jueves, 29 de diciembre de 2022

La peligrosidad de los ciclos viciosos en política

 

La peligrosidad de los ciclos viciosos en política 

Mencionaba el pensador griego Polibio que la anaciclosis son los ciclos cuyos regímenes políticos tienden a empeorar, degeneran o entran en crisis. En particular Chile está en uno de esos ciclos. Se siente el evidente desgaste político tras vivir 16 años de alternancia, periodos liderados entre Michelle Bachelet junto a la concertación, y por Sebastián Piñera al lado de la derecha, que finalizan con la elección de un joven Gabriel Boric como el actual presidente de la república. 

Y nuestro actual presidente de izquierda, Gabriel Boric, con el liderazgo que está ejerciendo en su gobierno estaría pavimentándole el camino a un futuro presidente Kast, de evidente matiz de extrema derecha. Estos rememoran la disputa política entre Arturo Alessandri y su antagonista, también el expresidente y creador de carabineros, el General Carlos Ibáñez del Campo. Formándose así un nuevo ciclo de alternancias de poder, o quizás el inicio de algo peor. 

Estos ciclos viciosos también se viven en otros países de latino América y que pueden seguir profundizándose a lo largo de los años. El mejor ejemplo es nuestro país vecino Argentina, quien sufre lo mismo. Han vivido las alternancias de poder entre el Kirchnerismo, un movimiento político de centro izquierda variante del Peronismo que ha gobernado por 12 años, con el Macrismo, partido de centro derecha que recibe el nombre por su líder Mauricio Macri. Estos viven los ciclos de de alternacia Kirchnerismo a Macrismo, y así sucesivamente. 

En cuanto a Brasil, tras ciclos de gobiernos de izquierda con Lula da Silva y Vilma Rousseff, una alternancia con Jair Bolsonaro fue decisiva frente a los fuertes casos de corrupción que mancharon el ambiente. Y sin embargo, la cura fue funesta, con un gobierno muy alzado a la extrema derecha, tomando pésimas decisiones sociales, acabó como todo ciclo nocivo, con la reelección de un retornado Lula da Silva. 

A su vez Perú, es un caso muy particular. Tras el gobierno de Alberto Fujimori y su auto golpe, la nación tomó una dirección autoritaria que dio paso a gobiernos cada vez más desinflados en ideologías, donde el discurso se preparó para convencer electores, mientras la tecnocracia dirigía las grandes decisiones gubernamentales. Esto derivó a la gran crisis institucional donde cada cuantos meses se destituía al presidente en servicio. Finalmente, el Presidente Castillo presa de la dinámica vigente, decide auto golpearse para evitar su destitución, sin buenos resultados. 

Lo que nos demuestra que la democracia está en un ciclo insano, donde saltamos de un sector a otro, con la condicionante que cada vez se decanta un poco de ideología a favor del populismo. Donde las ideologías de cada sector cada vez están más deshilachadas, deformadas. Es una crisis que arrastra consigo a las instituciones y la manera de dirigir la actividad pública. 

Es válido confundirse y asumir que esta es la nueva política, la forma actual en la que se ejerce la práctica. No obstante, solo es mala oposición. Es lo que consideramos politiquería, aquella que no cumple con la gestión de la polis, trabajar por el bienestar del pueblo. Es la politiquería turbia, insana, que pone piedras en el camino a los buenos proyectos de gestión pública que pueda tener cualquier gobierno de turno. La del discurso fácil cuyo único fin es destruir la democracia y las instituciones, los equilibrios políticos, aumentar la incertidumbre. Sobre todo, es la que resta de credibilidad a la política. 

Desgraciadamente es el camino tomado por quienes practican política respaldados por la decisión de sus electores, los cuales han decidido empezar a cruzar a estos escenarios para conseguir sus intereses. 

Los que es una realidad, es que los partidos políticos no fueron creados para oponerse, sino para apoyar los proyectos que benefician a los conciudadanos. Los partidos son para acordar, dialogar, dejar de lado cada uno de sus dogmatismos pragmáticos para buscar los acuerdos nacionales necesarios. El rol de los partidos es pensar en el país. 

Sin embargo, de eso es lo que hemos carecidos este último tiempo. Entender que el respeto a las diferencias y los acuerdos de bien común, es la manera de progresar y cuidar las instituciones. De otro modo, la crisis puede crecer más y decantar en situaciones más graves. Ya tenemos el recuerdo de la dictadura, como para regresar a la misma. 

 

Nelson Leiva lerzundi

Cientista Político

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