El Bullying se toma todo
Sin duda alguna en Chile, el bullying se ha
transformado en una clase de institucionalidad silenciosa. Se molesta a todo, hombres
o mujeres por igual. Abusan si eres flaco, gordo, alto o chico. Se burlan si
eres hincha de un equipo de fútbol que no te apasiona, o a causa de una
determinada manera de pensar o porque perteneces a un determinado partido
político, ya seas extremista de izquierda, de derecha o un tipo de centro. Te
discriminan puesto si eres discapacitado, homosexual, travesti, o cualquier
línea LGTB. Te hacen notar que no eres uno de ellos si eres mujer u hombre de
piel oscura, o si tienes tu manera especial de expresarte, vestirte o
simplemente ser diferente a ellos. Te aíslan o porque no vas con los cambios,
si tienes pensamientos altruistas, etc.
En el fondo, siempre hay una acción cuando no eres del agrado o diferente. Algún nivel de maltrato físico o psicológico que atenta contra la integridad. Más aún, esta acción se caracteriza por presentarse con una conducta agresiva, ya sea de manera individual o colectiva (niño o niños, adulto o adultos) y por ser capaz de producirse en cualquier ámbito (escolar, laboral, universitario, etc.). Además, siempre se repite y causa un impacto devastador sobre la persona afectada, producto del daño reiterado que acaba fatigando la psiquis. Las agresiones físicas, o simplemente empujones, burlas, insultos, vejaciones, aislamiento social, todas originan mucho estrés, ansiedad, que llevan a una depresión y una disminución en la auto estima en el acosado o acosada.
Lo que es peor, existimos en un bullying siempre presente, aceptado y masificado por nuestra cultura. Una actividad permanente que se vive en comunas, barrios, carreteras, calles, buses, metros colegios, universidades, estadios, oficinas y un gran etcétera. Acciones sencillas que parten con burlas animadas para denotar diferencias, y que escalan según el grado de agresividad presente. Hasta acabar deshumanizando a la víctima, puesto que el agresor no es capaz de empatizar con el daño que provoca. Y podemos ver como en la actualidad, estas acciones cada vez crecen más, adquiriendo ribetes aún más violentos en todos los ámbitos.
Lamentablemente, nuestra angosta y larga faja de tierra se encuentra entre los países más afectados de América Latina junto a México y Colombia. Manifiestamente, ¿qué han hecho los gobiernos de derecha, izquierda, centro, del color que usted quiera?
Hasta el momento, las estadísticas siguen al alza y nadie le pone el cascabel al gato. Ninguno se hace responsable, tal vez será porque muchas de nuestras autoridades probablemente igual practicaron bullying y lo encuentran algo muy normal, o cuando se lo hacían a un compañero o compañera de clases en sus colegios o universidades hacían la vista gorda. No estoy hablando con conocimiento de causa, para apuntar y decir mira que mal esta persona, sino para remarcar que esto ha ocurrido desde de siempre y ante la capacidad de poder administrativo, quienes lo tienen aún no han hecho nada para controlarlo.
En otras palabras, en qué se ha convertido nuestra sociedad, a quién le podemos imponer la culpa. Podemos exhalar la responsabilidad a la competencia o cualquier otro factor, pero ese no es el tema. El punto central es que existe, quizás lo distinto es que ahora las víctimas están politizando el tema y defendiendo sus derechos al respeto, defendiendo su integridad y las de sus familias, y exigen que las autoridades de una vez por todas hagan algo.
En este momento le correspondió al presidente Boric tomar el testimonio y tendrá que hacerlo junto con los demás poderes del Estado, no sólo en la salud mental de los acosados, sino que en las relaciones personales. Todos somos parte de una misma sociedad y todos tenemos el derecho y el deber de aportar para nuestro país.
En suma, debemos terminar con el bullying,
retomemos la educación cívica ciudadana, concibamos un cambio cultural con
mejores ciudadanos con ética y moral para el país, y así enfrentemos la
injusticia y la intolerancia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político.
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