Un minuto
de silencio irrespetado
El once de febrero del presente año, se dio comienzo al torneo nacional de fútbol con la llamada Supercopa, donde Colo Colo enfrentó a Huachipato en cancha del Estadio Nacional, para defender sus respectivos títulos. Antes del puntapié inicial, se solicitó un minuto de silencio por el trágico fallecimiento del ex Presidente Sebastián Piñera. Como resultado, ese minuto de respeto se transformó en un rosario de insultos, pifias, abucheos y gritos desde las tribunas, donde consignas como: “!Piñera asesino¡ Igual que Pinochet” se repitieron en el transcurso del partido. La violencia estalló definitivamente tras carabineros descolgar un lienzo de la hinchada en alusión al vínculo de Blanco y Negro con Sebastián Piñera, molestándolos a tal nivel de incendiar los asientos del estadio e irrumpir a la pista tras romper la reja divisoria.
Es cierto que incontables de los que estaban en el Estadio Nacional eran de la garra blanca, hinchas irreflexivos que constantemente demuestran estar en contra del deporte. Sin embargo, muchos de los involucrados realmente no son parte de la barra, ni menos colocolinos, sino anarcas y delincuentes que están en contra de cualquier estamento institucional, esperando la oportunidad de causar destrozos.
En ese escenario, también hinchas de Colo Colo y Huachipato, gente común y corriente manifestaron una gran verdad. No les agradaba Piñera, ni mucho menos lo respetaban. En ese estadio, en ese evento poco ligado a los discursos públicos, ciudadanos varios hicieron valer su derecho de exteriorizarse políticamente sobre su opinión del fallecido.
Se puede compartir o no el comportamiento con lo que se hizo. Se puede cuestionar el espacio y el momento, manifestarse en un estadio y en una supercopa. Se puede rechazar el destrozo, la quema de asientos, la invasión a la cancha, la silbatina generalizada al unísono, todas maneras que escapan a una expresión política. Se puede sospechar que la garra blanca sea parte nuevamente de estas manifestaciones violentas, cuando en esencia no tiene color político y lo único que buscan es la anarquía. No obstante, de igual forma hay que dar cabida a que mucho de esas personas quizás quisieron dar una despedida más sincera respecto a su relación con el fallecido, una más transparente a la que realizaron los políticos y la gran mayoría de la sociedad ante el siniestro.
Las medidas de celebrar el duelo en los estamentos públicos y estatales, como mantener la bandera a media asta en todas las sedes de los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), en oficinas, reparticiones públicas y las unidades de las Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile y Policía de investigaciones mientras dure la medida; así como la excesiva cobertura en medios de comunicación beatificando su vida y gestión, parecen ser exageradas. Si bien en cierto que muchas de estas medidas suelen ser protocolos de duelo para jefes de Estado, el pueblo resiente la realidad cuando en vida el personaje siempre fue más que cuestionado con cada acción que tomaba.
No debemos olvidar que el ex mandatario conserva muchos detractores por la violación de los derechos humanos durante el estallido social, hechos reconocidos oficialmente por organismos internacionales; su participación en el deterioro de la institucionalidad presidencial y los variados conflictos de intereses en materias públicas y privadas, donde se cuestiona su doble ética personal a la hora de hacer negocios, usando cargos públicos para beneficiarse.
Por lo tanto, independiente que la garra blanca no es una prueba de validez, también hubo gente que seguramente que no tenía nada que ver con los disturbios, que no llevó lienzos, pero igual cantó y no respetó el minuto de silencio solicitado. Eso nos manifiesta que la ciudadanía no estaba contenta con lo que fue el ex Presidente.
Este
descontento generalizado tiene mucho que ver con la desigualdad, que para
algunos es unas de las causas de la crisis política y social de Chile que hasta
hoy en día sigue amenazando la estabilidad del país. En otras palabras, esta
desigualdad en los ingresos, en el género, en lo étnico, en lo territorial,
cultural entre otros, con ventajas para unos y desventajas para otros, es lo
que hace que a algunos chilenos se les trate con mayor respeto y dignidad que
otros. El ex presidente representaba eso, y en un estadio lo recordaron.
Nelson
Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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