jueves, 13 de octubre de 2022

El sectarismo de las Ideas

 

El sectarismo de las Ideas

 Para empezar, hay que tener claro que las ideas son la forma de ver las particularidades que tenemos las personas, fruto de las experiencias y de la capacidad del pensamiento. Estas ideas cuando dirigen las conductas de grupos de personas, las llamamos ideologías, las cuales no son exclusivas de una fracción de la sociedad, sino del total de la misma. Y según las distintas representaciones de interpretar la realidad, tendremos distintas ideologías que las representen. 

También es cierto, que debido a la variedad de ideologías surge la competencia por la supremacía de estas, por quien lidera o impone las normas de la sociedad. Cada una de ellas intenta imponerse sobre las demás, en muchas ocasiones de forma violenta. En consecuencia, nuestra sociedad se ha dotado de un mecanismo para evitar que estos ideas sectorizadas acaben en beligerancias violentas.  Ese mecanismo se llama democracia, donde las confrontaciones ideológicas encuentran un campo de negociación y acuerdo. 

Sin embargo, siempre está la tensión del conflicto y de las radicalizaciones, por lo que se debe luchar por ese espacio de democracia, de discusión. Más aún en nuestra actualidad nacional, donde apreciamos la fuerte imagen de sectarismos ideológicos desde los inicios de la elección de los constituyentes, que marcan una potente polarización en la política y en el clima social. Ha sido tal el nivel de esta, que muchos militantes, políticos y personas públicas se alejaron de campañas previas al plebiscito de salida, a causa de la evidente percepción de estar en un escenario donde unas mayorías se quieren llevar el jamón completo para su casa. 

Es evidente que la convención fue fuente de polarización. Al final de la misma, existía la percepción de que una opción no es completamente buena, y que la otra no es completamente tan mala. O sea, tanto el apruebo como el rechazo tuvieron argumentos que los validaban. El tema es, que ante un texto constitucional que sinceramente tenía algunas deficiencias, palpablemente se iba a observar ese escenario fracturado del cual acabaríamos por discutir sobre la desacreditación de las ideas, el poco ánimo de discusión, la poca argumentación, dejar todo en un blanco y negro sin advertir que la gama de grises cubre un amplio espectro. Entrar luego en la descalificación, cuando el trabajo serio y responsable no se hizo cuando debió hacerse, es no entender el ejercicio político al que se estaba llamando, en un campo de negociación y de acuerdos como es construir una constitución. 

Se precisaba buscar acuerdos y para que estas colaboraciones se dieran, se tenía que dar un diálogo franco y flexible. No deberían existir constituyentes tratando de imponer cada uno su posición y dejar de negociar lo más importante para las personas. En otras palabras, cada constituyente debió ceder a un bien común. No fue así, al final se llegó a una radicalización política cuyas consecuencias adversas nos llevaron a no ver el vaso medio lleno, que aquí no había que ir a quemar un sistema ni a defender el que existe, sino hacer algo nuevo con los cimientos jurídicos y políticos coherentes. 

Obviamente como no se hizo, mientras algunos piensan que lo hicieron bien, se establece la actual discusión sobre que hacemos para continuar el proceso, aunque es francamente intrascendente porque las ideas fueron las que perdieron. Entonces nos preguntamos, cómo reflexionamos el país de ahora en más, cuáles son los desafíos para una mejor organización y diálogo. El populismo llegó a tal envergadura que se empezaron a dar cuenta de los errores de ambos lados. Todos empiezan a ofrecer reformas, reformas y más reformas. El populismo se volvió a apoderar de un proceso noble, legítimo y necesario. A dónde quedó el espíritu Rousseauniano de ceder parte de nuestro consentimiento para crear la voluntad general y fijar las nuevas reglas del juego. 

Ya estamos cerca de los 3 años del estallido social y aún estamos en fojas cero. Se precisa buscar avenencias y para que estas colaboraciones triunfen, se tiene que establecer una conversación franca y flexible. En otras palabras, cada sectarismo ideológico debe ceder por un bien común con el fin de obtener el mejor de los acuerdos.

  

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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