sábado, 18 de octubre de 2025
viernes, 17 de octubre de 2025
La insensibilidad social, el reflejo de una sociedad desconectada
La insensibilidad social, el reflejo de una sociedad desconectada
Una de las características de la convivencia social que ya se vive de manera permanente, es la insensibilidad. Esta representa una total inconsciencia del otro, no colocarnos en su lugar, no conectar con sus emociones, ni de sus perspectivas y/o empatizar con ellas, aunque no se esté de acuerdo.
La insensibilidad social parece haberse transformado en una suerte de inconsciencia colectiva, una forma de protegernos o de rehuir de la complejidad emocional que implica convivir con otros. Al coexistir en una época donde la hiperconectividad e individualización es mandatorio, nos vemos obligados a mirar hacia adentro, a priorizar lo propio muchas veces en menoscabo de lo común.
Como animales sociales inevitablemente es necesario interactuar, por eso para construir una sociedad mejor debemos crear los mecanismos en los que todos tengamos cabida, entendiendo las dificultades que cada uno vive.
Sin embargo, ignoramos el sufrimiento ajeno como si fuera parte del paisaje, evadimos las responsabilidades sociales como si el bienestar colectivo no nos importara, nos desconectamos emocionalmente de los demás incluso cuando existe cercanía. Todo se transforma en léxicos, falsas promesas, en estructuras ideológicas complejas o en ideas forzadas que hablan de bienestar común, cuando al final es conveniencia personal detrás.
Qué duda nos queda, es el reflejo de una sociedad y de una estructura social que tiende a la auto sobrevivencia, a una toma de decisiones individualista que sabotea todo cooperativismo, solidaridad o comunitarismo. Obstáculo que dificulta entender y empatizar acerca de los problemas y dificultades que la sociedad actual enfrenta en sus distintos matices.
La pregunta del millón, cómo podemos diagnosticar un país y resolver sus problemas si no somos capaces de reconocer y enfrentar la realidad, la cual va más allá de una pobreza estructural. La misma viene de una tremenda diferencia económica y de la mala distribución de los ingresos que sufren tanto los ciudadanos como las ciudades. Luego se esconden las diferencias en un “apartheid político”, que desconoce motivos, que es carente de empatía.
Es un hecho que desde los años 50 y 60 en el país se arrastran estas desigualdades. La falta de visión y el egoísmo generan este sesgo ideológico social o discriminativo. Obviamente es necesario entender las causas para superar todos esos prejuicios, y obtener resultados para generar un país más armónico.
El mejor ejemplo recae en la inmigración descontrolada que se ha transformado en un problema social, no por el hecho que ingresen al país, sino porque se requiere de infraestructura y medios que les ofrezcan la posibilidad de surgir y desarrollarse. Y no solamente se queda allí, lleva mucho tiempo ya con los otros sectores sociales más desposeídos.
Los que no aportan en la producción se los deja fuera del área social y político. Esto es un problema de profundidad que se debe hacer frente y se debe discutir en todos los aspectos: sociales, políticos, económicos y culturales. Además, se requiere entender que para enfrentar estos problemas la población y los ciudadanos deben estar informados y preparados con las herramientas necesarias para afrontarlas.
Así es que en un mundo posmoderno como el que vivimos, se requiere de un nuevo tejido de redes sociales y comunitarias, necesarias para llevar un cable a tierra a la realidad y de buscar de alguna manera una visión que pueda aportar a mejorar las condiciones de nuestra sociedad en general.
Resumiendo, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, la evasión de responsabilidades comunitarias y la normalización de la desigualdad revelan una estructura social que prioriza la sobrevivencia individual por sobre el bienestar común. Esta lógica excluyente no solo afecta a los sectores más vulnerables, como migrantes o personas marginadas del sistema productivo, sino que también fragmenta a los propios ciudadanos, debilitando el tejido social.
Superar esta crisis requiere más que diagnósticos: exige voluntad política, conciencia ciudadana y una profunda transformación cultural. Es imperativo reconstruir redes de solidaridad, fomentar una visión colectiva y dotar a la población de herramientas que les permitan comprender, enfrentar y transformar su realidad. Solo así podremos aspirar a una sociedad más justa, empática y cohesionada, donde todos tengan un lugar y una voz.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 11 de octubre de 2025
viernes, 10 de octubre de 2025
jueves, 9 de octubre de 2025
El caso de Evelyn Matthei y su lenguaje malsonante
El caso de Evelyn Matthei y su lenguaje malsonante
La candidata a la moneda de la derecha tradicional, Evelyn Matthei, liberal en lo económico y comprometida con las libertades individuales, se ha permitido responder con lenguaje soez, insultos o palabrotas a sus detractores. Entre tanto los republicanos y otros del sector de la derecha siguen con “la papa en la boca”, buscando crear distancia social y establecer estatus.
Este marcado grado de diferenciación nos puede indicar el nivel de desesperación en el que se encuentra Evelyn Matthei, y el grupo que representa, para tener que despeinarse y salir del estancamiento en el que se encuentra. Aun así, la candidata a la presidencia ha sacado partido de su naturalidad y su afilada lengua.
Es un hecho que el ocupar malas palabras se ha convertido en un arte en Evelyn Matthei y puede ser, sin duda, una forma segura de conseguir adeptos, entendiendo que tanto Johannes Kaiser y José Antonio Kast siguen teniendo esa visión que nos recuerdan a los viejos estandartes de los años 50, 60 y 70, los José Patricio, los cuicos. Aquellos distintivos personajes de los cuales se mofaba la Topaze, revistas, diarios, radios, humoristas y la TV.
Sin dudas la candidata Matthei ha optado por algo que debió escarmentar siempre en su carrera política, una espontaneidad y familiaridad que muchas veces le hacía falta. Recurrió a una teatralización que muchas veces desdibujó sus convicciones al exponerse a shows ecuménicos de baile o canto en los estelares de la Televisión chilena; tiempos donde los parlamentarios eran expuestos hacer locuras.
No hay que olvidar que la candidata a la moneda perteneció a la “patrulla juvenil” de la derecha, formada por rostros como Andrés Allamand, Sebastián Piñera y Alberto Espina, todos de perfil más liberal y moderno que los viejos estandartes de la derecha tradicional. Esa diferencia produjo una guerra interna durante la transición que obligó a los antiguos caudillos a retirarse de la política. Desde esos días Evelyn Matthei ha sido una figura que ha transitado entre generaciones, entre estilos y entre momentos muy distintos del país. Su rol en ese proceso a veces como protagonista, otras como sobreviviente de la política ha estado marcado por esa lucha entre lo tradicional y lo renovador.
En otras palabras, Evelyn Matthei ha adoptado un estilo comunicacional más directo y vulgar como respuesta a la crisis de representación en la derecha chilena, distinguiéndose de figuras más rígidas y tradicionales. Sin embargo, podemos cuestionar la validez de insultar para comunicarse en política. Quizás a inicios de su carrera se contenía de este show emocional y ahora trata de expresarse tal cual es. Una espontaneidad que disimuladamente exterioriza su enojo o su compromiso ciudadano.
A la vez todos los políticos dicen expresiones malsonantes, chuchadas, cuando se enojan, estos pese a su cargo también son seres humanos. La salvedad radica en lo esperable del lenguaje político, algo más diplomático y técnico. Allí muchos
concordamos que los insultos y las ofensas son falta de argumentos, y los exabruptos por estrés que detonan en reacciones impulsivas deberían ser más controladas.
En definitiva, el estilo comunicacional de Evelyn Matthei no es solo una estrategia electoral, sino también un síntoma de las tensiones internas que atraviesa la derecha chilena. Su uso del lenguaje más ofensivo, lejos de ser una mera provocación, parece responder a una necesidad urgente de reconexión con una ciudadanía desencantada, en un contexto donde los discursos acartonados ya no convocan.
Por cierto, esta transformación entre lo espontáneo y lo desesperado revela una figura política que ha transitado entre generaciones, estilos y contradicciones, y que hoy se reinventa apelando a la emocionalidad y la autenticidad como último recurso.
¿Es esta vulgaridad una forma de sinceridad política o simplemente una máscara más en la larga historia de teatralización electoral? Tal vez el verdadero dilema no esté en las palabras que se usan, sino en lo que esas palabras intentan ocultar, una lucha por sobrevivir en un escenario donde los viejos estandartes ya no bastan y las nuevas formas aún no se consolidan.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 4 de octubre de 2025
viernes, 3 de octubre de 2025
La discapacidad en campaña ¿existe un compromiso?
La discapacidad en campaña ¿existe un compromiso?
En este periodo de campañas electorales para presidenciales, esperamos que se toquen los temas de integración y de democracia para con el mundo de la discapacidad como ocurre de forma habitual, destinada únicamente para sus propósitos electorales, tal como dice la banda Virus “somos un Amor descartable”.
Dicho de otra manera, qué es lo que la sociedad quiere ocultar y no quiere resolver. Algo que hemos aprendido quienes llevamos estos zapatos, es que electoralmente la discapacidad toca una realidad dolorosa: la desigualdad en la representación política y social. Aunque todos los seres humanos tienen la misma dignidad y derechos, en la práctica electoral y política, no todos reciben el mismo reconocimiento ni atención.
Frente a esto, es fundamental el avance de la promoción de derechos, la concientización sobre sesgos, el uso de un lenguaje inclusivo y la participación activa de las personas con discapacidad en el diseño de políticas y programas.
Ahora necesitamos saber cuál va a ser la postura de los distintos candidatos más allá de los eslóganes, sino conocer sus propuestas concretas. Entendemos que persiguen ganar a toda costa en esta fase de ofrecimientos, en donde con promesas exageradas e irrealizables empezarán a deberle a cada santo una vela. Serán capaces de cumplirlas luego o veremos lo que empezó a ocurrir en el segundo y tercer año de gobierno de Gabriel Boric, donde feministas y otros sectores que el Frente Amplio (FA) utilizó para ganar la elección reclamaban por el cumplimiento de tales compromisos, los cuales ya no harán, o bien que no estaba interesado por cumplir desde un inicio.
Acá pasa exactamente lo mismo, vemos la misma mecánica que evidencia que no se trata a los problemas de los chilenos con discapacidad con el mismo nivel de interés que quisiéramos: como cubrir la falta de accesibilidad física, la exclusión de servicios de salud y pensión, la discriminación sistémica y la inadecuación de leyes y normativas. La falta de atención a estos detalles evidencia una deuda histórica y una falta de voluntad política para garantizar la plena participación de este grupo marginado en la sociedad.
Por otro lado, los gobiernos han vetado leyes destinadas a proteger los derechos de este colectivo generando su desprotección y angustia, mostrando una falta de empatía a su situación. Cuando se llega aprobar alguna iniciativa de ley, más parece un favor en lugar de la legitimación de un derecho.
La realidad de vivir con condición de discapacidad es que no basta con la atención, no basta con esta falsa integración permanente, se necesitan oportunidades reales, trabajos, protección, evitar el bullying en las escuelas y en los trabajos y para eso se requiere tener una iniciativa parlamentaria, una diligencia política, una prontitud del gobierno. Esas son necesidades que no se pronuncian y que tampoco existen, y claramente no la veremos en los distintos candidatos actuales.
Así mismo, con qué razón u obligación estos más de 2.703.893 millones de chilenos discapacitados (17,6%) irán a votar ese día. Por quién tomarán palco, considerando que ni la izquierda, ni el centro, ni la derecha, ni los extremos muestran señales de compromiso real con nadie. No existen ofertas ni compromisos con la discapacidad, lo que refuerza la idea de que el problema es estructural y no partidista.
En concreto, llevamos más de 40 años de democracia y en esta materia se ha avanzado muy poco. Por el contrario, la tele caridad y la autoflagelación emocional que la jornada de la Teletón entrega es el único mecanismo de visualización existente y si bien es valiente y necesaria para obtener recursos, pone en evidencia como la caridad ha reemplazado las políticas públicas, y como el espectáculo puede ocultar la falta de derechos.
Ahora bien, conocemos como se trata a los discapacitados en los colegios y la manera real de integración que existe en estos espacios de formación. Se conocen muchas historias y convivencias con situaciones totalmente distintas, donde aseguro que el agravio, el rechazo y otro tipo de elementos son mucho más explícitos a lo que el discurso oficial quiere entregar.
Este análisis es una interpelación legítima y urgente. Es un llamado a que la discapacidad deje de ser un tema decorativo en los programas políticos y se convierta en una prioridad real. No es una interpelación vacía, es simplemente cuestionar a los distintos candidatos sobre es el lugar real en que van a poner la discapacidad en sus programas más allá del discurso, porque el discurso final aguanta todo.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político