jueves, 27 de noviembre de 2025

El Costo del Populismo en la Política Chilena

 El Costo del Populismo en la Política Chilena

La irrupción del populismo en los temas fundamentales de la política chilena, pueden acarrear un alto costo. Cuando las discusiones políticas se contaminan con soluciones rápidas y visiones simplistas, nos encaminamos hacia un escenario peligroso y difícil de revertir, a riesgo de acabar siendo aceptadas y validadas por la ciudadanía.

Cabe preguntarse: ¿es correcto validar el populismo y las respuestas fáciles? Hoy, muchos chilenos reflexionan por quién votar, y una gran parte no encuentra una alternativa válida. No conocen criterios de decisión, por lo que algunos consideran no hacerlo, viajar o simplemente ausentarse de sus lugares de votación. Esta desafección puede ser accidental, pero también premeditada: una forma de evitar un problema, especialmente cuando el populismo se presenta tanto desde la izquierda como desde la derecha.

En este contexto, algunos rezan, otros esperan que surja una alternativa moderada y razonable. Sin embargo, hasta ahora no parece haber una opción clara. Las alternativas son escasas: el Partido Comunista gana terreno con su candidata, lo que para algunos representa un problema; para otros, lo es el crecimiento de los republicanos y libertarios. Mientras, Evelyn Matthei lleva años en carrera presidencial y muestra signos de desgaste.

Este panorama plantea un escenario sombrío en términos de gobernabilidad. Si el próximo gobierno enfrenta un Congreso altamente polarizado, los votantes deberán considerar votar en línea por presidente, senadores y diputados, para facilitar mayorías parlamentarias que permitan cumplir con lo prometido. Ya hemos tenido dos gobiernos que no lograron cumplir sus programas, ya sea por falta de voluntad, por obstáculos externos, por agendas propias o por contar con una minoría parlamentaria. Este último punto no es menor: pone en jaque a cualquier gobierno en un sistema democrático como el nuestro.

Todo esto crea un caldo de cultivo para el populismo: soluciones fáciles, respuestas rápidas, discursos seductores. Ejemplos sobran: Milei, los Kirchner, Lula. Incluso el surgimiento del Frente Amplio fue una señal de que el populismo estaba llegando.

Será que el populismo se instaló para siempre. Eso dependerá de nuestras propias reflexiones. No toda solución fácil resuelve problemas complejos. Las situaciones del país requieren diálogo, planificación y visión de largo plazo. Es ingenuo pensar que un gobierno, ya sea de derecha o ultraderecha, podrá acabar con la

delincuencia en dos días, una semana o un año. El crimen organizado no se enfrenta sin el apoyo del Congreso. Por más autoritarismo o “mano dura” que se prometa, el poder presidencial tiene límites y debe coexistir con otros poderes del Estado.

Propuestas de ese tipo no son más que populismo infantil. El electorado no debe caer en esas trampas, ni tampoco en las de quienes prometen transformaciones sociales sin programas, sin financiamiento, sin estudios técnicos. Ya lo vimos con el Frente Amplio, que prometió reformas y terminó haciendo ajustes similares a los de la Concertación. La realidad, al final, impone sus reglas: la realpolitik termina por dominar.

En resumen, el populismo ya sea de izquierda o de derecha, traen un alto costo político con sus soluciones rápidas y los discursos demagógicos, emocionales e institucionales. No contribuyen a la estabilidad ni al buen funcionamiento del país. Lo que se necesita son candidaturas moderadas, capaces de ofrecer equilibrio y gobernabilidad. Lamentablemente, estas opciones no están siendo representadas por los partidos tradicionales.

Por su lado, las encuestas muestran que muchos ciudadanos se identifican con el centro político, solo que no sabemos qué entienden por “centro”. Figuras como Kast, Matthei, Kaiser o Jara no lo representan en sentido estricto, y de moderados tienen poco o nada. Es un error conceptual que va más allá de los partidos, porque los chilenos no tienen claro qué futuro político desean.

Esta inconsistencia está alimentada por los discursos que deforman, disfrazan o convierten las ideas ideológicas en espejismos. Por eso, en las próximas elecciones, es fundamental decidir con base en programas, en familias ideológicas claras, y en una visión de país. Si se busca estabilidad y moderación, es necesario mirar más allá de las modas y racionalizar el voto. No caigamos en el discurso populista.

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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