jueves, 27 de noviembre de 2025

Magallanes y la política como feudo

 Magallanes y la política como feudo

Magallanes parece seguir anclado en una lógica política medieval, donde quien ostenta el poder lo conserva por inercia, y quien no lo tiene, simplemente queda fuera. El criterio regionalista sigue siendo el eje dominante, y los resultados electorales recientes lo confirman.

La derecha, de dura a más dura. Se observa un cambio de mando: los Republicanos (R) con Alejandro Riquelme a la cabeza, logran imponerse con un 12,66%, desplazando al actual diputado UDI, Cristian Matheson. Este relevo no representa una renovación ideológica, sino más bien un endurecimiento del discurso. La derecha, que antes tenía dificultades para consolidarse en la región, ahora comienza a asentarse con mayor naturalidad, adoptando un tono populista y regionalista, donde esto último ya ha contaminado a todos los sectores: izquierda, centro y derecha.

Mientras el Frente Amplio (FA), mantiene una continuidad sin impacto. Este grupo, cuna del presidente Boric, mantiene una representación en la región con más del 9% de los votos. Sin embargo, la diputada electa ha tenido un rol pasivo y poco representativo. A pesar de ello, el bloque conserva su cupo, lo que sugiere que la influencia del presidente aún persiste. La pregunta es si Morales, la nueva representante, logrará trascender el discurso populista y representar a todos los magallánicos, sin caer en el sesgo regionalista.

Por otro lado, el fenómeno Bianchi como la pyme electoral. Una vez más, la “pyme” política de los Bianchi se impone con un 24,67% de los votos, reafirmando su lugar en el Congreso. Su estrategia es conocida: cercanía superficial, discursos simples, gestos populistas y una imagen afable que conecta con una ciudadanía que, en muchos casos, vota sin reflexión crítica. El regionalismo que encarna no es el de los años 40 o el que resurgió en los 90 con figuras como Carlos González. Es un regionalismo instrumentalizado, convertido en negocio familiar y en excusa para mantener un estilo de vida financiado por el Estado.

La representación política en Magallanes parece haberse vaciado de ideas y se ha transformado en una plataforma para negocios personales. La política se ha convertido en una excusa para sostener pymes familiares, sin rendición de cuentas ni autocrítica.

Es urgente que los magallánicos revisemos nuestras exigencias como electores. No podemos seguir aceptando cualquier discurso ni premiando la mediocridad. La representación política debe ser un compromiso con el bien común, no un negocio personal. Si queremos una región con futuro, debemos elevar el estándar y exigir más de quienes dicen representarnos.

El regionalismo, que alguna vez fue una bandera legítima de reivindicación territorial, hoy se ha convertido en una herramienta de manipulación electoral. Ya no se trata de defender los intereses de Magallanes frente al centralismo, sino de usar el discurso regionalista como excusa para sostener proyectos personales que poco tienen que ver con el bien común. El caso de los Bianchi es emblemático: una “pyme electoral” que se reproduce en cada ciclo, apelando a la cercanía superficial y a gestos populistas que conectan con una ciudadanía cada vez más despolitizada.

Así es como los partidos tradicionales y emergentes no han logrado ofrecer alternativas sólidas. La derecha endurece su discurso, pero no renueva sus ideas. El Frente Amplio mantiene presencia, pero sin impacto real. Y en medio de todo esto, el tono populista y regionalista se impregna en todos los sectores, diluyendo las diferencias ideológicas y reduciendo la política a una competencia de simpatías y slogans.

Lo más preocupante, no obstante, no es la mediocridad de algunos liderazgos, sino la pasividad de la ciudadanía. En Magallanes, el voto parece haberse convertido en un acto automático, desprovisto de reflexión crítica. Se elige por costumbre, por apellido, por cercanía aparente, sin exigir propuestas claras ni rendición de cuentas. Esta falta de exigencia ciudadana es el verdadero talón de Aquiles de nuestra democracia regional.

La política no debería ser un negocio personal ni una herencia familiar. Debería ser un espacio de servicio, de construcción colectiva, de visión a largo plazo. Pero para que eso ocurra, no basta con criticar a los políticos: es necesario que la ciudadanía despierte, se informe, participe, cuestione y eleve sus estándares. Solo así podremos romper el ciclo de la inercia y construir una Magallanes más justa, más transparente y más comprometida con su futuro.

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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