viernes, 15 de diciembre de 2023

La muerte injusta de Víctor Jara

 

La muerte injusta de Víctor Jara 

El final de Víctor Jara es una historia que se debe recordar. Al iniciarse el golpe militar fue encarcelado, torturado y violentamente asesinado, acabando su cuerpo tendido en la vía pública a la vista de todos. 

Este cantante popular, erudito en teatro y folclore, comprometido con sus ideales políticos, puede ser del gusto o no de la ciudadanía, pero es sin duda un hijo de su tiempo y su muerte es perfectamente una metáfora de esos años, de lo injusto y terrorífico de la vida si no eras partidario de la visión del mundo de quien estaba al poder. 

La causa principal de su asesinato fue su arte, por como se utilizó para representar una causa social, un ideal político a esa altura intolerable para un segmento del país. Su muerte se debe a ser partidario de la Unidad Popular (UP), al ser un rostro identificable y representativo del movimiento. En definitiva, lo acribillaron para darle un escarmiento al gobierno, una lección a quienes pensaran de esa manera. Dicho esto, podemos reflexionar un poco sobre su arte y persona más allá de los acontecimientos de su muerte. 

Víctor Jara como artista representó el folclor, la nueva canción chilena y el teatro y en todos estos ámbitos fue aplicado, prolífico y reconocido entre pares. En lo político, producto de su reconocida labor fue designado por la misma UP como embajador cultural hasta la fecha de su muerte. Estaba tan comprometido con las bondades del proceso de izquierda chilena, que decidió ocupar su música para hacer propaganda junto a otros conocidos grupos. 

El resultado de su intervención, en vez de generar una armonía y un acercamiento país, fue sembrar un odio irrefutable entre ciertos sectores que desgraciadamente se desahogaron en él de la peor manera. 

Las circunstancias nos educan que un trovador por muchas ideas políticas que tenga, por mucho compromiso, tiene que saber que le van a prestar oídos muchas personas. Puede que a estas les guste su música independiente de no pensar de manera similar. En ese punto el artista debe distinguir sobre qué es lo más importante, si su música o su idea política. 

Si es su música, entonces comprometerse con un sector político determinado le trae consecuencias, los costos como tal. Les pasó a los Quincheros, a Patricia Maldonado y a otros tantos que también sufren un prejuicio hasta el día de hoy. Afortunadamente para ellos el costo no pasa de una censura, y no una muerte violenta e inhumana por defender sus doctrinas. 

En una entrevista reciente a Eduardo Gatti, expresaba a modo general que su música no debe ser usada para propaganda, que un intérprete no debería ser utilizado por un sector, ni tampoco contar con una afiliación política, independiente a tener todo el derecho de tenerla. 

Dicho de otra manera, para un quórum la decisión política es totalmente individual y personal, y no debe ser utilizada. Esos artistas podrían haber expresado su voto en las urnas y no ir más allá para sacar dividendos políticos, económicos o ser símbolos reconocidos. 

En cuanto a nosotros, los espectadores, debemos separar la figura del espectáculo con la figura del sector político. No se debe mezclar públicamente estos roles, porque podemos hacer pagar culpas que no son suyas. Muchas veces estas figuras son monopolizadas, usadas para difundir, pero no deciden sobre los temas en cuestión. 

El uso político de artistas chilenos, como Víctor Jara, transforman a estos en símbolos de un régimen que impiden ver en algunos de ellos su amplio talento y aporte a la sociedad. Prima más el mensaje político, cargando con ello un prejuicio incontrarrestable, que perjudica a su obra, su legado y aporte a la sensibilidad humana, su arte. 

Porque el arte no tiene color político, no es de izquierda, ni de centro, ni de derecha, ni de ningún sector por mucho que se apropien de tal virtud. Al igual que la música, el periodismo, la televisión, el deporte, no tienen afiliación alguna. Nos pertenecen a todos. 

Ahora quién le devuelve la voz a Víctor Jara. Dejó de existir y fue uno de los más comprometidos a su causa. Es un mártir al que nadie defendió. Finalmente ser rostro y el mensajero de la UP, símbolo del fervor y del sectarismo de la época, lo convirtió en víctima de interrogatorios y torturas por su postura comunista y por haber sido funcionario del gobierno de Allende.

 

 

Nelson Leiva Lerzundi

Cientista Político

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