El gobierno
y su falta de línea política
Gobernar es dirigir y es el deber principal que tiene todo gobierno, lo demás es retórica y frescura. Sin duda, cuando un gobierno no sigue esta directriz, no toma decisiones, no establece pautas, no planifica a futuro, no tiene una línea política determinada, acaba por tener discursos vacíos, una disonancia entre su accionar y el cómo se comunica. Cararujismo y hasta frescura.
Evidentemente, sin una línea política, sin establecer bases ideológicas, jurídicas o simplemente de administración pública mínima, no se puede entender la lógica de un determinado gobierno. Tan así, que si un gobierno no nos puede plantear esa lógica, no lo podemos ver como tal y no sabemos francamente qué es lo que es. Un gobierno tiene que ser y parecer, no debe caer en ilusiones ni distorsiones adecuadas para manejar la opinión pública, dirigir no es usar trucos de magia.
Para nuestro gobierno, esta falta de lineamiento político se ha hecho presente desde su comienzo, tras varios traspiés. En particular, su política exterior ejemplifica esa falta de lineamiento, donde la cancillería ha tomado pésimas decisiones con países que son relevantes para el nuestro, en materia de derecho internacional, como otras en defensa directa de la soberanía.
De acuerdo a la manifestación del canciller Antonia Urrejola al ministro RR.EE. chino, existe un permanente compromiso de Chile con el principio de “una sola China”, reconociendo claramente los derechos que tiene sobre Taiwán, el cual se considera independiente del gobierno central desde 1949. Tampoco nos queda claro si la cancillería reconoce la pertenencia a China del Tíbet. De ser así, se agravaría aún más este reconocimiento de “una sola China”, es reconocer a Taiwán como provincia rebelde, y en otras palabras, es aceptar la existencia de un gobierno totalitario que puede oprimir a todo un pueblo disidente a voluntad. Como el gobierno ha planteado a diestra y siniestra que está de acuerdo con la democracia, los derechos humanos, y ha intentado establecer lineamientos anti opresores como el ocurrido con Israel y Palestina, cae en una contradicción vital. Acaso China no viola los derechos humanos, no tienen políticas de represión desmedidas a los opositores. En cuanto a esto, no vemos la racionalidad de lo que dice la política pública y lo que hace el gobierno.
Por otra parte, como caso típico de nuestra soberanía, a tres días de estar sentado en el sillón de O’Higgins el presidente Gabriel Boric invita a Bolivia para restablecer las relaciones diplomáticas, rotas desde 1962. La respuesta desde Bolivia no se hizo esperar y fue obvia, habrá diplomacia siempre que se negocie la salida al mar. Dado el fallo determinado por la Haya sólo se puede hablar con Chile en forma bilateral para llegar a tener una salida al mar, ya que por el derecho internacional no tiene cabida. Existe algún grado de coherencia en querer darle salida al mar a Bolivia, aunque este país sabe que Chile ganó el juicio, continuar negociando sería seguir alimentando los argumentados derechos expectaticios al país boliviano, ocasionándole un problema jurídico interno a nuestro país, ya que no existe obligación alguna.
Estos son claros ejemplos en que el gobierno demuestra que aún no tiene una línea política internacional definida, por un lado quieren ser latinoamericanista y por otro ser garantes de la democracia y defensa de los derechos de los más reprimidos. Con el caso boliviano, es qué el gobierno está para Chile o para los intereses del país vecino; mientras que para con China, la cancillería si va a proteger los derechos humanos no tendría que hacerlo para todos por igual. Así como el Gobierno ha criticado a Cuba y otros países, debería criticar a China, pero la canciller no establece esta alusión.
Entonces, este ha sido el problema latente del gobierno. Aún no tiene una línea política, un grado de coherencia. Como se dice vulgarmente, el gobierno se da vuelta de carnero permanentemente. No sigue una línea funcionalista, ni realista, ni pragmática, ni de reciprocidad ¿Cuál es la línea política de la cancillería? No lo sabemos. Y esto es el mismo problema que tiene el gobierno en otras materias. Para gobernar se tiene que tener líneas claras, decisiones claras, pautas claras, de lo contrario divagamos, causamos incertidumbre que es lo único que un gobierno no debe hacer. El gobierno debe dar certezas.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista
Político
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