sábado, 30 de agosto de 2025
viernes, 29 de agosto de 2025
jueves, 28 de agosto de 2025
Podría un próximo gobierno tener un nuevo estallido social
Podría un próximo gobierno tener un nuevo estallido social
Si José Antonio Kast arribara a la moneda esta semana, posiblemente ocurriría un nuevo estallido social, porque la mayoría de las demandas exigidas en su momento siguen sin respuesta y, su presencia poco conciliadora, sería el combustible para avivar el conflicto.
Sin embargo, muchos pensamos que este evento no estaría lejos de producirse gane José Antonio Kast, triunfe Evelyn Matthei o cualquier otro candidato moderado. La disconformidad ante la política y las instituciones se ha profundizado, deslegitimizando cada vez más su rol de representantes de las necesidades ciudadanas.
Se suma el temor que ante una derrota de la coalición de centro izquierda, es muy probable que el Frente Amplio (FA) adopte una postura de oposición activa, tanto en el Congreso como en las calles. Su reacción dependerá del tono y contenido del gobierno que los reemplace, sea de Kast, de Matthei o del que sea elegido y que no sea de su agrado, aunque podemos imaginar algunos escenarios basados en sus antecedentes.
Será que habrán aprendido a ser oposición o incurrirán en los mismos mecanismos que maniobraron con Sebastián Piñera, es decir, bloqueo y modificación de proyectos de ley que eran regresivos en temas de derechos sociales, de medio ambiente, de educación, género, movilización de organizaciones sociales, estudiantes, sindicatos, ciudadanos, protestas pacíficas, etc. Si van a plasmar ese mismo guión, es seguro que se producirá un nuevo estallido social.
Conocen y tienen la experiencia en el tema, poseen los contactos, dominan las formas para generar una inestabilidad política y así molestar al gobierno de turno. Lo hicieron en su momento, nos guste o no, y es de conocimiento de muchos. Y ese modo de presionar se puede usar nuevamente.
Es necesario aclarar que la visión del FA era ver la política como un acto profundamente transformador, orientado hacia una sociedad más justa, inclusiva y democrática. No obstante, tras el estallido social del 2019 enfrentan una “crisis de sentido político” tras su experiencia en el gobierno, lo que significa que estamos ante una especie de sector político totalitario o populista tipo peronista.
El peronismo es un movimiento complejo que ha tenido una profunda influencia en la política y la sociedad argentina. Podríamos presumir que el FA quizás tienda a aplicar la lógica trasandina, “somos los únicos que tienen derecho de gobernar el país”. Así como los Peronistas argentinos, si no estoy gobernado, no dejo gobernar al resto, sin importar desestabilizar al país.
Muchos le tenemos desconfianza a este sector y no se debe a un solo error, sino a una acumulación de decisiones que los han alejado de sus promesas originales, de la total pérdida de su rumbo ideológico reformador, orillados a renunciar a sus convicciones con tal de conservar el poder. En pensiones pasó de “No + AFP” a una
reforma que fortalece a las AFP. En salud pasó de crear un sistema universal en medidas que favorecen a las ISAPRES. En seguridad, abandonó su discurso de refundación policial para adoptar posturas más conservadoras.
Pero, sobre todo porque desde que nacieron y eran parte de la oposición ya tenían claras y absolutas actitudes antidemocráticas. Ir a elecciones no significa ser democrático, ni tener parlamentarios, hacer franjas y participar en deliberaciones. Ser democrático se demuestra cuando se está en la oposición y se es tolerante, más aún, cuando se tiene que convivir con un gobierno que piensa absolutamente distinto. Con la concertación y con la derecha no permitió gobernar y no les aprobó ninguna de las reformas en el parlamento, porque según ellos les parecían insuficientes. Fueron absolutamente intolerantes.
Se puede apelar a la inmadurez y con el tiempo, los años de gobierno aprenderían su lección. Bueno, esperamos eso. Si bien con las conductas cándidas del presidente en muchas materias y las malas de su partido en muchas otras, obviamente no confiamos absolutamente que hayan aprendido de esta actitud democrática. Por lo tanto, siempre tendrán la “espada de Damocles” sobre ellos, la gran sombra y duda si realmente quieren convertirse en un nuevo peronismo o en algo parecido. Porque su manejo de las masas y su chantaje es peligroso en democracia, pueden llamar al desorden que ya una vez ahogó a todos.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 23 de agosto de 2025
viernes, 22 de agosto de 2025
Huérfanos de soluciones y propuestas políticas
Huérfanos de soluciones y propuestas políticas
Estamos huérfanos de soluciones y propuestas políticas, más aún, lo único que generamos es la inercia de gravitar en lo que nos gusta y rechazar lo que no nos convence, pero sin alcanzar soluciones. Qué propuestas vamos a tener si en Chile solo hay problemas que se han vuelto endémicos, traspasando todas las estructuras de los partidos políticos, quienes se hallan sin respuestas a los inconvenientes, sin regulación y menos aún con alguna capacidad de ofrecer viabilidad para enfrentar estos problemas.
Así la realidad augura un panorama muy poco alentador, se exploran escasas alternativas viables, pocas opciones competitivas. Por un lado, se advierte una falta absoluta de conexión de la medida de los problemas sociales y de la situación país, tanto del gobierno como del sistema político que levanta candidatos por cumplir con una cuota. Mientras, la oposición también vive sus problemas de sector y no en las contrariedades mayores y reales que aquejan al país.
Sumemos el fenómeno crónico de seguir manteniendo las mismas promesas, la lucha por los mismos problemas persistentemente de una manera peyorativa y con el deseo casi cobarde y hasta doloroso de no cumplirlas, a causa de que les sirve para el próximo periodo electoral y con ello, como hemos dicho muchas veces, empezarán nuevamente los ofertantes.
En consecuencia, hay motivos de sobra para que el ciudadano no vote o participe, pese a que para quienes hacemos política se desea que haya mayor participación, así como también que la ciudadanía dé a conocer su posición política y tome las decisiones sobre el futuro del país al respecto. Principalmente, la concurrencia tiene todo el derecho a decir ¡Basta!, es tiempo para que los ciudadanos decidan con toda legitimidad “ya no vamos a caer” y créanme, están en todo su derecho y albedrío.
Para que se produzca un verdadero progreso social, es responsabilidad del gobierno llegar a acuerdos de dirección. Sin embargo, hemos comprobado que ni el gobierno ni la oposición, que comparte la gestión desde el parlamento, han logrado consensuar siquiera lo mínimo. En los últimos tiempos, la política parece haberse convertido en una ruleta rusa sin víctimas, pero también sin avances, atrapada en un inmovilismo que no nos lleva a ninguna parte.
Entonces, en este panorama cómo pretendemos y le pedimos a la gente que participe, cómo les proclamamos a los ciudadanos que validen el sistema democrático. Muchos defendemos este sistema y sabemos que es el mecanismo de organización menos malo que existe, el que ofrece mayor participación y legitimidad a los ciudadanos.
Sin embargo, las alternativas del menú y de quienes lo dirigen son bastante poco serias e inestables. Cada vez caemos más profundo en las manos del populismo que promueve la polarización social, que debilitan las instituciones democráticas, que reemplazan el debate racional por emociones y simplificaciones en las
ambiciones extremas, por izquierda y derecha, las cuales no van a traer soluciones responsables en un largo o mediano plazo. Dicho de otra manera, esto puede ser sin lugar a dudas un nuevo problema permanente, un vicio, una exageración.
Así y todo, se debe hacer un llamado de atención y una alarma del momento político que estamos viviendo, no por hacer daño, llamar a votar nulo o a la abstención, sino para incitar a que vivamos bajo la responsabilidad en nuestras decisiones políticas, que exijamos una vara más alta a los actores políticos, votar solo por quien cumpla con nuestros estándares mínimos no negociables (estándar técnico, probidad, gobernabilidad). Se debe votar con un enfoque de las propuestas, analizando qué temas son más importantes (como salud, educación, medio ambiente, seguridad) y elegir al candidato que mejor representa esas prioridades. Es decir, votar con una evaluación racional, comparar programas de gobierno, discursos, historial legislativo o compromisos públicos.
No se trata de idealizar la participación ni de resignarse al cinismo. Se trata de endurecer el estándar, elevar la exigencia, censurar la falta de compromiso con lo prometido y ablandar el ego: menos épica, más cumplimiento; menos identidades, más resultados verificables. Ya no basta con buenas intenciones o palabras bonitas.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 16 de agosto de 2025
viernes, 15 de agosto de 2025
jueves, 14 de agosto de 2025
Las cosas por su nombre
Las cosas por su nombre
Como ciudadanos estamos tan acostumbrados a que los políticos, a medida que transcurre el tiempo, sean incapaces de cumplir las promesas comprometidas, que se ha vuelto recurrente pasar del fervor a la decepción política.
Aun a sabiendas de lo que pasará, cada cierto tiempo vuelve alguien nuevo a conquistarnos con inventiva y efervescencia para una vez más garantizar promesas, que luego vuelven a prevaricar.
Ocurre lo mismo con los gobiernos, todos pasan por este estado de expectativa, de la buena intención de querer cumplir lo prometido en campaña. No obstante, después se tropiezan con la política real, la que tiene limitaciones. Ahí empiezan las prioridades, comienza el gobierno real, despunta la calculadora para evaluar qué conviene hacer y que no.
En este punto comienza a deteriorarse cada vez más rápido la relación con el votante, con quien los apoyó en su papeleta, con la sociedad en general, con la simpatía política.
El apoyo pasa de un santiamén a la decepción política tras darse cuenta que al final se repite la patraña de forma más trágica y frecuente, por medio de la artimaña, por la utilización de causas, de personas e ideas, de principios, el uso de famosos y de herramientas sofisticadas de marketing para generar una manipulación política. Querer ganar elecciones prometiendo educación, viviendas, cultura, comida, salud, infraestructura, recreación entre otros, todo para que después estas no se cumplan y, aquellos que apoyaron a tal o cual gobierno o pusieron su cara a favor de una idea, se sienten manipulados, decepcionados y engañados.
Un comportamiento cíclico que, como señal refleja una constante a esperar, sea el gobierno que sea al final habrá decepción. Lo apreciaron ahora con Gabriel Boric, lo advirtieron con Piñera, lo observaron con Bachelet y así podemos seguir.
Desgraciadamente la decepción es la consecuencia de las acciones de los políticos para embaucar al ciudadano. Para colmo, dentro de los partidos políticos muchos militantes pasan de la euforia del compromiso a la deserción política, a causa de que conocen a quienes los rodean, con quienes hacen política y ven el manoseo permanente de las consignas internas, como se maquinan a los ciudadanos y deforman los principales ideales políticos de los partidos convirtiéndose en ideales utilitarios para conseguir objetivos políticos y de poder sobrevivir, entre comillas la política y, nuevamente pasamos desde lo ideal, de la euforia a la manipulación política.
Por otra parte, esto es lo que ocurrió a mucha gente que participó en el estallido social, quienes se dieron cuenta a poco andar en el gobierno del presidente Gabriel Boric que habían sido traicionados, manoseados, porque está claro que el Frente Amplio (FA) ocupó las manifestaciones sociales legítimas para polarizar y tratar de deponer un presidente, que podría no ser del gusto personal o bien acusarle por
sus enormes errores, pero este fue elegido democráticamente y se merece el respeto.
Sin embargo, sus protestas llevadas más allá de la cuenta se concretaron de próximo en este gobierno de cebollones, porque al prometer mucho y comprometerse a más de lo que podrían abarcar, se encontraron con la misma realidad política que avivaron, acarreando hacia ellos la decepción política de la población, las mismas huestes, de las mismas concurrencias que participaron en las franjas proporcionando apoyo político, engañados, traicionados.
Eso al parecer ejemplifica muy bien la mecánica de la política y del poder, pero esto no debería ser así. Por el contrario, trabajar para ser transparentes con la ciudadanía.
Aun así, los partidos y los operadores políticos, los que detentan el poder quieren que esto sea una formalidad. Entonces después no se quejen, porque ya el país está cansado de la decepción política, del engaño permanente, lo que puede transformarse en una abstención y en una apatía que nunca antes se haya visto.
En consecuencia, todos los votantes tenemos la plena convicción que, a través del Estado, los gobiernos de turno serán capaces de cumplir con sus promesas, algo que jamás acontecerá si se tienen pocos recursos y no se tienen la mayoría en el parlamento. Ese es el círculo vicioso que se repite constantemente, por eso es imperativo que lo tengamos muy claro a la hora de votar para no dejarnos engañar con los cantos de sirena que nos prometen cada cierto tiempo en elecciones los señores políticos.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
El conflicto Árabe – Israelí
El conflicto Árabe – Israelí
El conflicto en el Medio Oriente, entre Israel y Palestina, no es nada nuevo bajo el sol. La impunidad y el genocidio se repite en la región, la zona ha sido escenario de guerras, ocupaciones, desplazamientos masivos y negociaciones fallidas a lo largo de su Historia. En la actualidad, el conflicto ha encumbrado de nuevo, con consecuencias devastadoras para la población civil y una creciente presión internacional en busca de una solución definitiva.
Por otra parte, los organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la Liga Árabe (LA), la Unión Europea (UE), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Unión Africana (UA), y otros tantos organismos cosmopolitas deben preocuparse presionando y promoviendo que este conflicto de una vez por todas tenga una solución definitiva, apoyando las negociaciones para su pronta resolución.
Con esto quiero enfatizar que, desgraciadamente como países disgregados, seremos tan solo “una voz en el desierto” sin ser escuchados ni tomados en cuenta, sin la fuerza suficiente para generar las políticas internacionales y las visiones de paz al respecto.
Por otro lado, no debemos olvidar que Israel desde octubre del 2023 ha lanzado una arremetida en defensa de su seguridad sobre Gaza en respuesta a los ataques de Hamás, con lo cual a la fecha van miles de muertos, la mayoría civiles, cometiendo de esta manera un genocidio fortuito y abusos de lesa humanidad con el bloqueo, hambruna, falta de medicinas y desplazamiento de millones de palestinos. Al mismo tiempo, Hamás y otros grupos terroristas generan resistencia armada en Gaza solicitando la reivindicación, derecho a la independencia y al reconocimiento internacional.
Por lo tanto, este es un problema de las teocracias en donde la política y la religión se juntan generando una combinación inadecuada y que trae pésimos resultados, consecuencias magras para toda la ciudadanía del mundo y especialmente para estos países en particular, lo que nos demuestra que todas estas variables deben ser tomadas en cuenta por la comunidad internacional.
Sin embargo, este conflicto viene post segunda guerra mundial, cuando en 1947 la ONU propone dividir Palestina en dos Estados. Allí Israel aceptó y los árabes la rechazaron. En el año 1948 se proclama el Estado de Israel y con ello la primera guerra árabe- israelí, desaprovechando posteriormente las distintas oportunidades de acuerdo en donde se ha boicoteado la paz de ambos lados. Desde entonces, lo único que nos queda claro es que no se ha aprendido nada y que no se busca avanzar hacia una paz duradera en ningún sentido. Además, agrava la situación la división interna palestina, que sin una dirección atrasa mucho más todo.
Aquí no basta con buscar malos y buenos, como tampoco generar malestar en
sectores determinados. Este es un conflicto internacional en donde existen dos posiciones antagónicas en conflicto, en el cual se debe buscar un concluyente arreglo y no individualmente como países, potencias o lo que sea, tiene que hacerlo el sistema internacional.
La pregunta que nos hacemos es por qué estas organizaciones mundiales han fracasado al regular y controlar este conflicto eterno entre Israel y Palestina. En lo personal, creo que el sistema internacional prácticamente está feneciendo, que su autoridad ha fracasado y que los cascos azules ya no aportan una real mediación o solución al conflicto, tal como lo vemos en la guerra de Rusia con Ucrania que no han colaborado mucho en la solución y, mucho menos en este problema crónico de Israel con palestina.
Por lo tanto, más que especificar quién tiene la razón y quién no, verificamos que el sistema internacional está fallando y fracasando de tal manera que está perdiendo legitimidad en situaciones claras y evidentes. La ONU tiene un peso relativo y que obviamente su influencia en los Estados y en la política exterior se ha ido reduciendo. En contraste, la FIFA es un organismo internacional privado que trabaja en el deporte, en el fútbol específicamente, tiene más asociados que las Naciones Unidas.
Dicho brevemente, el problema Israel-Palestina sigue siendo un desafío geopolítico de primer orden. La comunidad internacional debe redoblar esfuerzos para detener la violencia, garantizar ayuda humanitaria y promover una solución política basada en el respeto mutuo y el derecho internacional. La paz duradera sólo será posible si se reconoce la humanidad del otro y se construyen puentes desde la educación, la diplomacia y la justicia.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político
sábado, 9 de agosto de 2025
viernes, 8 de agosto de 2025
sábado, 2 de agosto de 2025
viernes, 1 de agosto de 2025
Los desafíos de Boric en lo que le queda de su gobierno
Los desafíos de Boric en lo que le queda de su gobierno
De acuerdo a estudios realizados sobre el cumplimiento del programa de gobierno en los tres años de gestión del presidente Gabriel Boric, solo se han alcanzado un 38% de este. Por otro lado, su proclama contempla 216 promesas legislativas a la fecha, de las cuales ha cumplido con 45 proclamas al 100% y 105 han sido nulos.
No cabe duda que esa será su tendencia hasta el final del mandato, sobre todo cuando este gobierno no tiene una mayoría relativa o absoluta que les dé oportunidad en el congreso para poder cumplir con lo prometido. En otras palabras, veremos sus esfuerzos en materias de cultura, democracia y pueblos indígenas en donde hay menor avance de cumplimiento. También esperamos que den noticias en el empleo y crecimiento económico, en construcción de hospitales o la reforma al impuesto a la renta.
En este momento, el principal desafío es decirnos qué cambios políticos hizo más allá de los errores políticos, de las corrupciones y dificultades archi conocidas. Porque en este escenario Boric ha tenido el mismo problema que en los gobiernos de Sebastián Piñera, solo han administrado y no han hecho cambios relevantes, o más bien, se ha jugado con las expectativas de su electorado y de un país completo sin tener capacidad de cambios.
Para todo gobierno es necesario tener una mayoría en el congreso, de lo contrario prácticamente no tendría oxígeno, no tendría vida política, solo muchas dificultades para aprobar leyes y ejecutar su programa. En ese escenario, se tiene que negociar con las otras fuerzas políticas para lograr avances legislativos y, obviamente eso es lo que la ocurrido a muchos gobiernos en la historia nacional.
El problema radica que gobernar sin congreso se viene repitiendo como una conducta habitual, un error cuya responsabilidad lo cometemos los electores por elegir poder ejecutivo sin entregarles la mayoría absoluta, o por lo menos una mayoría relativa en ambas cámaras y así permitirles poder realizar su programa.
Con esto quiero decir, el elector es quien facilita gobiernos estériles, inútiles y sin capacidades ejecutivas y parlamentarias, esto sumado al particular modo del Frente Amplio, un partido de jóvenes con muy poca experiencia y con muy poca capacidad política. Eso sí, la capacidad organizativa y de corrupción que a estas alturas vemos la aprendieron con demasiada rapidez.
Más bien, los distintos partidos oficiales y ahora el Frente Amplio como partido único, han sido capaces de crear mecanismos de corrupción preponderante de tal modo y organización que han sido bastante lucrativos, parecidos a los mecanismos establecidos en su época por el gobierno militar, como la cotufa y otras prácticas financieras ilegales. Esta es una realidad, le guste a quien le guste, le disguste a quien les disguste, le duela a quien le duela.
De peor manera, al parecer su herencia será la imagen que esta administración
dejará en la historia como una generación fracasada en sus planes, lo que tendrá que enfrentar y responder por las promesas asumidas ante la ciudadanía en sus programas y en las cuentas públicas. Es lo que esperamos, una mínima justificación o explicación al fenómeno.
Sin embargo, es muy poco probable que este tema se afronte. Ya no se le ha dado la connotación y censura política que se espera, por el contrario, se ha tratado de menospreciar justificando que son jóvenes, justificando la inexperiencia o cualquier otro elemento que tampoco respalda la poca capacidad de resolución política, la poca capacidad ejecutiva y la sensación que tiene el país de un estancamiento permanente en políticas públicas, menos en resolver los problemas del día a día.
También habría que decir que su administración se ha resumido en la defensa de valores o situaciones que pueden ser muy positivas al nivel internacional, como es el posicionarse en el conflicto israelí o en la guerra de Ucrania, aspectos que en lo práctico no ayudan en nada a los problemas de los chilenos que son los que influyen a la hora de la votación y a la hora de enfrentar la realidad como país.
Por lo tanto, aún nos cuestionamos qué esperar de su gobierno después de la última cuenta pública, con menos de un año de administración política del país de por medio, donde el gobierno tiene que cumplir promesas, plasmar su sello y legado, el mismo con el que nos cansaron e incomodaron en los primeros meses cuando recién estaban marchando. Bueno ahora llegó, pero al parecer ese legado será mucho más pobre de lo que se esperaba o simplemente no va a existir.
Nelson Leiva Lerzundi
Cientista Político