lo que podríamos llamarle un desgobierno a la institucionalidad, una anarquía. Por lo tanto, la responsabilidad no está solo en los sectores políticos, está también en nosotros como ciudadanos por no informarnos, por no entender la importancia del proceso y por no saber diferenciar y dejarnos llevar sin una orientación política y jurídica como corresponde. 

Entonces, aquí no sólo hay que echarles la culpa a los líderes políticos, sino que todos debemos asumir que esta fue una farra histórica que otras naciones la disfrutaron. Evidentemente, nosotros por nuestras marcadas diferencias, por nuestra mezquindad, por nuestra falta de visión, lo único que elaboramos fue perpetuar y consolidar la constitución del 80, la constitución de la dictadura de Pinochet. 

Ahora, esta va a desaparecer cuando colapse totalmente, mientras agoniza lentamente, viéndose afectadas las instituciones que rigen el orden, las cuales cuando su poder y administración disminuya naturalmente al punto de ser ingobernables y finalizar, entonces ahí tendrán que venir los acuerdos políticos para generar una nueva constitución. Eso al parecer, no será por la voluntad política, ni ciudadana, sino por la madurez de darnos cuenta que este cambio tenía que haberse hecho antes. 

En contraste con lo anterior, aquí no hay que echarles sólo la culpa a los políticos, aquí como nación tenemos todos que reflexionar y ya no quejarnos, en virtud de que la constitución del 80 está ultra validada y precisamente por nuestra propia ineficacia, por nuestra propia ineptitud, que la compartimos con la clase dirigente. Ciudadanos y clase dirigente no hemos hecho el mea culpa suficiente para darnos cuenta que nos farreamos esta oportunidad. 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

No hay comentarios:

Publicar un comentario