Se critica al gobierno y ahora quieren alianza
Una idea básica de una ideología política es, si críticas al gobierno opositor de turno, qué sentido tiene luego buscar un pacto electoral con ellos. Con esa contradicción conviven los militantes de la Democracia Cristiana (DC), representados por su presidente, Alberto Undurraga, y la alcaldesa de la Pintana, Claudia Pizarro, símbolos de estos nuevos dirigentes que por una parte hacen su trabajo reprochando lo que el gobierno hace mal, pero que llegado el momento valoran la invitación de competir en una lista única en las próximas elecciones municipales y de gobernación.
El problema no radica en la negociación con sus antiguos aliados, el Partido Socialista, PPD y Radicales, con una clara línea de decisiones más mesurada y centrada, sino que uniéndose al Frente Amplio se inclinan más a la anarquía, postura política ajena y alejada de su tradición. Sin embargo, parece ser que la DC desde hace un tiempo ha renunciado a ser el partido de centro puro, tal como lo crearon sus fundadores.
Frei, Leigthon y Tomic, padres del partido, promovieron desde sus inicios la parcialidad para estimular cambios sociales, animando los principios de la libertad, el respeto a las personas y la promoción de la democracia. Así es como debe ser un partido de centro, separado tanto de la izquierda como de la derecha.
Con la izquierdización, sin duda la DC se está condenando a su prescripción del sistema político. Es decir, desde hace un tiempo al partido se le ve hecho trizas, con pocas ideas, exiguas visiones de futuro y con una preponderancia a proyectos políticos individuales que desatiende la agrupación política misma. Se suman los deseos de poder, los cálculos políticos de costos y beneficios, todo por tratar de acomodarse en un cargo público o por querer ser yanaconas de quienes están en el gobierno.
Por eso en la actualidad, producto de estas mismas desavenencias y disconformidades, tras varios años de luchas internas, algunos de sus dirigentes junto a algunos militantes afines, se han alejado del partido en busca de nuevos proyectos que se alineen a sus propósitos ideológicos y políticos.
Con nuevas alianzas es seguro que se generaría otro gran éxodo de militantes, y junto a ello se perderían municipios y gobernaciones con las que cuenta ahora. Si los abanderados DC siguen alejándose cada vez más de los sectores moderados de la población, perderán al electorado que en su momento se sentía plenamente identificado con los valores originales del social cristianismo y que compartían el mismo interés del progreso con moderación.
Ese distanciamiento de sus orígenes ha alejado a la colectividad del centro del sistema de partidos y de la popularidad que alcanzó, al no tomar las decisiones razonables de acuerdo a los tiempos. Bien izquierdizándose, o para el caso de otros, acercándolos a la derecha.
De ahí que estos matices y tonalidades se han venido manifestando con los años, profundizándose cada vez más, acabando por desfigurar las intenciones y haciendo perder las perspectivas del partido. Una muy mala señal, una irresponsabilidad.
Por lo tanto, como un militante más del partido DC, afirmo taxativamente que es mi deber desaprobar y poner los punto sobre las ies y llamar a la reflexión sobre estas materias. Está bien no querer ser de derecha, ni aspirar a unírseles, pero eso no significa querer aliarse con los mismos de siempre, o querer ayudar y alinearse con el Frente Amplio, que sabemos es apostar a la anarquía. Ante esa opción, es preferible expirar dignamente o ir en una lista independiente. Esa aventura solitaria puede tener el mismo destino final, aunque es consecuente a la base ideológica que financiar, auspiciar o servir de vagón de cola del Frente Amplio o de la derecha.
Este es el momento que la DC se identifique con las nuevas aspiraciones de la población. Es decir, volver a su génesis para reafirmar sus perspectivas de poder que aún le quedan. Al mismo tiempo, abrirse camino de forma solitaria para acabar con esta contradicción constante. Este es el momento para reflexionar y resolver las disputas internas, retomar el social cristianismo sin seducirse por el progresismo extremo.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
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