El frente
amplio y sus errores políticos
El Frente Amplio del trasandino país, han tenido la habilidad de sostener por más de 45 años los niveles de movilización que representaban desde sus orígenes, así como también conseguir la proliferación de identidad partidaria entre generaciones de nuevos uruguayos. Estos en cuanto alcanzan el poder en madurez política, demostraban que los años de lucha y de preparación sirvieron para sortear gobiernos exitosos, aunque no exentos de dificultades. Aprendieron de los muchos años de oposición, y de lo difícil que fue la clandestinidad consecuencia de las dictaduras entre los años 1973 y 1985, a como dirigir y tener una identidad que permita el éxito de su gobierno.
No obstante, aquí estamos en Chile. El Frente Amplio Chileno que reconoce como fuente de inspiración a estos frentes amplios Uruguayos, no compartían esa misma inspiración en lo político, sino más bien jugaban a ser políticos. Dentro de nuestros frentes amplios no existe en sus filas una estructura política interna permanente. Las varias faltas de aptitud, a modo de improvisaciones, la coherencia interna y de un relato político serio, desnudan la no existencia de una cartografía que acomode la acción política desde el Gobierno, como sí existía en gobiernos anteriores. Evidencian así, como consecuencia directa de sus fallas formativas, una larga acumulación de errores durante su corto periodo de gobierno: impase rey de España, cierre de la fundición de Ventanas de Codelco, emitir información incorrecta por expulsión de extranjeros, Wallmapu, Gabinete Irina Karamanos, cierre de escuelas, presos políticos etc.
En contraste con sus fuertes problemas estructurales internos, que le complejiza gobernar con éxito, tiene serios problemas con lo que son las instituciones y estructuras del país. Si bien tener poder parar gobernar no significa que no tengan el derecho de estar en desacuerdo o que querer cambiar las estructuras, pero para cambiar las ordenaciones y hacer las transformaciones globales, sociales o estructuras políticas, se tiene que creer en estas organizaciones y se tiene que conocer las configuraciones que las permiten.
Más aún, se tiene que tener una estructura propia desarrollada y lista para emplear, medianamente funcional que a poco utilizar de muestra de sus logros para convencer a la población de que su dirección es la adecuada. Sin embargo, el Frente Amplio hasta el momento no cumple con ninguno de estos mecanismos, es más bien un ente anárquico e indeterminado, del cual no sabemos qué semblante o color político tiene, ni mucho menos sus líneas políticas ideológicas en temas específicos.
Este modo de hacer política en lo que resta de gobierno, va a dificultar aún más su éxito y coherencia, forzándolo a cometer aún más errores. Especialmente tras la derrota del plebiscito de salida, porque existen evidentes responsabilidades asociadas a la manera en que el Frente Amplio lideró la articulación del proceso, al interior, fallando en la dirección del debate político para la gestión de un proyecto satisfactorio y aterrizado a la población; como al exterior, por la mala dirección de la difusión de estas ideas, mucho más a sabiendas de los mecanismos de los opositores.
El directo resultado de este último error, acaba por desechar los planes de gobierno, que se ve obligado a rearmarse políticamente, sacrificando su línea programática para adoptar una especie de nuevo concertacionismo 3.0. Evidentemente el gobierno no tiene tiempo para quedarse esperando que sus partidos maduren, tiene que empezar a articular el nuevo escenario, tomar nuevas decisiones para conseguir los efectos políticos óptimos y tranquilidad a la ciudadanía, sobre todo finiquitar de una vez por todas lo que va a pasar con este proceso que se abrió. Y eso, se consigue con las garantías de partidos articulados y estructurados.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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