El conflicto Árabe – Israelí
El conflicto en el Medio Oriente, entre Israel y Palestina, no es nada nuevo bajo el sol. La impunidad y el genocidio se repite en la región, la zona ha sido escenario de guerras, ocupaciones, desplazamientos masivos y negociaciones fallidas a lo largo de su Historia. En la actualidad, el conflicto ha encumbrado de nuevo, con consecuencias devastadoras para la población civil y una creciente presión internacional en busca de una solución definitiva.
Por otra parte, los organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la Liga Árabe (LA), la Unión Europea (UE), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Unión Africana (UA), y otros tantos organismos cosmopolitas deben preocuparse presionando y promoviendo que este conflicto de una vez por todas tenga una solución definitiva, apoyando las negociaciones para su pronta resolución.
Con esto quiero enfatizar que, desgraciadamente como países disgregados, seremos tan solo “una voz en el desierto” sin ser escuchados ni tomados en cuenta, sin la fuerza suficiente para generar las políticas internacionales y las visiones de paz al respecto.
Por otro lado, no debemos olvidar que Israel desde octubre del 2023 ha lanzado una arremetida en defensa de su seguridad sobre Gaza en respuesta a los ataques de Hamás, con lo cual a la fecha van miles de muertos, la mayoría civiles, cometiendo de esta manera un genocidio fortuito y abusos de lesa humanidad con el bloqueo, hambruna, falta de medicinas y desplazamiento de millones de palestinos. Al mismo tiempo, Hamás y otros grupos terroristas generan resistencia armada en Gaza solicitando la reivindicación, derecho a la independencia y al reconocimiento internacional.
Por lo tanto, este es un problema de las teocracias en donde la política y la religión se juntan generando una combinación inadecuada y que trae pésimos resultados, consecuencias magras para toda la ciudadanía del mundo y especialmente para estos países en particular, lo que nos demuestra que todas estas variables deben ser tomadas en cuenta por la comunidad internacional.
Sin embargo, este conflicto viene post segunda guerra mundial, cuando en 1947 la ONU propone dividir Palestina en dos Estados. Allí Israel aceptó y los árabes la rechazaron. En el año 1948 se proclama el Estado de Israel y con ello la primera guerra árabe- israelí, desaprovechando posteriormente las distintas oportunidades de acuerdo en donde se ha boicoteado la paz de ambos lados. Desde entonces, lo único que nos queda claro es que no se ha aprendido nada y que no se busca avanzar hacia una paz duradera en ningún sentido. Además, agrava la situación la división interna palestina, que sin una dirección atrasa mucho más todo.
Aquí no basta con buscar malos y buenos, como tampoco generar malestar en
sectores determinados. Este es un conflicto internacional en donde existen dos posiciones antagónicas en conflicto, en el cual se debe buscar un concluyente arreglo y no individualmente como países, potencias o lo que sea, tiene que hacerlo el sistema internacional.
La pregunta que nos hacemos es por qué estas organizaciones mundiales han fracasado al regular y controlar este conflicto eterno entre Israel y Palestina. En lo personal, creo que el sistema internacional prácticamente está feneciendo, que su autoridad ha fracasado y que los cascos azules ya no aportan una real mediación o solución al conflicto, tal como lo vemos en la guerra de Rusia con Ucrania que no han colaborado mucho en la solución y, mucho menos en este problema crónico de Israel con palestina.
Por lo tanto, más que especificar quién tiene la razón y quién no, verificamos que el sistema internacional está fallando y fracasando de tal manera que está perdiendo legitimidad en situaciones claras y evidentes. La ONU tiene un peso relativo y que obviamente su influencia en los Estados y en la política exterior se ha ido reduciendo. En contraste, la FIFA es un organismo internacional privado que trabaja en el deporte, en el fútbol específicamente, tiene más asociados que las Naciones Unidas.
Dicho brevemente, el problema Israel-Palestina sigue siendo un desafío geopolítico de primer orden. La comunidad internacional debe redoblar esfuerzos para detener la violencia, garantizar ayuda humanitaria y promover una solución política basada en el respeto mutuo y el derecho internacional. La paz duradera sólo será posible si se reconoce la humanidad del otro y se construyen puentes desde la educación, la diplomacia y la justicia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
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