Golpe de Estado no tradicional
En el mes de septiembre y desde Argentina el expresidente Sebastián Piñera reafirmó, que en su segundo mandato presidencial, fue víctima de un “golpe de Estado no tradicional” en su contra y que la izquierda apoyó y justificó la violencia. Que la oposición fue ambigua, justificó los actos y buscó formas para derrocarlo.
Debemos reconocer enfáticamente que el estallido social fue una expresión de dolor y una fisura de nuestra sociedad y que hasta el momento la política de la cual somos parte, no ha sabido interpretar ni dar respuesta. El estallido fue la consecuencia de un malestar acumulado por largo tiempo que clamaba por mayor justicia, igualdad social y el fin de los abusos.
Entonces, en esta espera la ciudadanía comprensiblemente salió a manifestar su descontento, muchos de forma pacífica, aunque en contraste también había quienes lo demostraron de forma violenta. No obstante, dejémoslo claro, el gobierno del ex presidente Piñera provocó reacciones desagradables con algunas declaraciones contravencionales que irritó los ánimos y forzó lo sucedido. Con el alza del precio de los buses Red, del metro de Santiago y el Tren Central, los $30 pesos extra en el pasaje adulto en la hora punta del tren subterráneo, fue la gota que rebalsó el vaso.
Y ante la oposición de la misma ministra de Transportes, Gloria Hutt, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, salía en medios a sugerir levantarse más temprano para evitar el alza en el pasaje. La fórmula de irritación perfecta.
Ese gobierno no poseía una sensibilidad social, cero auto crítica a su política de comunicación, mientras sus líderes pensaban que estaban en un viaje de crucero sin ningún problema social de por medio. El mismo presidente Piñera nos decía que Chile era un paraíso en el mundo, del mismo modo se le veía comiendo pizza en un restaurante en Vitacura mientras se registraban grandes desórdenes en las jornadas de protestas por el alza del metro.
Fue una escalada de provocaciones y de insensibilidades que el gobierno de Piñera no supo leer ni anticipar, desencadenando la crisis que todos conocemos, siendo esa su parte de responsabilidad. A estas alturas, debería tener una meditada reflexión bien asumida, la cual abiertamente aún no ocurre.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el ex presidente Piñera en que el Frente Amplio se aprovechó del descontento social y trató de manipularlo para generar desestabilización y tratar de establecer, si bien no un golpe de Estado no tradicional, desestabilizar su gobierno, pedir su renuncia o simplemente dañarlo políticamente.
Las redes sociales lo pedían, plataformas como Twitter y otras aprovechaban la oportunidad para buscar la anarquía, mostrar su resentimiento, causar desorden público y tal vez derrocarlo. El tema acá es claro, estas manifestaciones no pueden hacerse violentamente, no puede salir encapuchados a quemar y hacer delincuencia, ni mucho menos sus acciones ser apoyadas por las mismas agrupaciones políticas que ahora acompañan al presidente en el gobierno.
Si hay algo que reprochar al actual gobierno es que manipularon esa circunstancia para hacer oposición y obtener así el la ventaja para ser gobierno, de una manera bastante políticamente ilegítima al jugar con las reglas a su conveniencia. Ampararon este mecanismo de manifestación y su forma de actuar política. Y por lo mismo, ahora en su gobierno tienen que confrontar las manifestaciones de los estudiantes, controlar distintas protestas o cualquier otro tipo de manifestación que se produzca, de igual o mejor manera que en el gobierno pasado.
Pero todo eso no significa que Piñera no haya cometido errores y que ahora quiera desligarse de su responsabilidad política, haciéndose la víctima y buscar explicaciones solamente en un aspecto. Una actitud que es común en la política chilena y que ha sido la forma de manejarse en los últimos 40 ó 50 años.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
político