lunes, 3 de enero de 2011

El Bicentenario: una muy buena celebración, con sus claros matices

Se ha vivido la fiesta Bicentenaria de la nación, repleta de símbolos de unidad y nacionalismo, con la alegría desbordante respectiva a la celebración, en donde se alcanza una mayor cercanía ciudadana que se manifiesta en gran medida en los excesos de comida y alcohol, matizados con uno que otro bailecito nacional.

A través de la interrelación de todos estos simbolismos vividos, tanto ideológico como populares, podemos reconocer claramente que fue una buena fiesta, histórica para muchos, ya que este acontecimiento no se vivirá nunca más por estas generaciones, lo cual lo hace todavía más significativo.

Pero a pesar de todo lo bueno vivido hay hechos que opacaron en cierto punto los festejos, ya que la ambición humana siempre es más fuerte que la alegría y las tradiciones.

Porque siempre es una nota negativa la falta de sobriedad en algunas ceremonias que a pesar de ser una ocasión extraordinaria debió mantener la elegancia y la sutileza con que estas celebridades se caracterizaban en Chile.

En la tradicional Parada Militar, el desplante de orden marcial ha sido una marca anual que todo chileno siente orgullo. Sin embargo, al ver a los civiles marchando con militares se quiebra esta tradición en la fecha más simbólica de la nación, y no porque no tengan derecho a hacerlo, sino que más bien es una buena idea no muy bien acabada.

A eso se le suma la excesiva necesidad de su excelencia el presidente de la República de comunicarse con la ciudadanía. Simplemente, para esta ceremonia, el presidente no sólo quería ser la autoridad máxima del país, sino también el principal orador, que por lo general no tiene nada de malo. Aunque, para este presidente que siente deseos incontrolables de comunicarse y de darse a conocer a toda hora, quiebra las tradiciones históricas, más aún en este Bicentenario, en donde el presidente debiese hablar a los chilenos lo justo y necesario ya que es el país el protagonista, no él, restándole protagonismo a la Parada Militar y a Las Fuerzas Armadas que son el centro de atención. Para algunos esto puede ser aceptable ya que es una ocasión especial, lo que es cierto, pero no debemos olvidar que en estos meses el presidente siempre ha tenido esta actuación, y para estos días su personalismo ha aumentado.

Don Sebastián Piñera debe aprender a dosificarse ya que está desgastando su imagen, y cansando a la ciudadanía en general, lo que unido a su exceso de protagonismo y ansiedad le quita decoro y sobriedad al cargo el cual debe cuidar.

Por su parte, los medios también hacen función. En esta ocasión transmitieron las actividades Bicentenarias solos y por su cuenta. La ANATEL* no funcionó, ya que los medios, en especial el canal trece y TVN prefirieron mantener sus mezquinas diferencias antes de pensar en el país. En fin esto es negocio, pero igual hay que decirlo.

No debe quedar aparte el tema mineros y mapuche, que fueron protagonistas en estas fiestas, usados por la autoridad a destajo, sin piedad, unos prometiéndoles una posible solución que no se cumplió, los otros siendo utilizados como factor de unidad y populismo tanto en las actividades oficiales como en discursos políticos.

Para finalizar podemos decir que el bicentenario fue bueno y tranquilo. El país celebró y se divirtió. Ahora lo que queda es reflexionar que hicimos mal y bien en doscientos años, como seguimos, tarea para el futuro, pero siempre teniendo en cuenta estos problemas, esos que un país y una autoridad no se pueden permitir.

Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Polìtico
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* ANATEL : Asociación Nacional de Televisión


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