sábado, 28 de mayo de 2022
viernes, 27 de mayo de 2022
El nacionalismo y los fanatismos ideológicos, malos consejeros
El nacionalismo y los fanatismos ideológicos, malos consejeros
Sin duda, cuando vemos el conflicto provocado por el Presidente de Rusia Vladimir Putin, no aceptando la independencia y soberanía de Ucrania, e invadiendo el país con la excusa de luchar contra actos fascistas experimentados por las regiones independentistas del Donbas y Crimea (actuales zonas apoyadas por Rusia), que consideramos estar volviendo a los tiempos de los nacionalismos exacerbados, que buscan imponer reglas a la fuerza. En este caso, para volver a recuperar el ideario de cultura-nación, como la gran Unión Soviética o su previa cultura zarista.
Si lo llevamos a una escala más alta podemos recordar varios casos, tales como el desmembramiento o separación, en medio de una guerra civil sangrienta y descarnada, como la ocurrida con la ex Yugoslavia, en donde cientos de miles murieron y otros tantos huyeron del país, todo en nombre del nacionalismo. Así también, se dieron los casos de los nacionalistas irlandeses del IRA (Ejército Republicano Irlandés) en el Reino Unido o la ETA (Euskadi Ta Askatasuna) en España. Todos caracterizados por la lucha ideológica en su territorio, con batallas sangrientas de por medio que perjudicaron finalmente a la población, a favor de unos pocos y sus ideas.
El nacionalismo es una ideología que resalta e impulsa elementos como las etnias, cultura, religión o el pasado histórico. Defiende ideas de unidad y en la mayor parte de los casos termina por exacerbar la superioridad de un pueblo o nación por sobre otro. Pero por el contrario, no permite una racionalidad política, más bien aspiran o provocan un fanatismo muy evidente casi sin sentido e indiscutiblemente irracional. Más aún, este tipo de ideologías genera situaciones como la que estamos vislumbrando con Vladimir Putin.
Si lo transferimos al caso de Chile, se divisan lentamente ciertas conductas fanáticas, como en la misma convención constitucional, integrada por ciertos miembros con discursos más bien radicales; o las declaraciones regionalistas, sobre todo en zonas extremas como Magallanes, Iquique, Arica; o bien los conflictos territoriales que se desencadenan en Arauco, enfrentando a una etnia pacífica con algunos de ellos en pie de guerra. Si bien en algunas oportunidades estas consignas puedan ser justas, los nacionalismos tanto globales como en zonas regionales, siempre pueden llegar a ser malos consejeros, porque nublan las decisiones.
En lo coyuntural, en la asamblea constituyente o convención constitucional para muchos se vio que no existe una racionalidad política, más bien se vio como ciertos constituyentes radicales imponían su posición hecha a pedido de cualquier disparate que se le ocurra a un afiebrado lado político, que carece del sentido jurídico y del sentido de Estado. Por otro lado, se vio a un grupo negando todo lo posible públicamente porque no querían un cambio; mientras que aquellos que se quedaron fuera, haciendo campañas por insatisfacción. Al final se tiene que percibir la construcción de este nuevo Estado pensando en todos, en la región, el país, etnias e ideologías, cualquiera sea el mecanismo que se ocupe, para establecer una unidad.
No cabe duda que los fanatismos son malos, son ajenos, nublan, no permiten acuerdos ni dan soluciones. Todo lo contrario, generan más vicisitudes y pueden desatar crisis de inestabilidad política y social evidente. Estas ideologías pueden agravar más los problemas e incluso pueden sepultar los avances de un país. Como caso típico, el nazismo en Alemania, el franquismo en España, o el fascismo en Italia. Por lo tanto, obviamente cuando se ven y se toman decisiones políticas tanto para Putin, como para los ejemplos aquí mencionados, el nacionalismo, el ver todo de una manera fanática, puede derivar en actos de xenofobia, discriminación y violencia. Así que, fanatismos y nacionalismos no son buenos consejeros, más en este proceso de reconstrucción institucional, con la sombra de las demandas sociales aún vivas y esperando ser respondidas.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 21 de mayo de 2022
viernes, 20 de mayo de 2022
El tejido social o solidaridad
El tejido social o solidaridad
Podemos entender el tejido social como los nexos naturales por las que se reúnen las personas, ya sea por ser parte de una comunidad que comparte una cultura e intereses, o bien por una búsqueda de satisfacer necesidades en común, demandas por alcanzar. Tal cual como como un tejido celular reunido para formar órganos que cumplan funciones en favor del beneficio del organismo.
Este carácter de profunda interacción social, relaciona directamente el tejido social con la solidaridad, el acto de pensar en los demás y apoyarlos. Una acción indispensable para el buen desarrollo de una sociedad y de cada persona que pertenezca a ella. Es por eso, que es fundamental que se fomente y mantenga en el tiempo, además de ser capaz de Integrar a toda la comunidad, de manera tal, que entre todos logren satisfacer las necesidades más básicas perseguidas.
Pero en nuestro país, la realidad de los discursos que pregonan distintos sectores políticos, culturales, u organizaciones sociales en todo el país, como versos libres de lucha, quedan solamente de la boca para afuera. Subsiste en el pregón de un canto popular, un falso llamado que no se concreta ni a nivel cultural, social, ni menos a nivel político. La solidaridad solo se radica en el discurso, porque ya no es tema. No le interesa nadie. Y con ello, el tejido social se resquebraja.
Muchos plantean que la dictadura terminó con el tejido social de la sociedad chilena, por la persecución política, la prohibición del derecho a reunión y el toque de queda. Otros piensan que la hipertrofiaron, lo que obviamente eso acabó con su total aniquilación, fueran o no resistentes al régimen militar.
Abiertamente, después del régimen militar y a raíz de la transición pactada de la vuelta a la democracia, resurgieron ciertas agrupaciones u organizaciones políticas para recomponerlo, pero estos proyectos no hilvanan como un tejido social. De allí la aparición de este nuevo fenómeno llamado “estallido social”, tras varios años de promesas vacías, que buscan mejorar, entre otras, las faltas de oportunidades que sufre una mayoría de la población.
Aun así, para que este movimiento se transforme en un nuevo tejido social, tendrán que pasar varios años y generaciones con la finalidad ver si el estallido social no fue tan sólo un paréntesis. Más bien, para muchos fue un hecho coyuntural de decirle a la clase política que no estaba respondiendo las necesidades que un tejido social fuerte proporciona: seguridad, paz y la armonía que se vive en ella. Por el contrario, su debilitamiento con los años da pauta a la formación de nuevos problemas sociales que obstaculizan el desarrollo individual y colectivo.
Por otro lado, los de la lista del pueblo, hasta el momento, tampoco han sido capaces de esbozar jurídica ni positivamente este tejido en forma coordinada, ya que supuestamente representan a la mayoría de la población. Es que acaso estos, los autonombrados representantes de las demandas, ¿no van de forma paralela con la exigencia del estallido social de mejorar el enramado social en forma permanente, terminar con las injusticias sociales, promover la sana convivencia, los vínculos de participación e inclusión?
En el presente sabemos que vivimos en una época individualista. Los ejercicios colectivos políticos o de politización de problemas, son hecho circunstanciales en la medida que la concurrencia se junta. Tras el problema determinado, se dispersan. De este modo, el tejido social de nuestro país no sería recompuesto ni se va a recomponer. Eso afecta directamente a la política, a los partidos políticos y a las organizaciones sociales ya que son estas las que se arrogan o aspirar el poder, o más bien, son las que deben llevar el feedback en el sistema político. Aunque, por esta falta de conexión y organización social no se generan las herramientas para decodificar las necesidades de las ciudadanía.
A pesar de todo, el tejido social debe impulsarse y ampararse en el tiempo. Corresponde integrar a la comunidad y que con la ayuda de todos se logren satisfacer las necesidades más básicas que se tengan. Sobre todo, que no se pierda la solidaridad, simplemente preocuparse por los demás miembros de mi comunidad cuando estos lo necesiten.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
viernes, 13 de mayo de 2022
Mito y verdades de los constituyentes
Mito y verdades de los constituyentes
Se han planteados muchos mitos acerca de los constituyentes, que con el paso del tiempo podemos decir que no son así, pero otras desgraciadamente son verdades.
Primero, la lista del pueblo que en las elecciones convencionales constituyentes obtuvieron más de 800,000 votos a nivel nacional, logrando aventajar a la Lista del Apruebo (ex Nueva Mayoría y agrupaciones de centro izquierda) y permitiéndoles constituirse como mayoría. Todos suponíamos que iban a ejercer un liderazgo, es decir, un protagonismo que podía ser positivo o negativo, pero aquello no ocurrió.
Ese liderazgo y mayoría se fue disolviendo en segmentos al poco andar, acabando desperfilándose como bloque. En otras palabras, terminaron perdiendo importancia y confirmaron su carencia de capacidad para organizarse políticamente, sin tener una ideología solo les movía el sentimiento “octubrista”.
No obstante, en esta situación política que se da no necesitaban funcionar como un cuerpo político, ya que no lo eran, sino que debían funcionar más bien como un partido. Y si bien su intención no era ser partidista, al menos tener cuerpo político con ideas determinadas y principios básicos de acuerdos, para poder relacionarse con los otros sectores políticos de modo más uniforme, participativo y negociador. Por esta razón se han manifestado algunos problemas y dificultades, tales como, qué tipo de estado queremos o qué tipo de organizaciones deseamos.
El problema a mi parecer, es este estilo anárquico que plantean algunos de los que vienen de la lista del pueblo, en donde quieren organizarse de un modo distinto como Estado, aunque sin saber bien cómo hacerlo. No tienen una propuesta jurídica coherente ni claridad de la estructura contemporánea, eventos que se aprecian sobre todo en la comisión de régimen político, en donde no se ponen de acuerdo en algo tan básico como decir si vamos a hacer una república, o si vamos a hacer un régimen parlamentario; si seguir siendo uno presidencial, o semipresidencial. En esta actitud que tienen, falta que algunos planteen que quieren ser monarquía, porque ya coquetearon con el rechazo a ser una república.
Entonces ¿qué quieren ser?.
Desgraciadamente, aquí vemos errores de concepto fundamental de algunos al interior de la constituyente. Aquí se eluden conceptos enseñados y aprendidos en la enseñanza media como la civilidad, los valores civiles y republicanos. Más aún, se desconocen las atribuciones de todos los poderes del Estado. Por lo tanto, este es un problema de concepto básico político que nos afecta a todos como sociedad, agravado por la eliminación de la malla curricular de la Enseñanza Media de la asignatura de Educación Cívica. Pero lo que toca, lo mismos interesados que fueron electos como constituyentes, sin tener conocimientos de lo que debían saber y sin buscar el adecuado asesoramiento.
Evidentemente este es un conflicto, un problema de fondo y de forma al interior de la convención, lo cual se ve reflejado en estos problemas básicos conceptuales para armar esta nueva constitución. Además, trae consigo las discusiones, las polémicas sobre la labor que efectúan, que pueden ser azuzadas con o sin intención por algunos constituyentes, pero que no está demás escucharlas y tomarlas en cuenta, porque evidentemente aquí ocurren ignorancias. Y no lo digo peyorativamente, sino con todo el sentido de la palabra dado al desconocimiento frente a la labor constituyente.
En sí lo más positivo de toda la experiencia vivenciada, es el mismo mecanismo de participación, el mecanismo de que la ciudadanía ayude y participe en la formación de la constitución, que es lo más democrático que hay. Pero para que sea totalmente democrático, además requiere de responsabilidad y las democracias requieren el compromiso y la responsabilidad de toda ciudadanía, lo que no hemos visto en muchos constituyentes.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 7 de mayo de 2022
viernes, 6 de mayo de 2022
De la revolución en libertad al árbol implícito
De la revolución en libertad al árbol implícito
Nos proponemos deambular por nuestro cuadro histórico desde la revolución en libertad al árbol sin contenido, peregrinando por la revolución con empanada y vino tinto (hombre nuevo), recorriendo la reconstrucción nacional y la recuperación de la democracia, la consolidación de esta, la democratización del país, la institucionalización y creación del desarrollo y ahora al árbol sin contenido.
En otras palabras, en este viaje descrito en el titular no hemos encontrado con proyectos exitosos, medianamente exitosos y fracasados de nuestra política chilena, algunos que desde sus inicios era una pensamiento, una quimera, que se fueron construyendo y de los cuales algunos resultaron y otros no, ajenos fueron una contra ideología en dictadura, nuevos, fueron la consolidación de la democracia y de las instituciones, hasta el último que se simboliza por el árbol (Boric) y que entre todos es el más tenue, sin embargo, que de algún modo trata de alimentarse de todos estos grandes proyectos buenos, medianos o malos que han preexistido en nuestro país.
Por lo tanto, “la revolución en libertad” lema que fue utilizado por el partido Demócrata Cristiano en 1964 para la Campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva, quien buscaba, cambios profundos, una revolución, sin embargo, manteniendo la legalidad democrática, sin abusos, diferenciándose así de sus candidatos oponentes Julio Duran y Salvador Allende. Por otra parte, estas reformas sociales y económicas prometidas estaban definidas en cinco prioridades: solidaridad y justicia social; participación política y soberanía popular; desarrollo económico; educación y enseñanza técnica, más aun, una reforma agraria, chilenización del cobre y una reforma educacional.
Por consiguiente, la revolución con empanada y vino tinto ( hombre nuevo ), un socialismo a la chilena que pretendía instaurar Salvador Allende en el ejercicio de su gobierno (1970 – 1975) y cuyo programa de administración contemplaba la construcción de un estado popular y una economía planificada estatal con profundos cambios sociales, económicos y transitar al socialismo político por la vía pacífica. Lo que es peor, este deseo de cambios rápidos, acelerados, confundió a un grupo de sus partidarios embriagados con la revolución Cubana y los moderados que pretendían consolidar el proceso, es decir, vivíamos en un ambiente de asambleas, juntas de vecinos, sindicatos, federaciones, expropiaciones, toma de terrenos, de fábricas, etc., decayendo en una profunda crisis, intentado salir a flote con un plebiscito el que no se concretó siendo derrocado el 11 de septiembre 1973 por el golpe de estado, no pudiendo concretar su proyecto, por esto y por otras circunstancias de intervención extranjera.
Luego, el golpe de estado nos conmutó el país, fragmentó nuestra historia dejando huérfana la sociedad civil y a los partidos políticos en la clandestinidad, una dictadura que trató consigo un discurso muy atemorizante, también una campaña muy desgarrada de reconstrucción nacional persiguiendo políticamente personas y con tantos detenidos desparecidos, más aún, violación a los derechos humanos y en medio de esta trama cruel siguiendo a sangre y fuego los consejos de Milton Friedman, ocurría la más profunda y radical transformación económica, sin tener, hasta ese momento una oposición hasta la aparición del plebiscito, en el cual con sus mismas reglas y su proyecto de construcción nacional entrega el país, supuestamente reconstruido, quizás reconstruido en la fachada, pero moral y socialmente nunca fue completamente reconstruido.
Por eso, el 5 de octubre 1988 con un plebiscito llego la democracia, “con la alegría ya viene”, sobreviniendo un año después la época de la concertación de partidos con Patricio Aylwin en la presidencia prometiendo justicia “en la medida de lo posible”, además, legitimando el sistema económico, el cual crecería como nunca, sobre todo, se busca las modernizaciones, la reconstrucción y consolidación de la democracia. Con Eduardo Frei salimos al mundo a firmar tratados de libre comercio y nos llamaríamos los jaguares de América latina con los problemas, miedos, pragmatismo político y trabas políticas heredadas de la dictadura aún sin resolver. La llegada de Ricardo Lagos, para algunos fue un entreguista, concesionó ramales, tróncales y carreteras, sin embargo, algunos mejoraron su calidad de vida a costa del endeudamiento. Al final, llena de simbolismos llega la primera Presidente mujer en la historia de Chile, después de sus cuatro años de gobierno se acaba la concertación.
Después de cincuenta años la derecha alcanzaba nuevamente el poder con Sebastián Piñera como nuevo presidente de Chile, continuando con las clásicas ideas de la derecha y manteniendo el mismo modelo económico, el que proliferaba robustamente. En este periodo comienzan las marchas estudiantiles, tomas de colegios, paro de universidades, protestas de las provincias, de los mapuches, la diversidad de género, todos exigiendo lo propio.
Para terminar nuestro viaje en este recuento histórico somero, hacemos escala en el reciente presidente del árbol implícito Gabriel Boric, el Presidente más joven de la historia, quien ya principia a gobernar y en la que están cifradas muchas esperanza de bastantes compatriotas, pero, ya pasamos por la revolución en libertad, el hombre nuevo, la reconstrucción nacional y un montón de otras siglas, promesas y hemos vividos distintos tipos de experiencias, estructuras políticas que han ido haciendo que ciudadanía se quebrante, se desilusione, no queremos más gobiernos que prometen grandilocuencia, creo que lo más lógico es ir viendo la realidad prometiendo lo que es necesario y los que se puede realmente hacer.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
De la revolución en libertad al árbol implícito
De la revolución en libertad al árbol implícito
Nos proponemos deambular por nuestro cuadro histórico desde la revolución en libertad al árbol sin contenido, peregrinando por la revolución con empanada y vino tinto (hombre nuevo), recorriendo la reconstrucción nacional y la recuperación de la democracia, la consolidación de esta, la democratización del país, la institucionalización y creación del desarrollo y ahora al árbol sin contenido.
En otras palabras, en este viaje descrito en el titular no hemos encontrado con proyectos exitosos, medianamente exitosos y fracasados de nuestra política chilena, algunos que desde sus inicios era una pensamiento, una quimera, que se fueron construyendo y de los cuales algunos resultaron y otros no, ajenos fueron una contra ideología en dictadura, nuevos, fueron la consolidación de la democracia y de las instituciones, hasta el último que se simboliza por el árbol (Boric) y que entre todos es el más tenue, sin embargo, que de algún modo trata de alimentarse de todos estos grandes proyectos buenos, medianos o malos que han preexistido en nuestro país.
Por lo tanto, “la revolución en libertad” lema que fue utilizado por el partido Demócrata Cristiano en 1964 para la Campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva, quien buscaba, cambios profundos, una revolución, sin embargo, manteniendo la legalidad democrática, sin abusos, diferenciándose así de sus candidatos oponentes Julio Duran y Salvador Allende. Por otra parte, estas reformas sociales y económicas prometidas estaban definidas en cinco prioridades: solidaridad y justicia social; participación política y soberanía popular; desarrollo económico; educación y enseñanza técnica, más aun, una reforma agraria, chilenización del cobre y una reforma educacional.
Por consiguiente, la revolución con empanada y vino tinto ( hombre nuevo ), un socialismo a la chilena que pretendía instaurar Salvador Allende en el ejercicio de su gobierno (1970 – 1975) y cuyo programa de administración contemplaba la construcción de un estado popular y una economía planificada estatal con profundos cambios sociales, económicos y transitar al socialismo político por la vía pacífica. Lo que es peor, este deseo de cambios rápidos, acelerados, confundió a un grupo de sus partidarios embriagados con la revolución Cubana y los moderados que pretendían consolidar el proceso, es decir, vivíamos en un ambiente de asambleas, juntas de vecinos, sindicatos, federaciones, expropiaciones, toma de terrenos, de fábricas, etc., decayendo en una profunda crisis, intentado salir a flote con un plebiscito el que no se concretó siendo derrocado el 11 de septiembre 1973 por el golpe de estado, no pudiendo concretar su proyecto, por esto y por otras circunstancias de intervención extranjera.
Luego, el golpe de estado nos conmutó el país, fragmentó nuestra historia dejando huérfana la sociedad civil y a los partidos políticos en la clandestinidad, una dictadura que trató consigo un discurso muy atemorizante, también una campaña muy desgarrada de reconstrucción nacional persiguiendo políticamente personas y con tantos detenidos desparecidos, más aún, violación a los derechos humanos y en medio de esta trama cruel siguiendo a sangre y fuego los consejos de Milton Friedman, ocurría la más profunda y radical transformación económica, sin tener, hasta ese momento una oposición hasta la aparición del plebiscito, en el cual con sus mismas reglas y su proyecto de construcción nacional entrega el país, supuestamente reconstruido, quizás reconstruido en la fachada, pero moral y socialmente nunca fue completamente reconstruido.
Por eso, el 5 de octubre 1988 con un plebiscito llego la democracia, “con la alegría ya viene”, sobreviniendo un año después la época de la concertación de partidos con Patricio Aylwin en la presidencia prometiendo justicia “en la medida de lo posible”, además, legitimando el sistema económico, el cual crecería como nunca, sobre todo, se busca las modernizaciones, la reconstrucción y consolidación de la democracia. Con Eduardo Frei salimos al mundo a firmar tratados de libre comercio y nos llamaríamos los jaguares de América latina con los problemas, miedos, pragmatismo político y trabas políticas heredadas de la dictadura aún sin resolver. La llegada de Ricardo Lagos, para algunos fue un entreguista, concesionó ramales, tróncales y carreteras, sin embargo, algunos mejoraron su calidad de vida a costa del endeudamiento. Al final, llena de simbolismos llega la primera Presidente mujer en la historia de Chile, después de sus cuatro años de gobierno se acaba la concertación.
Después de cincuenta años la derecha alcanzaba nuevamente el poder con Sebastián Piñera como nuevo presidente de Chile, continuando con las clásicas ideas de la derecha y manteniendo el mismo modelo económico, el que proliferaba robustamente. En este periodo comienzan las marchas estudiantiles, tomas de colegios, paro de universidades, protestas de las provincias, de los mapuches, la diversidad de género, todos exigiendo lo propio.
Para terminar nuestro viaje en este recuento histórico somero, hacemos escala en el reciente presidente del árbol implícito Gabriel Boric, el Presidente más joven de la historia, quien ya principia a gobernar y en la que están cifradas muchas esperanza de bastantes compatriotas, pero, ya pasamos por la revolución en libertad, el hombre nuevo, la reconstrucción nacional y un montón de otras siglas, promesas y hemos vividos distintos tipos de experiencias, estructuras políticas que han ido haciendo que ciudadanía se quebrante, se desilusione, no queremos más gobiernos que prometen grandilocuencia, creo que lo más lógico es ir viendo la realidad prometiendo lo que es necesario y los que se puede realmente hacer.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político